Dame alas para volar

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Javier.

    Solo veo el suelo.

    Mi respiracion es fuerte, entrecortada. ¿Qué me sucede?

    De rodillas, siento el suelo frio contra mis manos. Lágrimas caen directamente hasta golpear cerca de estas consecutivamente.

    No respiro... No respiro.

    Auxilio...

    No puedo moverme. ¿Por qué aún no he muerto?

    Quiero... Quiero gritar.

    "¡Auxio!": Mi voz en mi mente

    Escucho pasos.

    Mi respiracion... respiro de nuevo. ¿Quien camina hacia mí con pisadas tan seguras?

    Mi cuerpo paralizado se vuelve pesado. Mis manos duelen, mis rodillas duelen. Puedo respirar ¿pero a qué costo?

    Solo quiero que se aleje.

    ¿Me veraz llorar?

    Se detiene.

     Por favor ayudame. Estoy muerto; muerto sin la paz de la muerte normal. Muriendo en vida. Siento como me desvanezco.

     Llorar no es lo que quiero. Quiero gritar.

     ¿Parado ahí sin más? ¿Sin palabra, sin ayuda? ¿Sin amor, sin compañia?... Solo una mancha lejana a mi vista borrosa por tanto llanto.

     Quien sea que seas, termina con mi vida.

*  *  *

—

¡Llege, llege, llege! —Se sento a m8 lado con entusiasmo—. Un poco de todo ¿qué te parece? —Su sonrisa erradiaba amor y paz, pero al amismo tiempo fuerza y desicion. En serio la amo.

     Sonreí tambien, asintiendo. Habia comprado una bolsa llena de chucherias de todo tipo. Por primera vez en mucho tiempo estabamos en casa para ver una pelicula juntos. No sería por siempre: al terminar debia volver al hospital, pero eso no dañaba el momento ni en lo mas minimo. Estar ahí sentado en el sofa junto ella, sientiendo ese amor y comodidad tan segura, como si todo fuera como antes, como si fuese la realidad en las que nos gustaria estar.

     Viviendo una obra mientrads podamos.

—No entiendo por qué los criticos del cine no aprecian esta obra maestra —Comenté, llevando un puñado de comida a mi boca. Vi voz aun sonaba extraña e incomprendible, pero mi madre me entendía, y eso era lo que valía.

—Sí, ellos no saben nada —Rodó los ojos jocosa—. Seguro solo miran investigaciones de cocina.

—¿Investigaciones de cocina? —No pude evitar una ligera risa.

—Donde enseñan a cocinar. ¿No se llama así? —Tambien agarró un puñado de comida. A ese paso la acabariamos antes de media película.

     Aún con sutiles risas le dije que así no se le llamaba; cosa que me dejó en claro no le importaba, puesto que siguió diciendolo así a proposito.

     Como si todo fuese perfecto, como si el futuro estuviese ahí: perfecto y seguro.

     Con mi madre el mundo parecia cambiar. Eramos dos actores en una tragicomedia sin guión ni acotaciones, y mucho menos explicaciones; las cosas sucedian y ya. Pero lo que en la obra sí iba a estar, era un final.

      ¿Conmovedor? Quizas, pero no más que decepcionante.

      Nuestro escritor no era más que un frustrado artista del renacimiento: cuyas obras plasmaban la vida como una paradoja tragica y fatal, donde hasta el verdadero amor sale mal.

—¿Por qué no les gustará una pelicula de dos hombres que se disfrazan de rubias?

—Seguro no les agradó la idea de dos hombres fingiendo ser mujeres —Contestó, encogiendose en hombros.

—¿Entonces serían homofobicos? —Dije con tono de investigador perdido.

—Tambien puede que no les agraden la gente de color —Los dos hombres de la pelicula eran de color.

—Ademas de homofobia, racismo —Dije con bromista indignación—. Yo sería mejor critico de cine.

—Sí, y de lo que sea. Corriges mucho —Me miró con una so risa picara y jocosa.

—¡Mentira! —Con um sonrisa de lado a lado neguesu acusación, señalandola con el dedo indice.

—¡"Investigación de cocina"!

     Seguimos bromeando y riendo de nuestras propias bobadas. Casi no prestamos atención a la pelicula; ya la habiamos visto cientos de veces.

     Indefenso, desprotegido: lo que siempre me sentí sin ella.

      ¿Te sentiras tú así en mi eterna ausencia?

      Como una cria de ave indefensa, me acurruqué en mi madre. Sentí que era de nuevo ese niño que corría a sus brazos tras un dificil día de clases, sentí sus brazos siempre estarian proteguindome; guiandome. Simplemente sentí que, sintiendome pequeño en su abrazo, por fin era fuerte.