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Javier.

     Por el hecho de que alguien sepa dar buenos consejos, no significa que él mismo los siga. No significa que sepa soportar
todo. No controla sus emociones como quisiera hacerlo.

     Trece de septiembre. Dentro de tres días iba a ser mi cumpleaños. No me entusiasmaba mucho en realidad. Los cumpleaños no eran más que la celebración de otro año, no había sido más que una fecha en la cual mi madre se sentía culpable por no poder comprarme algo "increíble". Mis últimos dieciséis cumpleaños los había disfrutado bastante; mi madre y yo íbamos al cine y a comer helado. A mis compañeros les daban cosas caras, como celulares de marca, o incluso vehículos.
     Mi madre creía que yo deseaba esas cosas como cualquier otro adolescente, y eso la hacia sentir una mala mamá, a pesar de que le decía lo mucho que me gustaba lo que ya teníamos; lo mucho que la amaba...

     Lo muy feliz que era.

     Cuanto quisiera regresar a esos días.

     El cumpleaños del 2018 iba a ser el primero tras ser diagnosticado con ELA, y como ya dije anteriormente: no me entusiasmaba.

     En mi cuarto de hospital, mi cuerpo reposaba tras el tratamiento de fisioterapia con la enfermera. Ella trataba de hacer conversación, pero no colabore en ello; me avergüenza hablar, mi voz es distinta a la que era antes, debió a los espasmos vocales y los sonidos al rozar la lengua con el paladar. Solo me sentía realmente cómodo hablando con mi mamá..., y Víctor.

     Víctor a pesar de su ocasional impertinencia, y del hecho de que no premedite, es una estupenda persona; llena de curiosidad y modestia. Víctor ha sido hasta el momento el amigo con el cual más he sentido apego emocional. Recordar conversaciones con él siempre me sacaba una sonrisa.

     Dejo de venir al hospital por unos días, por lo que el tiempo en mi habitación se baso en esperar a que la puerta se abriera, con la voz de la enfermera diciendo "tiene una visita", tal como el primer día.

     El libro que me regalo ya lo leí, así que mis "pasatiempos" volvieron a ser los mismos de antes: "dibujar, leer versículos, y ver televisión", además de escribir uno que otro pensamiento que se me ocurría. La mayoría de cosas que escribía era pensando en la naturaleza,; la sensación de la brisa desde lo más alto de un árbol; el crujir de las hojas al correr sobre ellas...; en la libertad.

Pensamientos al cielo.

Por destino, o simple casualidad, algo lo hizo levantar na mirada aquella tarde al cielo; imperceptiblemente azul por el acaparamiento de las nubes blancas.
Es fascinante como cada persona encuentra su calma, o solo un estado intenso de esta ante alguna cosa.
En su caso, encontró calma ante aquel cielo, pensando en todo,aunque también en nada.
Unas palabras fueron poco a poco formándose en su mente, como si le fuera necesario el crear obra todo lo que le pareciera bello. Absorto, su mente formuló:
"Las nubes son como los momentos; a veces de color claro, otras veces son oscuridad en . No son para siempre, pues, al disolverse llegan más.
Al pasar el tiempo se distorsionan, o, en el peor de los casos: desaparecen del cielo. El cielo el tal cual la vida: llena de momentos, algunos mas entendibles que otros...
Nubes mas entendibles que otras". Hay personas más complicadas que otras, pero lo importante es llegar a ese estado donde nos entendemos a nosotros mismos, o al menos: aceptar el hecho de que nunca lo haremos completamente.

         18/04

    

    

Dame alas para volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora