"Si te hiere es un problema".
—¿Estas bien? —preguntó mi mamá—. Últimamente estas muy callado, Víctor.
Me encontraba sentado con las piernas cruzadas sobre el sofá. Eran ya las once de la mañana y yo seguía en pijama, sin hacer más que comer palomitas..., y pensar.
Sólo asentí tras su pregunta.
Sí...; me había vuelto más callado. Era como si por fin mi cerebro encendiera, como si por fin iniciara a comprender la complejidad de la vida. O quizás solo pasaba por unas tremendas crisis existenciales, no sé.
Mamá se sentó a mi lado.
—Oye, no se si sea un buen momento para preguntarte... —dijo, poniéndome nervioso, sin saber por qué —, pero ya paso un tiempo desde que dijiste que no querías hablar de eso. Es... —Tanto preámbulo, era eso lo que me ponía nervioso. Suspiró —. ¿Qué demonios paso entre tú y Charly?
«Oh...»
Charly. A veces siento como si su nombre me persiguiera, como si nuestra historia no me dejar en paz..., si es que existió una historia en realidad.
La pregunta me tomó de sorpresa. Antes de que mamá llegara estaba pensando en como ganar dinero y dárselo a la señora Lindgren —madre de Javier—. Charly era lo último que pasaba por mi mente.—No se si... No sé qué decirte en realidad —Fue lo único que mi boca supo musitar, forzando una torpe sonrisa.
Levantó, una ceja, en silencio. Ella sabia que sí tenía mucho que contarle, mas no quería.
No me gusta contar lo sucedido con Charly, pues el final de nuestra amistad fue como un montón de trozos de dos historias revueltas, que ninguno se atrevió a conectar. Ridículo.
Suspiré, preparándome para sacar ese gran peso de mí, ese que me negaba a admitir que me destruía.
—Bueno...: Siempre creí que yo era "importante" en su vida, incluso diría que "fundamental"...
...Pero nunca fue así. Y es estúpido ahora que lo digo, me siento estúpido al recordarlo. Charly y yo nos conocemos desde el antepenúltimo grado de primaria, por lo que nuestra relación parecía indestructible, o eso crei, por eso me dolía tanto el ver que se disolvía como un papel en el agua..., tan fácil.
Los dos siempre eramos muy enfocados en nuestras calificaciones escolares, pero Charly más. Ambos amábamos los videojuegos y hacer estupideces. Aún sonrío al recordar los momentos juntos, al recordar su risita pícara, que le antecedía a una carcajada.
Nada dura por siempre.
Nadie dura por siempre.
Fue un Lunes. Charly había empezado a comportarse raro, o sea, diferente a cómo es realmente; no hablaba tanto y su espontaneidad parecía desaparecer, y yo no sabia por qué. Me preocupé. Al preguntarle, siempre contestaba lo mismo, con la mista pícara sonrisa: "estás mongólico, no me pasa nada", prosiguiendo con fingir estar de buen ánimo, pero mentía.
Supuse que solo estaba pasando por bajones emocionales, pero aun así me preocupaba por qué estaba tan triste.
Siempre que se sentía mal me lo contaba. Pero eso cambió.
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Dame alas para volar
Teen FictionPor una tarea de instituto Víctor se ve arrastrado a "ayudar a otros". Parece una misión estúpida ante sus ojos, hasta que conoce a Javier Lindgren en el hospital, un extraño joven con una visión del mundo muy contraria a la suya. Comienza así un ca...