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Charly

     "Tanta hipocresia veo en esa persona. Tan superior se ve a sí mismo que me repugna. Y no exagero, y tanta falsa cordialidad es muestra de ello".

     Esperaba que se enojase, y que quizas me gritase "largo" con esa patetica voz... pero no.

—¿Desde hace cuanto tiempo lo conoces? —Dijo, de una manera casi encomprendible y fastidiosa.

      El repentino cambio de tema me dejó pasmado, y aun más esa sonrisa de boca cerrada de nuevo en su rostro.

     Fruncí el entrecejo con un mohin confuso, y algo irritado.

—Víctor —Aclaró, aun apacible e imperturbable.

     Al escuchar su nombre me tense aun más.

—¿Por qué no le preguntas a él, si tan amigos son? —Las facciones de mi rostro pasaron a una neutralidad pesada.

      Ahora me mostró una sonrisa abierta, lo que me emputó al instante.

—¡¿Qué te da risa, paraplejito insufrible?!

      De una forma despreocupada fijó su mirada de nuevo en la pantalla de su celular.

—Que en tu mente estamos discutiendo, mientras que en la mia estamos platicando —Contestó aun agradable, sin siquiera verme.

     ¿Qué mierda significa eso?

     Bufé repleto de desdén y fastidio.

—Carajo, ¿siempre dices cosas así? Con razón nadie te visita —Aún irritado miré de nuevo a mi alrededor: habia una mesa cerca de la camilla con dibujos de personas... impresionantes—. Lamento si esto te rompe tu corazon de pollo, pero en serio que no te soporto —Agregé, ahora más bajamente.

      Regresé mi mirada a él: de nuevo me observaba, esta vez con el labio en media sonrisa.

—Creeme que lo he notado. Pero por algo estas acá, ¿no? O sea: me odias, pero sigues aquí... ¿Qué quieres de mí? —Su tono jocoso en la última frase me dejo creyendo que para él todo esto no era más que un juego, del que facilmente conocia los trucos.

     Lo que sea que fuese esto, yo sentía que estaba perdiendo.

—Mi padre me obligó —Expliqué de mala gana.

     ¿Por qué no me largé en ese momento?, ¿qué esperaba obtener de él?

     No comentó nada ante mi inmadura frase, nada más que un "ah...". Devió la vista a la mesa a un lado de la camilla, mientras que su dedo indice rozaba su ceja con serenidad.

      Quizás muchos me tomen por una persona de mierda, pero ese chico me sacaba de quicio... al igual que muchas otras cosas.

     Dirigí tambien mi mirada a la mesa, solo por ver tambien lo que él.

     Quizás ya quería que me fuera, y ese incomodo silencio era una indirecta de que mi presencia era en serio un fastido..., pero aun no me iba, y no sé por qué.

—Conozco a Víctor desde jardin de niños —Dije de mala gana, cruzandome de brazos.

     Volvió a verme, con esa serenidad que yo todavia no podia igualar.

     Me dí cuenta mas a detalle de sus ojos; un color miel suave, si es que puedo definirlos así; transmitian cansancio, agotamiento..., pero al sonreir parecian llenarse de vina.

      ¿Por qué te odio?

—Eh... —Fruncí en ceño apartando la vista, cuando me percate de que lo miré por mas tiempo del que se consideraria normal—. Ya me voy.

     Dí media vuelta hasta llegar a la puerta.

     Me sentí vencido..., en serio derrotado y no tenia ni puta idea de por qué.

      "...en tu mente estamos discutiendo, mientras que en la mia estamos platicando".

Eres una buena persona —Quedé petrificado al oir esa inesperada frase. Volteé a mirarlo de nuevo con un mohin confuso—, deja de aparentar lo contrario.

     Yo no aparento nada.

     La seguridad en su frase, y su sonrisa de lado me hizo sentir que ya me conocia muy bien..., y eso lo detesto.

     Detesto que crean conocerme.

     Lo ignoré con desdén, sin responder a su extraña frase.

     "...¿Qué quieres de mí?"

     Por fin en los pasillos, sentí que habia pasado una eternidad desde que habia entrado a esa tumba que tenía por cuarto.

     Javier en serio está equivocado al creer que siempre tiene la razón. Es patético.

Dame alas para volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora