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Víctor

"Lo que no te mata, a otro desgarra".

     Me miró curioso, levantando levemente las cejas. Me calmó la ausencia de reacción, pero al mismo tiempo me ponía ansioso.

—Él... —No supe con qué continuar mi frase. Me sentía en serio apenado por comentarle la situación, aunque no tuviese sentido.

—¿Discutieron por eso? —Preguntó. Me costó un poco entenderlo a la primera, por su forma de hablar ahora casi inteligible.

     Recordé al instante las cortas palabras que intercambiamos tras el beso, las cuales fueron lo que podría considerar cuesta última plática.

—Eh, no, en realidad es que... La cosa es que ahora todos en el Cole piensan que soy gay... —Fruncí en ceño con la mirada perdida en una esquina—, por su maldita culpa.

     No pude distinguir su expresión en ese momento, pero noté seriedad e intriga en su tono.

—¿Por qué el es gay, creen que tú también?... ¿Por qué?

     El cosquilleo recorriendo mi cuerpo al estar tan cerca; sus labios expertos conociendo los míos, su atrevimiento al querer conocer más adentro... Momento efímero en el que despertaron mil sensaciones..., que hubiera preferido no conocer.

     Me tensé al sentir que debía explicar mejor.

—Charly me besó —Directo, real; sentí que había escupido cuchillas amargas... ¿Por qué?

     Javier y su madre eran muy religiosos, cosas que en cierta manera me hacía sentir "inferior" al no ser como ellos, me hacía sentir posiblemente "juzgado".

     ¿Por qué nos vemos obligados a sentirnos sometidos por una religión?, ¿Acaso una religión no es unión y amor?

     ¿Por qué soy tan idiota?

—Wow, eso no me lo esperaba —Diferencié una media sonrisa en su rostro.

     No entendí que le veía de chistoso.

     Quizás me estaba volviendo una persona más ágria.

     Suspiré con pesadez. En ese momento sentí que ya era momento se irme, quizás algo pronto, pero me quería marchar, escapar.

—En mi colegio me hacían cosas horribles —Su comentario tan repentino me dejó helado, puesto a qué aquella frase turbia estaba maquillada con su típica sonrisa cándida.

     Lo miré aturdido, quizás con una expresión estupida.

—No tengo los rasgos más varoniles del mundo, por así decirlo —Con esa luz en su mirada, que parecía infinita, me miró algo cómico, pero nostálgico—. Víctor, no sé que cosas te hagan al burlarse de tí, pero por favor... Sé fuerte.

     Fuerte...

     Sus palabras me estaban confundiendo. ¿A qué se estaba refiriendo?

—Pero... ¿Cómo así? —Definitivamente mi expresión idiota acompañó aquel comentario igual de soso.

    Imperceptiblemente, desvaneció su sonrisa, apretando un poco los labios.

—Desde pequeño he tenido una apariencia, "afeminada" —Evitaba contacto visual, eso era evidente—, y... Un estudiante, y mi pa...

     No terminó su frase antes de taparse el rostro, sin explicarse.

     Quedamos en silencio. El ambiente se había vuelto turbio de pronto.

     "¿Estás bien?", Pregunté. De repente me importaba un comino mis problemas, y sus emociones eran ahora mi centro de todo.

—Víctor... —El suspenso entre cada frase me erizaba la piel—, te quiero contar algo... Pero por favor, no lo cuentes a nadie.

     Miles de pensamientos pasaron por mi mente en cuestion de segundos. ¿Seré realmente la persona correcta para él desahogarse?, ¿Seré el oyente adecuado para persona tan especial?

—A nadie —Afirmé.

     Suspiró, mirandome de nuevo, antes de orbitar su vista a la puerta durante su monólogo.

—La casa en la que vivímos tiene horribles recuerdos...

Dame alas para volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora