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Víctor

     "Solo soy un adolescente divagando al igual que todos. No entiendo muchas cosas, pero no hay prisa para entenderlas... O quizás . No . Solo que no lo todo... Y eso esta bien".

—¡¿Trece?! —exclame tras ojear mis notas finales.

     ¿Trece en orientación? ¿Eso cómo era posible? Había hecho el informe y me quedó bien... Bueno: no excelente. Se me olvido la fecha de entrega, por lo que lo tuve que dar apresuradamente; sin poder perfeccionarlo ni darle mayores datos que mis anotaciones personales.

—Así No se escribe un informe, Víctor. ¿El señor Dilan no les enseñó cómo se debe hacer? —dijo la profesora, refiriéndose al profesor de castellano.

     Sí, sí nos enseño, pero... Quise hacer las cosas a mi manera. Vaya error.

—Pero, profe: cumplí con lo planteado: "apre..."

—Víctor —interrumpió, acomodándose las gafas con algo de desdén—, no puedes vivir de "pero". Acepta que te has equivocado. Además: ¡aprobaste mi materia! Por tus notas eso era algo imposible.

     Fastidiar a la profesora Marta era algo también imposible... Por eso creo que soy el chico de las imposibilidades... Sé que no es chistoso pero Charly se hubiera reído.

     Hay personas muy fáciles de hacer reír, o solamente personas muy buenas fingiendo felicidad para ver alegría en otros... Como Javier.

—Fue un placer darte clases, Víctor —dijo, apoyando su mano sobre mi hombro.

     La mire confuso.

—Ah... Me iré a otro estado. No podré dar más clases en este colegio—explicó sin mucho entusiasmo.

     Su mirada emitía confianza, en incluso, amor.

     No recuerdo qué le dije específicamente, pero seguro fue algo soso, pues la hice reír bastante. Comentarios estúpidos, incómodos y sin premeditar... Común en mí.
     Me dio un rápido abrazo como despedida. Dijo unas palabras, las cuales tampoco me acuerdo. Estaba absorto, y al estar así mis pensamientos ahogan el sonido del exterior.
     Cruzó la puerta de salida, alejando en la calle, mezclándose entre tantos adolescentes eufóricos por las próximas vacaciones.

     Quería seguirla, agradecerle por todo lo que me ha ayudado; por pasarme la materia, consolar mi llanto en más de una ovación, por darme ese empujón que yo solo no hubiera dado, por darme alas sin razón, por...

     ¿Por qué no lo hice?

     ¿Por qué no le acepté el abrazo?

     Se alejaba... Se aleja para siempre. En mi interior sabia que nunca más la vería.

     ¿Por qué no le di un "gracias?

     Si tan solo...

     Ya se había ido. La perdí de vista.

     Solté un profundo suspiro, mientras que jugueteando con mi chaleco pensando si seguía o no; si darle las gracias o no.
     Llenándome me entusiasmo y valor, corrí tres pasos. Sin embargo, para nada, pues fui detenido.

—¡Víctor! —La voz de Charly me dejó paralizado.

     Charly.

     

Dame alas para volarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora