(Corregida)
Ella llegó para cambiar muchas cosas, en especial su vida. Él nunca pensó que una mujer como ella lo haría sentir así, y ellos jamás imaginaron que terminarían juntos.
La historia puede cambiar, algunos serán felices, otros no tanto.
❝La vida es como un par de dados: nunca sabes que caerá❞
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¿Almas gemelas?
Regulus sonrió al ver la foto.
Una mujer de cabello castaño y ojos verdes sonría ampliamente mientras que una pequeña Emmily la abrazaba con fuerza y dejaba un beso en su mejilla antes de sonreír a la cámara.
—¿Ella es tu madre?
Emmily se giró para ver la foto que había tomado y sonrió.
—Si, es ella.
—Realmente te pareces a ella —sus ojos se encontraron con los de ella y ambos sonrieron.
—El señor Arche decía que era la doble de mi mamá, bueno, la única diferencia era el color de ojos.
— supongo que eso lo sacaste de tu padre.
Ella asintió mientras gatea a por la cama para alcanzar otra foto que tenía en la otra mesita de noche y se la pasó al pelinegro. Ambos se sentaron en la orilla de la cama.
La foto mostraba a la misma mujer que la otra foto, estaba sentada con una Emmily de, al parecer uno o dos años de edad, a su lado, un hombre de cabello negro y ojos azules que estaban detrás de unas gafas cuadradas. Ambos adultos sonreían por las caras que hacía la pequeña castaña.
—¿Qué edad tenías aquí? —preguntó Regulus viendo a su novia.
—Creo, acababa de cumplir dos años —dijo sin dejar de ver la foto, sin dejar de ver a sus padres y Regulus quería hacerla sonreír un poco para que no se pusiera más triste de lo que debía estar, así que soltó el primer comentario que se le cruzo por la mente.
—¿Qué todos los Potter usan gafas?
—Al parecer si —hiso una mueca y negó con la cabeza—, solo espero que yo no pase por eso ¿te imaginas como me voy a ver con lentes?
—Igual de guapa que siempre —dijo sonriendo para después acercarse y besar sus labios. Emmily sonrió en medio del beso.
—Eres un cursi.
Pasó sus manos por detrás de la nuca del pelinegro atrayéndolo más a ella y profundizando el beso. Regulus puso una mano sobre el colchón para no caer mientras que la otra mano la llevó a su cintura, dudando, pero cuando la acercó y no hubo rechazo de la castaña, la colocó sobre la ropa, sin querer moverla para no incomodarla.
