(Corregida)
Ella llegó para cambiar muchas cosas, en especial su vida. Él nunca pensó que una mujer como ella lo haría sentir así, y ellos jamás imaginaron que terminarían juntos.
La historia puede cambiar, algunos serán felices, otros no tanto.
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James y Lily
Los días pasaron después de la fiesta, Alphard hizo lo que Regulus le pidió, le aviso a Sirius y este a sus amigos, no querían sospechar nada ni en nadie, mucho menos de ellos. Y menos con ese día tan importante para esa pequeña familia.
El día de la boda de James y Lily llegó. Ambos estaban nerviosos, tanto por la idea de que estaban a pocas horas de convertirse en marido y mujer, y también por la preocupación de que su fiesta terminará mal, pero intentaban no pensar en eso mucho.
James estaba parado frente a al espejo en su habitación tratando de acomodar su cabello por milésima vez.
—Ya deja ese cabello en paz, Cornamenta —dijo Sirius entrando a su habitación. Llevaba un traje negro que le quedaba ajustado a su cuerpo, el cabello lo llevaba atado en una coleta baja y la corbata sin atar—. No sé porque te esfuerzas en tratar de peinar estos cabellos de escoba vieja —removió el cabello de su amigo provocando su risa.
—Aún no me lo creo, canuto, me voy a casar —se giró para verlo a los ojos— Porque si me voy a casar ¿verdad? O esto es un sueño que estoy teniendo —comenzó a alterarse, haciendo que su mejor amigo sonría divertido—, quizás no estamos en mi casa, quizás estamos en Hogwarts todavía y yo estoy acostado en una camilla en la enfermería inconsciente por el golpe de una Bludger y ni siquiera Lily es mi novia y...
—James —el pelinegro puso sus manos en los hombros del mencionado—, primero, respira antes de que te desmayes, segundo, no están en Hogwarts inconsciente, y tercero, tenemos que irnos porque ya casi comienza.
James se giró para verse de nuevo en el espejo antes de asentir con la cabeza y respirar pronto.
—Me voy a casar —repitió con la sonrisa más amplia que Sirius alguna vez pudo ver, y eso también lo hiso sonreír, se acercó y lo abrazó por encima de los hombros.
—Lo vas hacer, hermano, pero mejor bajemos ya, o Lily se arrepentirá.
Ambos salieron de la habitación y al llegar abajo, se encontraron con Fleamont, que ya iba a subir, pero al ver a los dos jóvenes, se detuvo.
—Creí que te habías desmayado —dijo con burla en su voz.
—Créame —habló Sirius—, estuvo a punto de hacerlo.
