(Corregida)
Ella llegó para cambiar muchas cosas, en especial su vida. Él nunca pensó que una mujer como ella lo haría sentir así, y ellos jamás imaginaron que terminarían juntos.
La historia puede cambiar, algunos serán felices, otros no tanto.
❝Tengo miedo de ser feliz, porque cada que lo soy, algo malo pasa❞
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Vaya Gryffindor
La primera semana pasó rápido, y aunque no fue fácil los primeros días, para Emmily. Pudo comprobar que Hogwarts e Ilvermorny eran muy parecidos y eso solo la puso más triste, todo le recordaba a sus amigos y su vida, en especial la manera en la que se perdía cuando iba sola por los pasillos, eso le recordó sus primeros días en el colegio de América. Pero eso no era lo más le frustraba, no saberse los caminos para llegar a los salones, al Gran Comedor, a los baños o la biblioteca por ella sola, no, lo que más le frustraba era no poder encontrar la entrada a su sala común y tener que esperar a que alguien llegará primero. Como ese día.
—Contemplando las paredes. —Emmily se giró a la dirección donde escucho aquella voz, encontrándose a Regulus con una pequeña sonrisa divertida
—En parte —dio un paso hacia atrás y señaló la pared, sintiendo algo de vergüenza—, no encuentro la entrada a la sala. Otra vez.
—Bueno, cada vez estas más cercas, es aquí, «veneno de serpiente» —Se hizo a un lado para que ella pasara primero.
—Creo que le voy a poner una marca.
—Yo lo intente cuando entre, pero se borra —los ojos azules de la castaña miraron los suyos.
—Bueno, en ese caso buscaré un mejor hechizo. Gracias de nuevo.
—Para eso estoy. Nos vemos en el comedor. —Se despidió subiendo a su habitación. Emmily hizo lo mismo, dejo los libros que llevaba y tomó los que ocuparía, salió de la sala, pero como tenía hora libre, decidió dar un pequeño paseo por los pasillos, todos parecían moverse tan fácil que se preguntó cuanto se habrán tardado en aprender moverse.
El castillo era más grande que Ilvermorny, y sin duda más increíble, los fantasmas, los cuadros, las escaleras que se mueven solas, todo era increíble.
—¿Te perdiste? —la voz de su primo le sacó de sus pensamientos, se giró para verlo caminar a donde ella estaba.
—No, sólo estaba dando un paseo, tengo hora libre. Hola Remus —saludo con una sonrisa al castaño.
—Hola Emmily, ¿Ya te acostumbraste al castillo?
—No del todo, aún me cuesta encontrar la entrada a mi sala común —siguieron caminando al Gran Comedor.
—Aún recuerdo cuando llegué —dijo James pasando una mano por su cabello—, pasé casi la noche completa afuera, tampoco encontraba mi sala común, si no hubiera sido por Mcgonagall.
