43||Baila Conmigo

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❝No dudes del amor que te tengo❞


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Baila conmigo


La casa estaba en silencio, Orión había salido y Walburga fue con su cuñada, así que Emmily y Regulus estaban solos en Grimmauld Place.

El pelinegro no había podido dormir bien gracias al malestar que le provocaba la marca tenebrosa y esas tres noches después de que obtuvo su marca solo podía pensar si hizo bien en unirse a él. Sabía que hizo lo correcto, lo que le correspondía hacer por su familia, pero aún no sabía si hizo bien para él mismo, más aparte había arrastrado a Emmily con él, y aunque la castaña le decía que lo que le había dicho al Señor Tenebroso sólo lo dijo de dientes para afuera, había sellado su destino al pronunciar esas palabras.

Emmily tampoco pudo dormir bien en esos días, se sentía nerviosa por lo que iba a pasar ahora, no sabía cómo decirles a sus tíos y primo la decisión que había tomado —aunque James ya lo sabía a medias—, tampoco sabía cómo decirles que su querida suegrita le había ofrecido que se mudara con ellos, así el Señor Tenebroso no dudaría sobre sí lo que le había dicho era mentira.

«Mudarme a la casa de los Black» Sí, quería vivir en otro lado cuando cumpliera la mayoría de edad para no molestar más a sus tíos y al parecer ya le había llegado la oportunidad. Aunque no sabía si era lo correcto.

Se levantó y salió de su habitación, caminó hacia la de alado, pero no se encontró a Regulus, frunció el ceño y bajó al salón donde estaba el árbol genealógico de la familia. Al entrar no había nadie, pero entró y comenzó a observar el tapiz, recorriendo cada nombre, cada rostro, cada quemadura que había en él.

Llegó al que estaba en medio de los rostros de Bellatrix y Narcissa, donde debía estar la otra prima de su novio, Andrómeda, su nombre aun aparecía debajo de la quemadura junto al nombre de su marido, pero no había nombre de algún hijo, si es que lo tenía.

Siguió el recorrido de las ramas doradas del árbol hacía las generaciones pasadas y frunció el ceño al leer el nombre de sus suegros. Siempre se había preguntado cual sería el apellido de Walburga, pero no otro más que Black, pero prefirió no sacar conclusiones. Leyó el nombre de Cygnus y el Alphard, de este ultimo no había ninguna descendencia y tampoco lo había conocido en ese tiempo que llevaba con Regulus.

—Ese es mi tío Alphard —la repentina voz de Regulus casi la hizo dar un salto en su lugar—, hace mucho que no lo veo.

—¿Qué le pasó? —preguntó mientras él se acercaba a ella.

—Nada, sigue vivo, solo que se alejó de la familia desde que Sirius se fue. —Miró el rostro de su tío y después la mancha donde estaba el rostro de su hermano—. Eran muy unidos, Sirius lo adoraba y Alphard siempre lo defendió y ayudo. Incluso cuando no debía.

—¿A qué te refieres?

—Lo ayudo cuando se escapó, eso no le agrado a mi madre y a mi tío Cygnus y lo desheredaron.

—Eso es estúpido —murmuró y Regulus solo sonrió algo divertido, pero no dijo nada. En su lugar, solo extendió el plato que llevaba en las manos.

—¿Quieres? Iba a ir a buscarte a tu habitación.

—Gracias. —Tomó una galleta y le dio una mordida, quedándose un rato en silencio. Emmily se giró para ver el resto de la habitación, sonrió al ver un toca discos y discos a su lado— ¿Sirve?

Regulus dirigió sus ojos grises a dónde la castaña señalaba.

—Sí, es de mi padre, le gusta la música.

Eso a Emmily le causo curiosidad, no sabía que a su suegro le gustaba la música, así que se acercó y comenzó a ver los discos que había y se sorprendió al ver que tenía algunos clásicos que los muggles escuchaban, pero no dijo nada, sintió como el menor de los Black se colocaba a su lado viendo como sus dedos buscaban entre todos los discos.

—¿Qué tanto amas la música? —preguntó él de pronto y ella sonrió.

—Tanto como amo los dulces. ¡Aja! —dijo sacando el disco y colocándolo correctamente, lo encendió y en cuanto puso la aguja, una melodía suave y lenta comenzó a llenar cada rincón de aquella habitación. Ella se giró para verlo con una sonrisa—. Anda, bailemos un poco.

Tomó el plato y lo dejó sobre una pequeña mesita que estaba cercas y extendió una mano que Regulus aceptó gustosamente.

Regulus puso una mano sobre su cintura mientras ella ponía una sobre su hombro y las que quedaban libres las unieron, levantándolas casi a la altura de la cabeza y comenzaron a balancearse al ritmo de la música.

Ambos se miraban a los ojos con una pequeña sonrisa en sus labios. Regulus la soltó de la cintura para que diera una vuelta sobre sus talones y volvió a colocarla en su lugar.

No había necesidad de hablar, con sólo la mirada se decías muchas cosas y era extraño, seguían pensando que era imposible enamorarse de alguien en tan poco tiempo de conocerse, pero Regulus y Emmily demostraron lo contrario y lo seguirían demostrando, porque lo que sentían por el otro era más grande lo que pensaron sentir alguna vez.

La castaña se inclinó y besó sus labios.

—Te amo.

—Yo te amo a ti —volvió a besarla delicadamente y cuando se separaron le preguntó—. Tú me preguntaste que es lo que yo quería, pero, ¿Qué hay de ti? ¿Qué es lo que tú quieres?

Sin dejar de bailar, Emmily pensó en aquella pregunta.

—Que las personas que amo sean felices, no quiero nada más, bueno, quizás viajar otra vez a París, pero por el momento me conformó con eso —le sonrió de lado y él le regresó el gesto.

—Sabes, ahora que estás metida en esto-... —empezó a decir, pero Emmily le interrumpió.

—Otra vez no empieces con eso, Reg. Si decidí esto es porque te amo y no quiero dejarte solo. Estaré a tu lado todo el tiempo que tú me quieras a tu lado y nadie, ni tus padres podrán hacer que cambie de opinión.

—Sabes, creo que ya sé que es lo que quiero —la miró a los ojos—, tenerte a mi lado para toda la vida, y si hay otra vida después de la muerte, también te quiero a mi lado.

La castaña sonrió ampliamente.

—Eres todo un cursi, Regulus Black, pero yo también quiero eso, quiero estar a tu lado eternamente —volvió a besarlo y siguieron bailando, todo lo que pasará a su alrededor, ni siquiera se dieron cuenta de que alguien había escuchado aquellas palabras.

Walburga había llegado y al escuchar la música subió las escaleras y al llegar al salón del tapiz se encontró con una escena que, aunque no lo diría en voz alta, le agrado.

Ver a su hijo bailando en medio de aquella sala con la castaña, ver como la miraba, como si no existiera nada más a su alrededor y ver que la joven lo miraba de la misma manera, más las palabras que logró escuchar de ambos le hizo darse cuenta que lo que ellos sentía realmente era amor.

Que ellos eran almas gemelas.


Toujours Pur

𝙉𝙚𝙭𝙩 𝙩𝙤 𝙮𝙤𝙪 // 𝙍𝙚𝙜𝙪𝙡𝙪𝙨 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠 (𝘗𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘗𝘢𝘳𝘵𝘦) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora