64||Diosa Hécate

2.7K 271 22
                                    




❝No es por lo que eres, es por lo que transmites. Ahí está tu magia❞


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


Diosa Hécate


Las semanas pasaron y Emmily y Regulus habían acordado descubrir que es lo que el Señor Tenebroso escondía, ¿Por qué era tan importante aquel collar? Esa era la principal pregunta que tenían.

Emmily quería descubrir su secreto, esperando que así pudieran detenerlos. Leer el Profeta cada día, ver cuantas personas inocentes mueren era algo que no le agradaba. Saber que existen personas que intentaron esconderse, como Anna y su familia y aun así terminaron muertos; así como la novia de Remus, Dorcas Meadowes, que murió a manos del mismo Voldemort. No quería ese final para su primo, para Lily ni para los amigos ellos. Inclusive temía por sus propios amigos.

Por otro lado. Regulus estaba cansado, no soportaba más torturar y matar a personas inocentes. Ya no quería hacerlo. Más de una ocasión le tocó enfrentarse a su hermano sin que él lo supiera. No sabía en qué se estaba metiendo, más que hacerlo por su familia, lo hizo por sentir el poder, pero ahora se daba cuenta de la mierda que era todo eso.

—¿Qué se traen tu y Regulus? —preguntó Tulio una tarde, estaba sentado en la cama de Emmily, mientras que ella estaba sentada en la silla de su tocador, con la vista sobre el libro que le dio Ángel Arche.

—¿A qué te refieres?

—Que desde hace unos días han estado muy... raros —frunció el ceño y después abrió los ojos de par en par— ¿No me digas que estas embarazada?

Emmily frunció el ceño y se giró para verlo.

—Por supuesto que no, no siquiera hemos... nosotros... ya sabes —regresó su vista al libro, ligeramente incomoda por eso—. Y no tramamos nada.

—Sabes, a veces eres la mejor mintiendo, pero a veces no —se puso de pie y caminó hasta quedar detrás de su amiga, apoyando las manos en el respaldo de la silla—, y esta ocasión es donde no sabes mentir. Dime en qué puedo ayudarte, Emmy y lo haré. Pará eso somos amigos ¿no?

La castaña soltó un suspiro. No le iba a decir la verdad de lo que querían descubrir, eso sería ponerlo en riesgo.

—Y te agradezco tu ayuda, Tulio, siempre lo he hecho. Pero en esta ocasión no puedes ayudarme, porque si lo haces, te arriesgaras.

—¿Tan grave es? A demás, no pienses que te dejaré hacer algo estúpido.

Lo observó a través del espejo, tenía la misma apariencia que Regulus; unas enormes manchas oscuras debajo de sus ojos, aunque no se le notaban tanto como a Regulus, su rostro estaba más delgado, simplemente se le veía cansado. Se puso de pie para verlo a los ojos.

—Por favor, Tulio, si puedes dejar esto, hazlo.

—¿Dejar que? ¿Al señor Tenebroso? —la castaña asintió— Emmily, una vez aquí dentro, no hay manera para salir.

—Si la hay, y lo sabes, y esa salida es estar muerto, y es lo que no quiero que te pase.

—Pero, técnicamente vamos ganando, el Señor Tenebroso va ganado.

—Sí, quizás va ganando, pero, ¿Qué pasará cuando gane? ¿Cuándo tenga el control de todo? —Tulio frunció el ceño, sin entender a dónde quería llegar su amiga— Si fuiste bueno, útil, te deja tranquilo, pero si no lo fuiste, no dudará en matarte, y no sólo a ti, a tus padres, a tu hermana, o todos los demás solo por el hecho de que no quisieron unirse a él desde un principio.

—Te estás arrepintiendo de elegirlo a él ¿verdad?

—Yo jamás lo elegí a él, estoy aquí por Regulus y quizás, para conseguir información para ayudar a James.

—¿Entonces es Regulus quien se está arrepintiendo?

Emmily suspiro.

—Quizás —se encogió de hombros—. Pero esta es tu decisión, Tulio. Piensa en lo que te dije y espero que tomes una buena decisión. Y también espero que no digas nada de esta platica a nadie, supongo que sabrás lo que el Señor Tenebroso nos haría si se entera de esto.

—No diré nada, pero... —paso un mechón de su cabello por detrás de su oreja—. Piensen bien las cosas antes de hacerlas, no dejes que el instinto te lleve a hacer cosas de las que te puedas arrepentir. Eso déjalo para mí. Eres astuta e inteligente, Emmily, pero a veces eres tan osada que no te importan los riesgos.

—Me conoces tan bien —le sonrió para después abrazarlo—. Y descuida, que pensare bien las cosas.

Aquella noche bajo a la cocina, no podía dormir por más que diera vueltas en la cama, no conseguía caer en los brazos de Morfeo. Se preparo una taza de té y se sentó en la mesa, pensado en todo y a la vez en nada. El que Regulus le dijera que no quería estar más es todo eso y quería buscar la manera de ayudar a Dumbledore a acabar con Voldemort le provoco cierta angustia, pues no sabía si se refería solo a buscar la respuesta al collar o a otra cosa.

Entrelazo sus manos, colocando sus codos sobre la mesa y recargando la frente en sus manos mientras cerraba los ojos.

—Madre Hécate, regina mundi —comenzó a decir en voz baja, recordando el rezo que los Caster le habían enseñado—. A ti acudo en estos momentos, invoco tu presencia de tu rostro de doncella, de madre, de anciana. Señora de los tres rostros, de los caminos del hombre. A ti te invoco tu poderosa ayuda, solo tu eres nuestro consuelo, nuestro refugio, nuestra fortaleza. Te pido en esta noche que ilumines con tu antorcha el andar de las más oscuras noches de tu hijo, Regulus Black, así como de tus hijos, James y Lily Potter, Sirius Black, Remus Lupin, Tulio Caster y Peter Pettigrew y todos aquellos de alma pura. Con tu daga ciñes el cuello de sus enemigos, que tu presencia esté al frente suyo y lo primero que vean con temor sus enemigos es tu más terrible rostro, palidecen ante ti, huyen asustados antes de dañarlos. Salve Hécate. Hecho esta. Agradezco tu presencia ante mi llamado. Salve Hécate, regina mundi.

Cuando abrió los ojos, dio un salto en su lugar al encontrarse a su suegra parada en la entrada de la cocina; llevaba el cabello suelto, cosa que no todos los días veía, y debía admitir que es una mujer muy hermosa y que Sirius se parece demasiado a ella.

—Señora Black, me espanto —dijo la castaña mientras se llevaba una mano a su pecho.

—Lo siento —dijo la mujer caminando al interior de la cocina—, no quería interrumpir... lo que sea que estabas haciendo.

—Solo le estaba rezando a Hécate, pidiéndole un... favor —explicó mientras se llevaba la taza a sus labios.

—Por cierto —Walburga se sentó frente a ella, con una taza en sus manos— ¿Qué es o quien es Hécate? Escucho que el joven Caster también la menciona mucho.

—Hécate es, según me dijo la abuela de Tulio, la diosa de la hechicería y lo arcano, y la veneran magos y brujas, o bueno, algunos los hacen —se encogió de hombros—. Los Caster son muy... creyentes a ella y me enseñaron que, cuando necesite de su ayuda, siempre estará dispuesta a ayudarte.

—Y le acabas de pedir que ilumine el camino de Regulus ¿por qué?

La castaña se encogió de hombros.

—Nunca se sabe. Siempre es bueno tener un poco de ayuda celestial. —Tomó su taza y se puso de pie—. Buenas noches, descanse.

Salió de la cocina dejando a Walburga pensando en eso. Nunca había escuchado nada sobre aquella diosa, pero si sabía que muchos tenías ciertas creencias que muchos desconocían, así que decidió no darle mucha importancia a eso.


Toujours Pur

𝙉𝙚𝙭𝙩 𝙩𝙤 𝙮𝙤𝙪 // 𝙍𝙚𝙜𝙪𝙡𝙪𝙨 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠 (𝘗𝘳𝘪𝘮𝘦𝘳𝘢 𝘗𝘢𝘳𝘵𝘦) ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora