(Corregida)
Ella llegó para cambiar muchas cosas, en especial su vida. Él nunca pensó que una mujer como ella lo haría sentir así, y ellos jamás imaginaron que terminarían juntos.
La historia puede cambiar, algunos serán felices, otros no tanto.
❝Cada persona es su mundo y cada mundo es diferente❞
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Recordar duele
Había pasado ya una semana desde la primera vez que Regulus salió con los demás, y aunque no hablaba de eso con Emmily, ella sabía que no era algo que le gustaba, pues en esa semana había cambiado su forma de ser con ella: optó por volver a ser como antes de que ella llegara, una persona seria, callada y apartada y eso era algo que no le gustaba a Emmily, pues sentía que se estaba apartando de ella, pero había aprendido que era su manera de afrontar las cosas nuevas.
Aquella tarde la castaña estaba en la sala del tapiz, sentada en el banquillo del piano, pasando sus dedos sobre las teclas. La casa estaba en silencio, Regulus se había quedado dormido, por eso no fue a buscarlo, y sus suegros estaban abajo y tampoco iría con ellos para platicar, todavía no se sentía del todo cómoda haciendo eso.
Soltó un suspiro, recordando cuando fue la ultima vez que toco el piano, lo cual había sido desde antes de lo de Fallen. Miró a la puerta, preguntándose si a sus suegros les molestaría que tocará. «Bueno, si les molestara, no lo tuvieran aquí» Pensó y se acomodó en el asiento, recordando alguna de las piezas que su madre le había enseñado a tocar.
Regulus, en su habitación, acababa de despertar y lo primero que escucho fue la melodía tocada por el piano. Salió y se quedó de pie en medio del pasillo, sonrió al escuchar la hermosa, aunque triste al mismo tiempo, melodía y, como si fuera un encantamiento o algo parecido, comenzó a caminar a aquella sala, donde se quedó de pie en el marco de la puerta observando a Emmily tocar aquella pieza, observo como cerraba por un momento los ojos sin dejar de tocar las teclas de una manera casi profesional.
Orión y Walburga detuvieron su charla al escuchar la melodía para después compartir una mirada entre ellos. Hace mucho que el piano no era ocupado, pues la única persona que amaba sentarse por horas a tocarlo, había dejado esa casa hace casi tres años y a Regulus nunca le gustó mucho.
El simple recuerdo de Sirius tocando el piano le provocó un nudo en el estómago a Orión y un nudo en la garganta a Walburga, quien respiro profundo intentando enterrar aquellos sentimientos, como siempre lo ha hecho.
Emmily, aun con los ojos cerrados, pudo ver como diversos recuerdos pasaban por su mente mientras seguía tocando aquella pieza.
Recuerdos de su madre en especial.
Recuerdos donde ambas jugaban en el jardín en cualquier estación del año. De cuando le enseñó a tocar el piano. De cuando intentaban hacer galletas al estilo muggle y terminaban bañadas en harina y las galletas quemadas. De cuando le enseñó a volar en escoba. De cuando le leía o cepillaba su cabello mientras tarareaba una canción. De cuando pasaban horas acostada en el pasto observando el cielo, buscando figuras entre las nubes y reían por lo que decían ver. De todas esas noches donde se quedaba a su lado después de haber sido abusada, consolándola y velando por su sueño.
