000: PRÓLOGO

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Primero de Septiembre, 1971

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Primero de Septiembre, 1971

Cualquiera pensaría que, por ser el primer día en el que asistirá al colegio de magia y hechicería más, por decirlo así, importante de todos, estarías despierta desde temprano, arreglando tus cosas para estar lista. Pero para Alnitak no era así. La joven pelirroja seguía acostada en su cama, profundamente dormida cuando su padre entró para intentar despertarla, sabiendo que sería difícil.

—Pequeña, ya despierta —la sacudió un poco pensando que así despertaría, pero solo ocasiono que se tapara con las cobijas hasta la cabeza—. Vamos a llegar tarde a la estación y perderás el tren —la joven no hacía más que quejarse—, esta bien, entonces no iras a Hogwarts -se puso de pie—, pero ni creas que iras a otros colegios.

—No, ya desperté, ya... vámonos —dijo sentándose en su cama mientras intentaba abrir los ojos. Su cabellos estaba completamente desordenado lo que le daba un aspecto gracioso.

—No que no despertabas —dijo entre risas el hombre de cabellos negros mientras caminaba hacia la puerta—. Apúrate, porque enserio, se te hace tarde. Tu madre no quiere que te vayas sin comer algo.

Cerró la puerta dejando a su hija sentada en la cama esforzándose por abrir los ojos y levantarse de la cama. Frunció el ceño intentando recordar por qué la había despertando tan temprano. Abrió los ojos de par en par y se puso de pie de un salto al recordar que era por que ese día era su primer día en el colegio de Hogwarts.

Se encerró en el baño para darse una buena ducha para intentar despertar bien. Después de casi diez minutos salió de su habitación con su mejor ropa: unos pantalones de mezclilla con una playera negra, lo que le hacía resaltar sus cabellos rojizos. Bajo las escaleras casi corriendo para poder llegar a la cocina, donde se encontró a sus padres y abuelos sentados en la mesa ya desayunando.

—¡Bueno días, familia! —saludo con una alegría que logró contagiar a los demás— Buenos días abuelo —beso la mejilla del hombre de cabellos blancos.

—Buenos días, estrellita —saludo aquel hombre mostrándole una sonrisa casi parecida a la que su nieta tenía en su rostro.

—¿Cómo amanecieron las mujeres más hermosas de la casa? —preguntó Alnitak besando la mejilla de su abuela y acercándose para saludar a su madre.

—Muy felices de que por fin nos libraremos de ti —dijo con burla la mujer de cabellos rojizos y ojos ámbar antes de reír al ver cómo su única hija se cruzaba de brazos mientras hacía un puchero y fruncía el ceño—. No es cierto, mi niña. Es claro que te vamos a extrañar ahora que no vas a estar aquí los siete días de la semana.

—Y yo los voy a extrañar a ustedes, también a Valery y John. No fue fácil decirles que me iba a un "internado" —dijo haciendo comillas en la última palabra. Tomó su cuchara para llenarla de cereal y después llevarla a su boca mientras su abuela hablaba.

𝘼𝙡𝙣𝙞𝙩𝙖𝙠 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠// É𝙥𝙤𝙘𝙖 𝙈𝙚𝙧𝙤𝙙𝙚𝙖𝙙𝙤𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora