A pesar de llevar el mismo apellido, no era para nada parecida a su familia.
Alnitak Black conocerá a esa parte de la familia, que despreciaron a su abuelo por nacer diferente, cuando ella entre a Hogwarts, pero no todos ellos son despreciables, en...
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Alnitak se sentó con los pies arriba mientras sacaba uno de los libros que Valery le había regalado «el retrato de Dorian Grey» ya lo había leído dos veces pero no le aburría. Tan sumergida estaba en su lectura que no notaba a todos los que pasaban fuera de su compartimento, solo alzó la vista cuando escucho la puerta abrirse. Dos jóvenes, una rubia y una pelinegra le miraban con una sonrisa tímida.
—Hola, ¿Podemos acompañarte? Todo ya está lleno —habló la rubia encogiéndose de hombros.
—Adelante, pónganse cómodas —Alnitak les sonrió y observó como dejaban sus baúles debajo del asiento para después sentarse en el asiento frente a ella.
—Soy Marlene Mckinnon —volvió a hablar la rubia.
—Y yo soy Dorcas Meadowes —dijo la pelinegra sonriendo.
—Y yo soy Alnitak Black.
Ambas alzaron sus cejas con sorpresa.
—¿Una Black pelirroja? Eso es nuevo.
La pelirroja se encogió de hombros.
—Llegue para romper las tradiciones, supongo —las tres soltaron una pequeña risa. La actitud de la chica Black lograba que cualquiera se sintiera en confianza y eso mismo paso con ambas jóvenes, que se olvidaron un poco de los nervios que sentían.
—¿Eso quiere decir que quedaras en otra casa que no sea Slytherin? —preguntó la pelinegra.
—Esa es la idea, aunque la verdad me da igual en que casa quede —las tres se giraron en el momento que la señora del carrito se detuvo afuera de su compartimento.
—¿Quieren algo, pequeñas? —dijo con una sonrisa amable.
—Yo sí, me muero de hambre —de un salto, Alnitak camino hacia la puerta, observando todos los dulces que había en el carrito—. Quiero... tres ranas de chocolate, unas cinco varitas de regaliz y... creo nada más.
La señora del carrito le entregó lo que pidió mientras que la pelirroja le pasó el dinero para después sentarse de nuevo. Las otras dos se acercaron para pedir lo suyo. Todo el viaje la pasaron hablando, contando cosas que hicieron antes de estar ahí. Cuando el sol comenzó a esconderse detrás de las colinas, las tres fueron en busca de los baños para cambiarse.
Cuando llegaron a la estación de Hogsmeade, todos los estudiantes bajaron, Alnitak observó como todos se dirijan hacia el bosque donde habían unos carruajes, estaba por caminar hacia donde ellos también caminaban, pero una voz la detuvo.
—Los de primer año por acá, todos los de primer años acérquense —los más pequeños se acercaron al hombre que, conforme se acercaban se dieron cuenta que se trataba de un hombre mucho más grande que cualquier otro hombre. «Un gigante» Pensó Alnitak sin apartar sus ojos de él— ¿Hay más de primer año por aquí? Miren bien por donde pisan.
