A pesar de llevar el mismo apellido, no era para nada parecida a su familia.
Alnitak Black conocerá a esa parte de la familia, que despreciaron a su abuelo por nacer diferente, cuando ella entre a Hogwarts, pero no todos ellos son despreciables, en...
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Parado frente al espejo, James se acomodaba la corbata que ya había acomodado anteriormente. No quería mostrar su nerviosismo, quería estar tranquilo, pero estaba a nada de ir a cenar por primera vez con sus suegros.
¿Quién no estaría nervioso por eso?
Ya habían comenzado las vacaciones de navidad y todos habían ido a casa, como era de esperarse, solo que a un día de que lo hicieran, le llegó una carta de Lily donde decía que sus padres lo invitaban a cenar para poder conocerlo mejor. Euforia y nerviosismo. Es fue lo que sintió James. Es obvio que saben que él es mago, pero ¿Y si dice algo que no les guste y le hagan romper su noviazgo con Lily? No, eso no puede pasar, le costó mucho y no iba a arruinarlo.
—Desde aquí puedo ver como están trabajando los engranes de tu cerebro —la voz de su padre le hace salir de sus pensamientos y se gira para verlo parado en la puerta con una expresión de diversión—. Nunca te había visto tan nervioso.
—Será porque es la primera vez que me presentaré ante mis suegros —dice James con cierto sarcasmo en su voz. Suelta un suspiro y se sienta en la orilla de su cama—. ¿Algún consejo que quieras decirme?
Fleamont hizo un gesto como si estuviera pensando y terminó por encogerse de hombros.
—Se tu mismo, solo que un poco menos... egocéntrico.
—No soy egocéntrico.
—A veces si —el hombre le hace una seña a James para que se ponga de pie y así lo hace, se acerca y Fleamont le acomoda la corbata—. Te va a ir bien, eres un Potter, todo es fácil para nosotros.
Sin poder evitarlo, James suelta una risa y niega con la cabeza.
—Y dices que yo soy el egocéntrico. —James camina a su escritorio y toma su abrigo de la silla antes de dirigirse a la puerta—. Bien, me voy, no quiero llegar tarde.
Ambos bajaron y Fleamont lo acompañó a la puerta.
—Suerte y diviértete —Fleamont le da una palmada en el hombro a James—. Tu madre y yo vamos a ir a cenar, así que si llegas antes...
—Sí, está bien. Disfruten de su cena.
—Y tu disfruta de la tuya.
Padre e hijo compartieron una sonrisa divertida y James desapareció, recordando la dirección que Lily le había dicho. Cuando sus pies volvieron a tocar tierra, James miró todo a su alrededor, dándose cuenta de que, a pesar de ser un vecindario bonito, no era nada a como son las casas de por donde él vive. Caminó entre la calle viendo cada número en las casas, no estaba lejos.
Siguió su camino hasta que, al final de la calle, encontró por fin la casa de su novia.
—Bien, James, no es nada de otro mundo —se dijo a sí mismo—, solo relájate y todo saldrá bien.
