A pesar de llevar el mismo apellido, no era para nada parecida a su familia.
Alnitak Black conocerá a esa parte de la familia, que despreciaron a su abuelo por nacer diferente, cuando ella entre a Hogwarts, pero no todos ellos son despreciables, en...
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-Sirius-
Gracias al castigo con el viejo Flitwick, nos perdimos la cena, pero no importa, doy gracias a qué Peter descubriera la manera de entrar a las cocinas, y es de ahí de dónde estoy saliendo.
En su momento llegué a pensar que todos los elfos domésticos eran iguales a Kreacher o a los que tienen los Malfoy, pero estos del colegio son más amables.
Me doy una vuelta por el segundo pasillo, tratando de hacer tiempo y sueño, ya que Alni debe de estar muy ocupada con Remus. Cuando me terminó el último panque, me sacudo las coronas y meto las manos en los bolsillos de la chamarra que llevo puesta.
Ya no hay nadie afuera, pronto comenzará el toque de queda, pero eso nunca me ha importado mucho.
Cuando llegó a las escaleras, estás están cambiando y de ellas aparece Esmeralda, que apenas me mira, alza una ceja y me sonríe.
—¿Por qué tan solo, Black? —pregunta bajando los últimos escalones y quedando frente a mí.
—¿Desde cuándo me llamas por mi apellido? —doy un ligero paso atrás cuando ella se acerca más.
—Desde que tienes... novia —hace gesto casi de desagrado al decir esa palabra y creo que hasta a mí aún me resulta algo extraño escucharla—. Con eso que se pone algo celosa si alguien se les acerca.
—¿Alni no se pone celosa?
Bueno, quizás si, un poco.
—Vamos, Sirius, todos lo hemos notado, la manera en la que se pone cuando esa chica de Hufflepuff se acerca a Lupin.
—Con Damaris no son celos, es... precaución.
No tengo que decir sobre que, porque todo el castillo se enteró de lo que pasó.
—Bien, eso puede que tenga sentido, pero ¿Qué tal cuando le hizo un drama a Roger en la sala común solo por estar hablando con una de sus compañeras? Hasta terminaron por eso. —Mi ceño se frunce porque eso no lo sabía y Esmeralda lo nota—. Vaya, no lo sabías. Ups.
—Eso no importa, Snow era muy poco para Alni.
Los labios de Esmeralda se fruncen y mira a su alrededor.
—Y hablando de ella ¿Dónde está? —sus ojos oscuros de encuentran con los míos y vaya que conozco esa mirada.
—Con Remus.
Asiente con la cabeza y da un paso más hacia mí.
—Bueno, pues es obvio que tú novia se está divirtiendo con él —da un paso más y sus dedos juegas con la cadena plateada que Cristina me regaló en navidad—, ¿Por qué no vamos y nos divertimos también? No tiene porqué enterarse.
