052: DOS DEPREDADORES Y SU PRESA [+18]

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-Alnitak-

No puedo creer que este pasando.

¿Desde cuando lo habían planeado? 

¿Desde cuando yo lo quería? 

Esto es demasiado emocionante y más porque todavía hay mucha gente en la fiesta, pero no me detengo a pensar en eso, solo subo las escaleras con Sirius detrás de mí, Remus ya había entrado primero y espero que eso no haya llamado la atención de alguien más. Y sí, no me importa.

El corazón lo siento acelerado y cuando llegamos al segundo piso, veo a Remus entrar a la habitación del final, así que es allá a donde mis pies me llevan. Al entrar a la habitación, mi ojos ojos se encuentran con los del castaño.

—¿Estás segura de esto? —pregunta y yo acorto la distancia, quitándole el saco del traje. 

—Si no lo estuviera, no estaríamos aquí.

Paso la mano por su nuca y, gracias a los zapatos con tacón, es que puedo alcanzar su boca sin problema. Él me corresponde al instante, colocando sus manos en mi cintura. La puerta se cierra y de un momento a otro ya no escucho el ruido de la fiesta, lo que me indica que Sirius silenció la habitación y, espero, también la bloqueó.

Lo siguiente que siento es a mi primo apartar mi cabello y comenzar a besar desde mi hombro hasta mi cuello. Besos, pequeñas mordidas, mientras sus manos me recorren descaradamente el trasero, apretando una de mis nalgas.

—Espero y puedas soportarnos a los dos, amor —dice Sirius muy cerca de mi oído y siento como su mano se detiene en el cierre del vestido, el cual comienza a bajar. Remus deja mi boca y comienza a besar mi mandíbula y cuello.

—Porque esta noche será larga —añade Remus mordiendo mi lóbulo. Hecho la cabeza hacía atrás, dándoles más espació a mis chicos. 

Sentirlos y escucharlos de esta manera me enciende de una manera que siento que mi piel está en llamas. Cierro los ojos y siento que mi vestido queda a mis pies cuando Sirius termina de desatar la parte del cuello, quedando únicamente en bragas, ya que no necesitaba sujetador por el vestido. 

—Tan preciosa —murmura Remus separándose un poco para verme de pies a cabeza—. Una Diosa en todo su esplendor. 

No duda en adueñarse de uno de mis pechos, el cual se lleva a la boca, chupando y mordiendo ligeramente mi pezón mientras con una mano atiende el otro.

—Y nuestra bendita perdición —dice Sirius, me hace girar la cara para poder adueñarse de mis labios, callando los gemidos que me provoca el trabajo que está haciendo Remus.

𝘼𝙡𝙣𝙞𝙩𝙖𝙠 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠// É𝙥𝙤𝙘𝙖 𝙈𝙚𝙧𝙤𝙙𝙚𝙖𝙙𝙤𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora