044: CUATRO MESES

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-Alnitak-

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-Alnitak-

A veces me pregunto como es que el tiempo puede pasar tan rápido. 

Puedo recordar como si hubiera pasado hace una semana que Remus llegó a salvarme de ese idiota de Slytherin, diciendo que era mi novio para que dejara de molestarme y en ese mismo día, me confesó lo que sentía por mí, pidiendo ser su novia, a lo que no me pude negar, obviamente. 

Pero no fue hace un mes, fueron hace cuatro meses, para ser exactos. 

Y también, hace casi cuatro meses, más o menos, empecé con una relación abierta con mi primo y mi vida cambió un poco con eso. 

Mentiría al decir que al principio no tenía miedo de que ese no saliera bien para ninguno de los tres, pero me equivoque. Todo a salido bien. Bueno, dejando de lado las veces que me han llamado puta o zorra o cosas parecidas por salir con dos, y las veces que mis dos novios han intentado golpear a aquellos que me llaman así, todo a salido bien. 

Pero volviendo al tema de mí aniversario con Remus, se me ocurrió pedirle a mi madre que me mandara un reloj que habíamos visto la otra vez en una tienda. No soy muy buena con eso de dar regalos en aniversarios, las ideas se me agotan hasta con los cumpleaños, pero se que este reloj le va a gustar.

Lo bueno, que Sirius dejó bien en claro que para nosotros no iba a existir una fecha en especial, porque a él le gusta contar desde nuestros encuentros secretos y planear una fecha y los memes que "llévalos" es algo muy confuso.

Esa tarde le pido a Lily que me acompañe a la lechucería para ver si sí llegó a tiempo mi pedido.

—Si nos agarra la lluvia, es seguro que me enferme —dice Lily mirando el cielo nublado y acomodando su abrigo.

—A, pero eso no te importo la otra tarde —comento subiendo primero por las escaleras.

—¿Qué otra tarde?

—La tarde donde ayudaste a James con las pelotas de Quidditch y hasta se quedaron jugando bajo la lluvia —la miro por encima del hombro y mi amiga solo rueda los ojos, pero sus mejillas se sonrojan un poco—. Solo faltó que se dieran un beso bajo la lluvia.

Acelero mis pasos sin dejar de sonreír.

—¡Ya vas a empezar tú también! —casi grita y es porque tanto Marlene como Dorcas y hasta Sirius se han estado burlando de eso.

No le contesto y por fin, después de mil escaleras —bueno, quizás no tantas—, llegamos arriba, donde diversas lechuza y búhos entran y salen de las ventanas sin vidrio o se acomodan en sus pequeños nidos.

Y para mí suerte, Ozzie, mi lechuza, va llegando con un pequeño paquete ya envuelto en papel y con un pequeño moño.

—Muchas gracias, hermosa —digo, acariciando su cabeza, lo que hace mí ave cierre los ojos y ululue  en respuesta de mis caricias.

𝘼𝙡𝙣𝙞𝙩𝙖𝙠 𝘽𝙡𝙖𝙘𝙠// É𝙥𝙤𝙘𝙖 𝙈𝙚𝙧𝙤𝙙𝙚𝙖𝙙𝙤𝙧𝙖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora