Aún sin abrir los ojos, sintiendo el calor del edredón que me envuelve. Estoy acurrucada en la cama de Jumin, y el recuerdo me arranca una sonrisa. Me muevo un poco, parpadeo, y abro los ojos de a poco.
Desde luego, Jumin se levantó mucho más temprano que yo.
Me fijo en el reloj y... ¿las 10:35 a.m.?
Me siento y vuelvo a estirarme, bostezando sonoramente. Hasta que soy consiente de la figura de pelaje blanco y pomposo recostada a los pies de la cama.
― Hey, hola, bonita. ― saludo a Elizabeth III, estirándome hacia ella y haciéndole mimos en el vientre. ― Hace mucho no te veía.
La gata, agradecida por el gesto, ronronea y se remueve gustosa.
― ¿Dónde estará tu papá, eh? ― pregunto, mientras Elizabeth III toma uno de mis dedos entre sus pequeñas patitas y juega con él. ― Vamos a buscarlo, pequeña.
Me levanto con lentitud, encuentro unas pantuflas colocadas a los pies de la cama, mientras Elizabeth III se estira y de un salto ágil cae con gracia al suelo.
Veo el albornoz a juego de la bata que traigo puesta, descansando en el respaldo de la silla del vanity. Me lo pongo, y justo cuando estoy por salir de la habitación, algo me detiene.
La vista desde el enorme ventanal me llama la atención. Me acerco, y mis dedos tocan el cristal frío. El mundo exterior parece completamente transformado. Los edificios y árboles ahí abajo están cubiertos de nieve, y el paisaje se extiende en un blanco brillante hasta donde puedo ver. El cielo, despejado, es de un azul suave, y el rio Han se ve más quieto que nunca.
Escucho el maullido de Elizabeth III, esperando frente a la puerta. Salgo al pasillo y de inmediato se escucha música clásica desde la sala. Jumin está sentado en el sofá, con la espalda recta y una pierna cruzada sobre la otra, concentrado en lo que parece ser un informe.
El cabello ligeramente desordenado. Viste ropa relajada, pero segué viéndose increíblemente atractivo; la camisa oscura que lleva le sienta de maravilla, y la serenidad en su rostro mientras lee lo hace ver casi inalcanzable.
Interrumpe su lectura al percatarse de la gata que ha llegado hasta sus pies, demandando atención.
― ¿Qué necesitas, Elizabeth III? ― le dice cariñosamente, y hasta podría decir que paternalmente, mientras le sonríe y acaricia con delicadeza, desde las orejitas, recorriendo el lomo y hasta llegar a la cola.
El cuerpo de Elizabeth III se arquea suavemente hacia arriba, siguiendo el movimiento de la mano de su amo. Le ronronea, embelesada. Y me siento identificada con ella, ya que Jumin me hace sentir de ese modo.
Me quedo en el umbral por un momento, observándolo, hasta que finalmente, decidió llamar su atención.
― ¿Trabajando en fin de semana? ― pregunto con una sonrisa juguetona.
Él alza la vista, y cuando nuestros ojos se encuentran, una pequeña sonrisa aparece en su rostro.
― Nada de eso. ― responde, relajado.
― No me extrañaría viniendo de ti. ― le digo, con una ceja levantada.
Suelta una risa suave, casi culpable, y deja los papeles sobre la mesa del centro. Extiende una mano hacia mí, aún sentado en el sillón.
― ¿Qué sigues haciendo ahí en el pasillo? ― pregunta.
Sonriendo, camino hacia él y me acomodo sobre sus piernas, rodeando su cuello con mis brazos. Me acerco y le doy un beso en la mejilla.
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En los brazos de Jumin Han
FanficPor extrañas circunstancias, Danny ahora es un miembro de la RFA donde conoce a un grupo peculiar en el que se encuentra Jumin Han. Tal parece que el pasado de Danny se niega a dejarla ir. Fanfic inspirado en el juego Mystic Messenger. Aclaro que...