Treinta y cuatro

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Harry y Hermione se habían sentado en la mesa de la cocina, con expresión todavía de aturdimiento, Regulus, jugando el incómodo papel de adulto responsable en la sala, había puesto a calentar agua y rebuscaba en las gavetas de la cocina el lugar donde Kreacher escondía el té, la solución más simple era llamar al elfo, pero sabía de primera mano que a Harry no le pondría exactamente alegre verlo, a él mismo le había costado mucho perdonar y pensaba que nunca podría hacerlo del todo.

Aun cuando su madre nunca había cocinado realmente, él sabía del gusto culposo que tenía por las golosinas, y donde las escondía; en los cajones dobles junto al armario congelante. Abrió la puerta principal y después la secundaria, justo al fondo desde abajo, y allí estaban, una caja del más caro té, junto con una caja de galletas.

- ¿Qué pasó exactamente? - preguntó mientras revisaba que el agua estuviera hirviendo -. Son las once y media ¿Esperaban atraparlos dormidos?

- Seguramente - contestó Harry echado hacia atrás en su silla -. Pero fue demasiado repentino; nos llegó un patronus de Kingsley, le llegó al señor Weasley, decía que Vo... perdón, ya-saben-quien había tomado el ministerio y asesinado al ministro, aparentemente Scrimgeour no le dijo nada sobre mí antes de que lo asesinaran, pero decidieron que los Weasley eran los principales sospechosos de ocultarme... así que irían a visitarlos en ese mismo momento.

- Apenas tuvimos tiempo de cambiarnos mientras Ginny y la señora Weasley metían nuestras cosas en los baúles - suspiro Hermione, Regulus sirvió el agua en las tazas y se las pasó a los otros dos, antes de abrir la caja de galletas -. Aún no puedo creer que tengan el ministerio, estoy segura de que mañana mismo comenzarán a perseguirnos oficialmente.

- Y sin Dumbledore no sé qué más debo hacer - suspiro Harry echándose hacia atrás y tomando un sorbo de su taza, Regulus le imito mientras pensaba en algo, hizo una mueca por el sabor demasiado amargo del té y lo dejó en la mesa para buscar el azúcar -. Donde comenzar a buscar... Dumbledore dijo que quedaban tres horrocruxs y el propio ya saben quién - comentó Harry mirando con el ceño fruncido el té -. ¿Qué estás buscando?

- El azúcar - contestó Regulus.

- ¿De qué año son estas galletas? - preguntó Hermione con la nariz fruncida, Regulus miro la que sostenía Hermione, estaba seguro que verde y negro no era el color que deberían tener.

- Pues... no tengo idea.

- Olvidémonos de las galletas ¿Tiene el té la misma edad? - preguntó la chica mirándolo de una manera que le hizo encogerse.

- Supongo.

- ¿Cómo es que has estado viviendo por tu cuenta tanto tiempo? - dijo levantándose y retirando de la mesa la vajilla.

- Gracias a Kreacher, pero no sé dónde esconde las cosas - contestó haciéndose a un lado para que Hermione pasará a botar el té por el drenaje -. No sabía si llamarlo... desde lo de Sirius, no sé si se sentirían cómodos con él aquí.

- No lo llames - dijo Harry con firmeza, Regulus asintió -. Si te ha estado dando de comer debe haber comida en la casa... Aun si es para el desayuno porque no me siento con ganas de nada en este momento ¿Continuamos hablando sobre los horrocruxs?

- Sí - asintió Regulus sintiéndose avergonzado -. Los tres que quedan son; la copa que debe estar en Gringotts, la serpiente que tengo entendido que Voldemort la lleva siempre consigo y la diadema de Ravenclaw, en algún lugar desconocido del colegio.

- No sé cómo vamos a conseguir ninguna - suspiro Harry con frustración, Hermione también parecía algo afligida.

- Supongo que el primer sitio sería Hogwarts, todos los profesores respaldaban a Dumbledore - meditó Regulus -. Deberíamos comenzar por allí... Pero ahora vamos a dormir, creo que ninguno se está en condiciones de pensar en este momento.

El diario de Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora