Tres

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Hermione era siempre la primera en despertarse de su dormitorio, su cama tenía las cortinas cerradas y la luz entraba apenas. Ella se sentía como si no hubiera descansado nada la noche anterior, necesitaba darse un baño y desayunar, se sentó y se estiró, en serio se sentía como si acabara de sobrevivir al apocalipsis, había tenido un sueño de lo más extraño, por primera vez en días había vivido el sueño de siempre desde una perspectiva y descelace diferente.

Se levantó como pudo, se sentía mareada y con dolor de cabeza, como si hubiera dormido muy poco la noche anterior, camino hacia su baúl y se arrodillo a buscar lo necesario para darse un baño; toallas, jabones y fuera de su baúl estaban las... ¿Por qué había un chico sentado al borde de su cama mirándola fijamente con sus ojos grises?

Se suponía que era un sueño....

¿Por qué estaba allí? ¿Acaso seguía soñando?

Su estado de adormecimiento se alejó dando paso a la lucidez y Hermione ahora sí fue capaz de recordar con mayor claridad lo que la noche anterior había dado por alguna especie de pesadilla; Recordó que había aparecido justo frente a la puerta de la cueva vistiendo su pijama, sentada sobre la fría y húmeda piedra frente a la puerta de la cueva y con la varita fuertemente agarrada en la mano.

- Ya estoy interviniendo demasiado, el destino no debe ser influenciado por quienes deben resguardarlo - había dicho la niña hace unos minutos extendiendo la mano hacia ella después de que ha hubiera despertado en medio de la noche -. Así que no puedo mostrarme todo el tiempo como me ves ahora, pero ya sabes que hacer, lo que hay allí, te lo he mostrado demasiadas veces y te guiaré, toma tu varita y ven conmigo.

La niña extendió su pequeña mano hacia Hermione que luego de tomar aún medio dormida su varita mágica del velador, le dio la mano.

La mano de la diosa, si es que se le podía llamar así, era de cerca de la mitad del tamaño de la mano de Hermione, pero apenas sus manos se tocaron Hermione sintió como si fuera rodeada de viento, agua y frío, cuando abrió los ojos estaba sentada frente a la puerta que tantas veces había visto en sueños y una briza helada, producto del choque del agua sobre las rocas, le mojaba la pijama, pero el frío no era insoportable y casi escucho de nuevo a la niña reír y sintió como si le preguntara "¿Crees que no he tomado en cuenta librarte del frío? No puedo permitir que te enfermes".

Aún pese a todo, Hermione sintió que este era como tantas otras veces un sueño, solo que esta vez no seguiría a Regulus sino que ella tomaría su lugar, no era una idea muy agradable, pero era solo un sueño, así que se puso de pie temblando, conjuro un lumos y dándose cuenta de que a diferencia de Regulus, ella no tenía ninguna daga a mano, dudosa terminó por tomar una piedra puntiaguda que convenientemente estaba a poca distancia de sus pies y abrirse una herida irregular en la palma de la mano, fue más doloroso de lo que hubiera imaginado que sería herirse en un sueño, colocó la palma sobre la puerta y esta se abrió, aparentemente no distinguía entre hijos de muggles y sangre puras, la chica avanzó manteniendo su varita en alto aunque sabía que necesitaría apagarla para curarse la herida de la mano.

"No, aún necesitamos sangre" dijo ahora claramente en su mente la voz de la diosa "La necesitamos para llamar a Regulus, para deshacer las protecciones que puse sobre él".

- ¿No pondrá inquietos a los inferis? - Susurro Hermione.

"Si, lo harán, no les gustara sentir la presencia de sangre viva y muchos se molestaran también que se les quite a la presa que no han logrado obtener aunque atraparon"

- Sé más clara...

"Regulus está como dormido, congelado en el tiempo, lo normal es que hubiera terminado convertido en uno de ellos, lo hubiera hecho de no ser por mí, los inferis son incapaces de pensar, pero sienten que algo no está como debería"

El diario de Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora