Capítulo 34

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Si el Lord se hubiera presentado en Yule mis nervios hubieran podido calmarse un poco, aún si el resultado hubiera sido malo y termináramos todos muertos, al menos habría terminado todo. Pero esto se seguía alargando, comenzaba a pensar que ya no habría un final para mí y a veces me encontraba pensando que tal vez si morí ese día y este era mi infierno personal hecho para alargar mi desdicha.

Al menos tener a Hermione rondando por la casa ayudaba a distraerme un poco, incluso los arrebatos infantiles de mi madre fueron una grata distracción. Fuera de la casa, donde tenía que ser el responsable y decente heredero de la casa Black, mis contactos como mortífago y mi nueva reputación de miembro importante en nuestro grupo me dio la posibilidad de avanzar en mi proyecto de independizarme, siempre era muy conveniente tener información privilegiada y mi posición actual me la facilitaba.

Por desgracia estos asuntos me mantenían fuera de casa demasiado tiempo y la incertidumbre aumentaba, me daba miedo salir y que al volver el Lord haya decidido vengarse con ellos de mi traición, por primera vez se sentía real la posibilidad que muchos magos habían temido desde el comienzo de la guerra, nunca creí tener que preocuparme por eso.

Harry y Hermione eran buenos en duelo, mi madre y yo por otra parte no lo éramos, aún si mi fuerte era la defensa temía no poder aguantar mucho si nos superaban en número. Por lo que me aseguré de que Severus se mudara a pasar las fiestas con nosotros, él solo no podría ayudar demasiado si nos superaban en número pero me daba algo de tranquilidad tenerlo aquí.

Así que lógicamente, uno de estos días después de regresar a casa, accidentalmente, porque siempre he sido muy torpe y Severus lo sabe, dejé que uno de los magos secuestrados recobrara ligeramente la conciencia.

—No es mi culpa que se despertara —me había quejado mirando al piso cuando comenzó a regañarme—. Tal vez sí. ¡Pero no te puedes imaginar lo estresado que he estado últimamente!

—¿Quieres que te prepare un inhibidor de nervios? —me había preguntado con fastidio mientras fruncía las cejas.

—¿De verdad piensas que es buena idea darme algo que elimina completamente tu capacidad de sentir miedo y de autopreservación? —No me respondió, solo me quedó mirando de una manera que dejaba claro que se acababa de dar cuenta de lo peligroso que podía ser—. Quédate aquí, así será más fácil que te encargues de nuestros magos secuestrados, de pasó me preocuparé menos.

No era tan cierto, si todos estábamos juntos era más sencillo que los maten a todos de una sola vez. Así que esto no me ayudaba mucho con los nervios, pero tener a Severus rondando por allí me tranquilizaba un poco, los grupos de mortífagos que atacaban residencias particulares rara vez eran grandes y ahora sentía que podríamos prestar resistencia en caso de ser necesario.

Y sí, había despertado apropósito a Edgar Bones para convencer a Severus, también había cometido alguna que otra torpeza intencional para disuadirlo. Pero genuinamente me parecía algo necesario que nos ayudaría a estar más seguros todos.

Lo malo es que Severus y Harry no se llevaban bien, sus personalidades inevitablemente chocaban y en más de una ocasión temí que se apuñalaran con los cubiertos. Mi madre y su aversión a Hermione tampoco eran de ayuda. Las pocas ocasiones que teníamos que reunirnos, que yo procuraba fueran las mínimas, terminaban por convertirse en largos monólogos de mi parte para llenar el incómodo silencio y acallar las posibles discusiones que se darían si les daba oportunidad, al final hablaba tanto que ya no sabía lo que estaba diciendo. Una vez me encontré contándoles una situación muy vergonzosa de mi infancia cuando robando un poco de los dulces que mi madre y yo habíamos comprado, eché mano de los polvos flu y terminé en San Mungo, solo caí en cuanta de lo que estaba revelando cuando Harry y Hermione rompieron a reír, Severus tenía una expresión de considerarme un completo idiota. Por desgracia incluso después de momentos como ese no podía callarme por demasiado tiempo y morirme de vergüenza con tranquilidad.

El diario de Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora