Prólogo

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Era una cueva húmeda, oscura y escalofriante, Regulus se aferró a su capa para disimular el temblor de sus manos, provocado más por los nervios que por el frío.

-Volvamos amo Regulus - suplico por décima vez su elfo doméstico y el muchacho negó con la cabeza.

-No hasta que encontremos lo que vinimos a buscar - dijo con voz firme, ocultando que él también quería dar media vuelta y salir corriendo.

El valiente era Sirius no él, pero ahora era Regulus quien estaba arriesgando su vida por algo que creía correcto, solo tenía a Kreacher para esta aventura, por lo demás; estaba solo, completamente sólo. Se preguntó si su madre se daría cuenta de su ausencia, estaba tan enferma que probablemente seguiría creyendo que toda la familia Black residía aun en Grimmauld Place.

-¿Kreacher?

-¿Si amo? - pregunto este nervioso.

-Si no salgo...

-Amo - se quejó lastimeramente el elfo.

-Si no salgo - volvió a repetir Regulus -. No le digas a mamá donde estuve ¿Si?

Se acercaron al centro de la isla, donde se encontraba una especie de contenedor con agua, agua que sabían que se trataba de una pócima desagradable, en el fondo de aquel recipiente brillaba el guardapelo. Regulus suspiro y mientras sentía el aura oscura que irradiaba del objeto intento meter la mano en el contenedor, no pudo alcanzar su contenido y suspiró resignado sacando la mano mojada con aquel veneno que parecía solamente agua.

-Parece que mi teoría es correcta Kreacher, ¿No te parece que es un objeto antiguo? Es mágico y por eso no está desgastado pero estoy seguro que ese tipo de guardapelos estuvieron muy de moda entre los siglos noveno y décimo...

- Amo, volvamos a casa - insistió el elfo, Regulus se forzó a sonreír sin poder evitar pensar que volver le parecía aún más aterrador que esa cueva y el pensamiento de la muerte, ahora que tenía tan cerca la promesa del fin de una pesadilla, no iba a echarse atrás.

- No puedo, volver no nos asegura nada Kreach - comentó agitando el veneno que escondía el guardapelo, haciendo un remolino, sus dedos tocaban el fondo, podía sentir la frialdad del líquido y la dureza de la roca, pero el guardapelo estaba fuera del alcance de su mano-. No podemos matarlo y él a nosotros sí puede matarnos, eligió una reliquia que podría tener diez siglos, destruirla me da más pena que morir, ese guardapelo ¿De que familia será? Una familia muy vieja a la que quizá ya ha sobrevivido. Y yo no puedo permitir que viva como este guardapelo diez siglos más, aún si eso significa destruir una reliquia y pagarlo con mi vida. Esto debe ser un horrocrux, si lo destruyo cuando alguien mate a Voldemort, este morirá ¿Crees que si salgo de aquí podría ser yo quien lo mate?

-Usted saldrá de aquí amo Regulus.

- ¿Y entonces podría ser yo quien lo mate? - le dijo sonriendo melancólicamente, sus ojos grises brillaban en la oscuridad de la cueva, parecían dos estrellas grises que emanaban cansancio y tristeza -. Kreacher, te conozco desde que tengo memoria, sé que eres muy fiel a nuestra familia... solo por si acaso, cuida de mamá si no salgo de aquí, asegúrate de que este bien.

-¡Amo! - exclamó el elfo.

-Supongo que es hora de comenzar - murmuro más para él que para Kreacher.

Con un suspiro sumergió la copa en aquella poción desconocida y con un movimiento rápido se llevó la copa a los labios, parecía decidido a tomárselo de un bocado pero se detuvo apenas sintió el metal tocar sus labios -. Kreacher... según lo que contaste... si no quiero beber más, dame de beber tú.

-No me pida eso amo - sollozo desconsolado el elfo -. Deje que sea yo quien beba, amo.

-No... necesito que alguien salga de aquí y si pasa algo, tú eres el único que puede aparecerse lejos de este lugar - dijo casi susurrando, como si temiera despertar a alguien si hablaba muy fuerte, entonces tomando aire e intentando darse valor, bebió de un solo trago y sin respirar el contenido de la copa.

Era una poción realmente horrible, bocado a bocado se revivieron los fantasmas que tantas noches lo habían atormentado, perdió la capacidad de discernir lo real de la pesadilla, por momentos interminables sus gritos y suplicas se mezclaron con el llanto desconsolado del elfo, resonando en cada una de las piedras de la oscura caverna.

Llegó entonces el último bocado, resbaló por su garganta casi ahogándolo mientras una sed incontrolable comenzaba a adueñarse de él, no sabía ya quien era o porqué estaba allí, era presa del miedo y la culpa, lo dominaba el deseo de apagar esa sed que le era tan dolorosa.

-¡Aquí está el horrocrux joven amo! - grito el elfo cambiando rápidamente el verdadero guardapelo por la copia que le había hecho su amo, Kreacher se dio la vuelta, justo a tiempo para ver como unas manos pálidas, torcidas y con largas uñas amarillentas, atrapaban uno de los brazos de su amo y lo jalaban hacia el agua.

Regulus miro la pálida cara del inferí y dejo escapar un grito que más parecía un sollozo, miles de manos pálidas con uñas amarillentas y rotas, muchas con dedos faltantes y de carne blanda como si en cualquier momento se desprendería de los huesos, aparecieron en el agua, las criaturas subieron a tierra casi arrastrándose, más manos sujetaron el cuerpo de Regulus que apenas tenía fuerza para oponer resistencia y lo jalaron hacía lo profundo del lago.

Regulus hizo un último intento inútil por defenderse, pero la fuerza sobrehumana de los inferís lo venció y lo arrastraron al fondo del lago, a aquel lugar donde la luz no había llegado nunca, mientras intentaba librarse de las manos que lo hundían más y más profundo, su cuerpo desesperado entre la falta de oxígeno y la sed insaciable se estremecía al borde de la inconsciencia, ahora todo era tan oscuro que no supo si seguía vivo o ya había muerto, los pulmones le quemaban y el ultimo rayo de luz desapareció de su vista.

Entonces el dolor desapareció y solo se sintió muy cansado, el sueño era insoportable y poco a poco sus ojos se cerraron, las manos frías de los inferis aún le sostenían pero apenas era consciente de esto cuando se sumergió en un sueño que debería ser eterno.

A pesar de todo, si lograba destruir el horrocrux, el sacrificio valía la pena.

En la superficie Kreacher estaba llorando, en cuando los inferís lo rodearon, con un simple PLOP se desvaneció en el aire, poco después las aguas comenzaron a calmarse mientras sus ocupantes de pesadilla regresaban a su letargo y la cueva se quedó a oscuras como una tumba, una tumba que de hecho lo era, miles de cuerpos yacían debajo de las aguas oscuras, vidas perdidas, ilusiones y sueños truncados mientras que sus cuerpos vacíos se movían como marionetas.

Nadie sabrá nunca los nombres de los cuerpos que debajo de esas aguas se encuentran, sin tumba, sin lápida, sin nombre ni epitafio, despojos dejados atrás en el olvido, pero Kreacher aunque no le dijera a nadie, sabía el nombre de uno de los muertos que dormían debajo de las frías aguas de esa oscura cueva, y aquel era su secreto más amargo.

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Esta historia tendrá su versión en audiofanfic.

Ya esta publicado el prólogo.

El diario de Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora