Treinta y ocho

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Aún para las familias partidarias de la magia oscura hay un límite natural y un límite moral, este primero es todo lo que afecte permanentemente el orden natural, como vivir para siempre, crear seres vivos o reanimar a los muertos, esta fue la barrera que lo hizo horrorizarse cuando descubrió sobre los horrocrux, atentar contra esto rompe de una manera permanente el alma y aun cuando se cree que se puede revertir esa fractura, la historia solo ha demostrado que, al menos para quienes crearon horrocrux, regenerar el alma es algo prácticamente imposible. En los cuentos que le habían contado de pequeño siempre había una constante; estar incompleto es motivo de vergüenza y razón para ganarse el repudio social, aunque los mortifagos fueron flexibles con esta norma, dijeron que pese a que el asesinato rompe el alma está sigue estando completa dentro de tu cuerpo, otro grupo se preguntó si lo que hacían era realmente asesinato y no temieron en preguntar al resto "¿Son realmente magos los traidores de sangre y sangre sucias? No se considera asesinato aplastar un araña". Aun cuando Regulus se había sentido incapaz de razonar con claridad desde que fracturó su alma por primera vez, había encontrado espantosa esa última afirmación e incluso sintió alivio cuando notó que no era una opinión generalizada, pero incluso aquellos que tenían esta segunda opinión se negarían a seguir a un líder incompleto, y la peor forma de mutilación es la del cuerpo no material.

Es por esto que había decidido terminarlo todo robando el guardapelo, aquello era la excusa perfecta para no admitir que su madre loca no había sido suficiente motivación para vivir. Con esa idea en la mente había acallado la voz que le insultaba por dejar sola a su madre, que dependía por completo de Kreacher y de él. Le había dado la razón perfecta para terminarlo todo.

Pero no había sido solo una excusa, el horror y repugnancia que sintió al enterarse de los horrocrux, eran genuinos.

Eran exactamente los mismos que sentía mientras caminaba junto a un cadáver reanimado hacia Gringotts, Hermione y Harry parecían pensar que la forma de someter a Rabastan había sido despiadada, no estaban conformes con los métodos pero habían optado por aceptarlo en silencio.

Si tan solo supieran...

Desde hace tiempo que Regulus ya no pensaba en el destino de su alma, durante sus días sombríos, cuando los mortifagos no habían tenido misiones y se pasaba en casa encerrado con sus recuerdos, no había dejado de anhelar la oscuridad de la no existencia, el fallo de todas las religiones, una verdad que a todos atemorizaba, la oscuridad perpetua, el desvanecimiento total de la conciencia.

El fin de las pesadillas, los remordimientos y el dolor, un oscuro sueño del que no sería consiente.

Incapaz de escribirlo en su diario debido a la vergüenza que daría a su familia, vergüenza que él mismo sentía, había terminado sugiriéndolo a uno de los pocos amigos que tenía, quizás el único con el que había sido más cercano que una relación de colegas de colegio.

"¿No te dijeron de qué murieron?" le había preguntado a Severus con los codos arrimados en una de las mesas de autopsias que había en el lúgubre sótano que habían designado para investigar.

"A veces es mejor no preguntar" había contestado este mirando con sus hondos ojos negros el cuerpo "Quieren las diferencias fisiológicas entre nosotros y ellos, solo hay un hemisferio más en los magos... de cualquier tipo... Ha volado en pedazos el tercer cuerpo que presentó la misma anomalía"

"Parece como si no te intrigara" le había comentado Regulus sintiéndose igual de muerto que los cuerpos a su alrededor, aunque aún conservaba la capacidad de leer el inexpresivo rostro de Snape.

"Supongo que lo mío son las pociones..." Severus bajó la mirada y recordándolo ahora Regulus pudo darse cuenta de que quizás estuviera tan afligido como él, le siguió la vista "Y creo que me va mucho más el trabajo de campo, me he retirado de aquí, me enviarán a espiar para él..."

El diario de Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora