Capítulo 32

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El baile del ministerio es un evento en decadencia, un intentó burdo de reemplazar las tradicionales reuniones de aquelarre por algo más inclusivo. La carta de invitación llegó sin falta una semana antes y mi madre la arrojó al fuego sin abrirla.

No habíamos ido desde mis primeros años de Hogwarts y me sorprendí un poco al acordarme de su existencia, en el futuro este intento de celebración ya no existía.

Pero la celebración de solsticio de invierno seguía en pie, Yule, este año organizado por la familia Black.

Originalmente habían sido los Parkinson los encargados de ofrecer el baile de este año, pero lastimosamente varios de sus miembros cayeron enfermos luego de una cena familiar, se teme que sea una enfermedad contagiosa, son raras en el mundo mágico pero por precaución se les ha recomendado permanecer en cuarentena hasta finales de enero.

Quedaba muy poco tiempo para la celebración y ninguna otra familia parecía muy dispuesta a ofrecerse a hacer de anfitriones ese año, el tiempo era demasiado escaso para prepararlo todo. Además la crisis y alguna que otra nueva legislación había golpeado la economía de una buena cantidad familias sangre pura, y nadie estaba dispuesto a admitirlo.

Ese fue nuestro tema de discusión el siguiente día en el teatro.

Para fastidio de Harry, a quien le aburrían estas cosas y preferiría mil veces ir a un partido de quidditch que al teatro, era en estos momentos donde se transmitían de boca en boca las noticias más relevantes, así que teníamos que ir. También los partidos de quiddich podían ser usados para lo mismo, pero el teatro era preferido porque otorgaba cierto ambiente de exclusividad.

Esta fue la primera vez que me presenté en público con mi madre, Harry y Hermione. Estaba algo tenso, tenía pensado ofrecer a mi familia para organizar Yule ya que los Parkinson enfermaron, pero no sabía cómo conseguirlo, esto era algo que solían decidirlo las cabezas de cada familia y además nunca me habían mostrado cómo funcionaba exactamente, Sirius era el heredero, no yo.

Había lanzado un disparó al aire esperando que matará al pájaro que necesitaba y que de rebote me permitiera matar a quien necesitabamos.

Por eso los llevé al teatro ese día. No sabía qué obra presentaban, repetí varias veces que "veníamos a ver la obra" antes de enterarme que quien se presentaría hoy era la sinfónica. Saludé con todos los conocidos, incluso con los que sólo había intercambiado una o dos palabras antes y comencé a sentirme algo agotado por tanta gente antes incluso de entrar a la sala de conciertos.

—Señor Malfoy —saludó mi madre al ver entrar a nuestro palco a Abraxas Malfoy.

—Un placer encontrarlo por aquí, señor —saludé rutinariamente.

Abraxas Malfoy tenía ese toque estricto de siempre, apenas miró a Harry y Hermione mientras estos lo saludaban cordialmente, su atención estaba en mí y no era difícil adivinar que estaba aquí para decirme algo.

—Jóven Black ¿Podría acompañarme? —preguntó con cierta rigidez.

Asentí y me puse de pie. Hermione me había apretado la mano y susurrado un "Cuidate" antes de que me pusiera de pie y siguiera al señor Malfoy, intercambié una última mirada con ella antes de marcharme.

—Señor Malfoy, ¿Podría preguntarle hacía donde nos dirigimos?

—El señor Brocklehurst quiere reunirnos en su palco, le preocupa Yule, ahora que los Parkinson están enfermos. Como su abuelo rara vez se deja ver en el teatro, al señor Brocklehurst le pareció correcto llamar a un miembro de su familia.

Llegamos al palco y al entrar saludé a todos los presentes, todos me doblaban, o hasta cuadruplicaban la edad. Me senté en un extremo del palco, donde estaba seguro que podrían verme ya que obligadamente tendría que decir algo para esta ocasión. Junté las manos sobre mi regazo esforzándome para no parecer demasiado nervioso y espere en silenció a que nuestro anfitrión diera inicio a la reunión.

El diario de Regulus BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora