YUN
Sicheng y yo íbamos cogidos del brazo. Se notaba que estaba relajado, como si todos los días hiciera lo mismo.
- Cuando veamos a los anfitriones, no les preguntes su nombre. Todos sabemos quienes son, pero se sentirían ofendidos si les reconociéramos.- dijo Sicheng.- Supuestamente nadie debería presentarse, pero supongo que las leyes de China no funcionan aquí.
Sonrió como solía hacerlo siempre: como si fuera diez pasos delante de mi y supiera que pasaría conmigo.
Y realmente tenía razón. Las leyes morales, sociales o gubernamentales no funcionaban con la gente que manejaba dinero.
- Supongo que es algo que te enseñaría tu padre.- le sonreí de la misma manera. Sinceramente no se porque dije algo así, pero tendría más repercusión de lo que podría llegar a pensar.
- Todos aprendemos de nuestros padres y por lo general nunca enseñan nada bueno.- no dije nada más al respecto, pero ambos sabíamos que quería decir con eso.
Jamás tendría que haber ido a aquel lugar. A la salida de la fiesta no sería más que una muñeca de porcelana.
Estábamos en frente de los anfitriones, que se reían entre ellos. Eran una pareja mayor. Seguramente si los vieras por la calle te parecerían un adorable matrimonio que llevaba años ahorrando para visitar a su hijo en Estados Unidos.
Pero, en aquel ambiente, desprendían ego, aristocracia y un aura adinerada que olía a sangre.- ¡Mira quien ha venido, querido!.- la mujer instó al hombre para que se levantaran. Se quedó mirándome, sin cambiar la expresión fría de su rostro.- ¿Has decidido dejar de jugar con chicas y te has echado novia?
- Hay que ver como le gusta bromear.- Sicheng se rio ante el comentario, pero yo sabía que decía la verdad.- Es mi secretaria, por ahora.
- Un placer conocerles.- hice una pequeña reverencia y ellos se rieron.
- Parece ser que está bien domesticada.- el hombre empezó a reírse como si fuera lo más gracioso que hubiera dicho jamás.- Pero me gustaba más la otra, una pena que muriera. ¡Debió querer mucho a su padre!
Sicheng se tensó. El aire parecía pesado y me era difícil respirar.
No podía estar hablando de ella.Nao jamás me había hablado de Sicheng. Era imposible...
- ¿Cómo se llamaba?.- continuó el hombre.- Nai, Nina...
Sicheng carraspeó.
No podía ser verdad. Si ellos se conocían entonces... ¿Porque no dijo nada en el funeral? Además no era como si fueran conocidos, el hombre había dicho que incluso salían juntos.
Tenía que alejarme.
- Nao. Se llamaba Nao.- dije. Sicheng se tensó y juraría que se quedó sin palabras.
- ¡Eso!.- dijo el hombre entre risas.- Debo admitir que aunque tenía encanto siempre fue una chica tan extraña. No me sorprendió que acabara suicidandose.- la pareja comenzó a reír y Sicheng les miró.
- Gracias por invitarnos.- carraspeo Sicheng.- Pero debemos irnos. Nos veremos el próximo año, Marvin.
La pareja se quedó en silencio, y el tal Marvin lucía como si acabara de ver un fantasma.
Asumo que sabe que no le queda mucho tiempo. Pensé.
******
Habíamos salido ya del recinto, al que me gustaba llamar "el laberinto del rey Minos", cuando caí en la cuenta de que Sicheng seguía agarrando mi brazo. Hice un amago de soltarle, pero se giró hacia mi.
- No creas que puedes echar a correr y huir.- su tono había cambiado drásticamente.- Los perros de Marvin saben encontrar. La última chica que traje, ¿Mona, Mina? Bueno, quien sea, acabó siendo comida de perros.- se acercó lentamente a mi oreja y susurró.- Y asumo que prefieres que sea otro perro el que te coma.
No era posible. Sabía que Sicheng tramaba algo, pero Nao... Ella no había hecho nada. ¿Y si su muerte estaba enlazada con Sicheng? Tenía que pedir ayuda.
Con mucho disimulo abrí el chat de Mark y envié una sola palabra: SOS.
Llegamos a la carretera y el coche de Sicheng nos estaba esperando. Ambos subimos, y Sicheng le debió de dar una dirección susurrando, porque el chofer le oyó y arrancó el vehículo.
- ¿Sabes? Realmente me gustas. Eres distinta, tienes algo.- dijo Sicheng.- Hubiéramos tenido un hermoso romance como en las películas: citas en el parque, una pedida de mano en un barco en mitad del Mediterraneo, una gran boda en Grecia, y nuestros hijos, el pequeño Apolo y la pequeña Xixi, habrían sido felices viendo como sus padres mantenían viva la llama del amor. Pero, el capullo de Marvin tenía que abrir su bocaza, aunque a estas alturas no creo que la siga teniendo en su sitio, y como eres tan inteligente, cosa que admiro, habrás atado cabos. Pues bien, que no se diga que los hombres Dong no son educados. Como imagino que sabes lo que te va a pasar, te dejaré hacerme tres preguntas.
¿Cómo esto había acabado así? Me convertiría en un juguete para Sicheng y después me mataría, estaba segura. Veía borroso y era incapaz de pensar correctamente. ¿De verdad estaba pasando todo aquello?
Debería haber echo caso a Mark.
- ¿Qué pasó realmente con Nao?.- dije. Nao fue mi mejor amiga durante años, si había algo escondido detrás de todo aquello, lo averiguaría.
- Ya veo. Piensas que la maté yo.- se rió.- Fue su decisión. Aunque podría ser que lo hiciera por mi, ella realmente se suicidó.
- No te creo.- dije.
- Te dije que te diría la verdad. Si me crees o no es tu problema. Siguiente pregunta.
- ¿Porqué ibas detrás de mí y no de cualquier otra que te pudiera servir?.- Realmente era algo que siempre me había preguntado. Sicheng no sabía quién era mi madre, y yo tenía más razones para ir detrás suya que él.
- ¿Debería decírtelo?.- parece ser que se lo pensó dos veces hasta que contestó.- Bien. Yun, es por tu padre. Es el accionista mayoritario de una empresa estadounidense que nos pisa los talones. Quiero acabar con ella desde dentro, es decir, desde ti. Además simplemente te quiero, y lo que quiero lo tengo. ¡Justo como ahora!
¿Realmente creía que eso era un buen plan? Era mucho más fácil comprarle las acciones, o quemar la sede para causar una brecha económica dentro de la compañía. ¿Porque tenía que buscar una solución más retorcida?
- No entiendo que pretendes con eso. ¿Crees que mi padre te dará sus acciones a cambio de mi?.- pregunté
- No querida. Te las dará a ti y tu las venderás a un precio tan ridículamente bajo que la empresa caerá.
- ¿Cómo mantienes tu empresa a flote si te buscas planes tan retorcidos?
- ¿Esa es tu tercera pregunta?.- dijo con un tono pícaro.
- No, es esta: ¿Porqué quieres mantener a Mark de tu lado?
- Señor Dong.- dijo el chofer.- Hemos llegado.