YUN
Realmente no tenía ninguna gana de ir a Taiwán con Dong Sicheng. Pero Nao me había insistido en que debía ir porque era mi trabajo, era mi jefe, era mi deber. Además insistió en que también necesitaba quedarme un par de días más. Dijo que ella iría a visitar a su padre, porque tenía un problema sanguíneo o algo así.
Aunque la idea de ir a Taiwán no se me hacía demasiado atractiva, sabía que era mi trabajo. Tampoco era como si me fuera a ir de copas con Sicheng. Era profesional, y probablemente estaba haciendo un drama de todo eso. En el fondo tampoco me imaginaba a Sicheng de esa manera, y no esperaba que el si. Sicheng era alguien tan odioso, que con solo saber que se podría limpiar el culo con billetes de 100 yuanes me producía rechazo. Le debía su fortuna, su pequeño gran imperio a la gente pobre que le había estado manteniendo tantos años, y ahora actuaban como si fueran dioses.
A veces me preguntaba porque habría cogido ese trabajo si ni siquiera me gustaba nada dentro de aquel edificio: las personas, los negocios que se cocían dentro, el cinismo...- ¿Irás a Taiwán con Sicheng?- Mark Lee (creo que se llamaba así) se encontraba encima de mi mesa. Aquel chico era realmente molesto.
- Si.- últimamente Mark había estado viniendo regularmente al despacho de Sicheng. Apenas mantenían conversaciones de más de diez minutos.
- No te cobran por palabra, la próxima vez podrías no ser tan escueta.- me miro con diversión y le sonreí sarcásticamente. Realmente no trabajaba para el, podía permitirme responderle.
- La próxima vez podría evitar hacer preguntas cuya respuesta ya sabe. O directamente no hacerlas, al menos no a alguien a que no se interesa por ti.- Mark Lee se rio, pero sonaba como si su risa se hubiera visto ensuciada por una inmensa tristeza.- Me recuerdas tanto a Ry.- después de decir aquello se marchó, todavía con esa mirada triste en el rostro.
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Aeropuerto de Seúl, 2017
- Papá, exageras un poco a veces. Llevo viviendo sola dos años, me las puedo arreglar.- había ido a visitar a mi padre para ayudarle con la mudanza. Decidió mudarse a Seúl desde la muerte de nuestra madre. Solía decir que China le recordaba demasiado a ella, y que necesitaba pasar pagina, antes de que quisiera arrancarla de cuajo.
- Ya sabes como es la gente Yun... cualquiera puede traicionarte. No quiero que acabes como ella. ¿Segura que no te quieres quedar aquí?
- Segura. Tengo algo que hacer, y lo sabes.- seguramente no fuera algo que se pudiera heredar, pero tanto mi padre como yo éramos criaturas vengativas. El ya no tanto, pero yo si.
- ¿De verdad piensas hacerlo?- una sonrisa oscura pinto mis labios.
- Pienso quemar la compañía Dong hasta los cimientos.