YUN
Sicheng se ofreció a acompañarme hasta Pekín para ir al funeral de Nao. Realmente no sabía como decirle a mi jefe "va a ser raro que te presentes en el funeral de una chica que no conocías, sobras bastante allí Sicheng", así que simplemente dejé que me acompañara. Con un poco de suerte le surgiría algo mejor y se iría al llegar.
Quise llorar en muchas ocasiones, y cada vez que eso pasaba tenía que morderme la lengua o pellizcarme en el brazo. ¿Realmente Nao estaba muerta? ¿Porqué haría algo así? ¿Tan unida estaba a su padre?
Supuse que su padre habría muerto y que por eso ella decidió hacer lo que hizo. Pero Nao estaba tan llena de vida que esa opción se me antojaba demasiado cruel. ¿Porqué no me llamó antes de hacerlo? ¿Acaso la última llamada que hizo fue aquella conversación en la que ella estaba tan mal? ¿Porqué no me di cuenta?
No tenía nada que ver, sabía que Sicheng no era culpable, pero verle, solo me recordaba que Nao había muerto. Me recordaba que la gente pequeña muere pronto, y que la gente grande iba a sus funerales en clase VIP de un avión que podría formar parte de tu línea aérea.
Sicheng y yo nos subimos al avión, y nuestros asientos estaban juntos. Supuse que era porque no había más asientos libres, pero éramos los únicos en clase VIP. ¿Sería de mala educación cambiarme de asiento?
- Puedes llorar. Haré como que no vi nada. No pretendas ser de cristal delante de mi, porque ambos sabemos que no lo eres.- Sicheng me miró tiernamente, como si lo que acabara de decir no fuera lo más bonito que me habían dicho jamás. Claro que lo dijo él, así que no podía fiarme.
- No quiero ser maleducada, pero soy tu secretaria. Me gustaría limitarme a eso, no hace falta que te preocupes por mi.
- Yun, no hace falta que pongas muros entre nosotros.- me miro fijamente, como si mis palabras le hubieran dolido realmente.- Yo no soy mi padre. Deberías tenerlo claro.
Sicheng no era como su padre. Eso decía él, podría ser mejor. O peor. Incluso podrían ser iguales. No podía creerme que ninguna persona que el señor Dong criara fuera alguien bueno, amable y carismático. Los Dong eran manipuladores, mentirosos y rastreros.
Si debían dispararte por la espalda, se asegurarían de darte a la primera.
No era la primera vez que una mujer era "seducida" por un Dong. Pero yo no iba a formar parte de la lista de Sicheng.
No mientras yo fuera la dueña de mi vida.
Sicheng y yo no volvimos a hablar durante el vuelo. Me despertó cuando las azafatas trajeron la comida, y me cubrió con una manta cuando empezó a hacer frío.
Apenas tardamos en llegar a Pekín, y cuando llegamos ya había un coche esperando en la puerta del aeropuerto.
No me habría parecido raro si Sicheng no la hubiera cagado.
No me habría parecido raro si yo no fuera tan tonta.No me habría parecido raro si el conductor no fuera el mismo chico extranjero que me trajo la pizza a mi casa hace días.