YUN
A pesar de lo que pensé cuando Nao me llamó, y a pesar de mi creencia de que no dormiría por estar preocupada por ella, aquella noche pude dormir perfectamente.
Me sentí mal al principio, ya que ella estaría triste y angustiada y yo había dormido como un lirón. Pero culpé al colchón, ya que dormir allí era mil veces mejor que dormir sobre una nube.
Aquella noche sentí como Morfeo me acariciaba detrás de las orejas mientras me cantaba una melodiosa canción.Me llegó un mensaje de Sicheng pidiéndome que a las Díez estuviera preparada en el vestíbulo del hotel.
Apenas eran las ocho, pero decidí prepararme por si había algún inconveniente. O por si me sobraba tiempo y me apetecía ir a ver el hotel.Me duché y vestí en apenas media hora, así que decidí ir a dar una vuelta. El hotel era grande, al menos la recepción era grande. Mucho más que el piso donde Nao y yo vivíamos.
Tenía un pequeño jardín interior, entendamos pequeño como "bastante grande". Me gustó bastante, ya que era una zona tranquila. La gente pasaba por ella pero no se paraban a sentarse u observar.
Aunque claramente era un hotel lujoso, donde iba la gente como Sicheng. Seguramente solo esperaban tener un lugar amplio para reunirse entre empresas y una cama gigante y extremadamente cómoda para dormir. La gente rica no solía ver las cosas bonitas de la vida, como ese jardín.
Aunque yo tampoco era la persona más indicada para decir eso.
- ¿Admirando las vistas?- me pareció oír la voz de Sicheng y me giré. Efectivamente era él, con su característico esmoquin negro.- Creía que tardarías más en prepararte, si lo hubiera sabido, hubiera adelantado la reunión.
- Oh, siento que haya retrasado su reunión por mi. Aunque nunca tardo demasiado en prepararme, por si necesita esa información para la próxima vez.- Sicheng me sonrió y aquello me pareció lo más cínico del mundo.
- Realmente este jardín es precioso. Me recuerda al que había en mi casa durante mi infancia.- me daba igual, la verdad.
- Yo nunca tuve un jardín, pero si tuvimos perro. Mala idea tener un perro en un piso pequeño.
- Yo tenía un perro, y mi padre lo mató.- su sonrisa seguía viva, y me produjo una sensación de alerta. Debí hacer caso a esa sensación cuando tuve oportunidad.
- Lo siento.
- No te preocupes. Fue hace tiempo. El señor Dong nunca tuvo gran afinidad por los animales, aunque tratara a todo el mundo como tal.
Me sorprendió aquello. Por lo que mi padre había contado, cualquier miembro de la familia Dong adoraba al fallecido señor Dong. Y nadie habló nunca de él, incluso después de muerto. Me sorprendió que Sicheng lo hiciera, y me sorprendió aún más que lo hiciera en mi presencia.
- No soy quien para juzgar a su padre. No le conocía.- Debía ir con cuidado con Sicheng.
- Que cauta eres. No estás en la boca del lobo, no te voy a comer.- se rió levemente y se fue.
Ambos sabíamos que si que estaba allí. Solo que en aquel entonces sólo uno era consciente.
El otro se enamoraba del hombre que no debía.
¿Verdad, Mark?