YUN
¿Sería realmente la misma persona?
Estaba segura de que era así. Esos rasgos faciales tan marcados eran claramente reconocibles aunque estuviera entre una gran multitud de personas. A lo mejor en esta ocasión tenía el pelo más recogido y formal, porque claramente estaba trabajando para una empresa grande y no como repartidor.
¿Y si tenía un hermano gemelo malvado que trabajaba para la empresa Dong? O, a lo mejor solo tenía el trabajo a tiempo parcial como repartidor de pizza.
No tenía que ser necesariamente un plan malévolo de Sicheng para controlarme, ¿no?
Aún así, una pequeña parte de mí sabía que lo lógico era desconfiar de él. Durante la entrevista de trabajo lo dejó claro, Aun controló todos mis pasos, y canceló una importante reunión para acompañarme a mí de vuelta a Pekín.
Tenía dos opciones: confiar en Sicheng, él no tenía porque ser como su padre, debería darle el beneficio de la duda; o desconfiar, era un Dong, era imposible que su padre no le hubiera inculcado sus valores.
Los Dong eran los grandes depredadores de China. Si tenían una presa, irían a por ella, hasta desgarrar todo su cuerpo y consumir su existencia.
Si elegía la primera opción, me arriesgaba a ser vulnerable ante él. Era ir a ciegas en territorio desconocido. Por el contrario, si decidía no confiar en él, me preparaba para ser cazada por Sicheng, en el peor de los casos.
¿Confiar o desconfiar?
Dong Sicheng, ¿qué debería hacer contigo?
Tenía claro que quería hacer con el apellido Dong, pero, ¿qué quería hacer con Sicheng?
Una vez subidos al coche, el "conocido" nos cerró la puerta.
- ¿Sabes dónde se celebrará el funeral o dónde está su familia ahora?- Sicheng me miró, y le contesté rápidamente.- Ya has oido Yukhei, llévanos allí.
Apenas tardamos media hora en llegar. Pensé que al yo bajarme del coche, Sicheng se despediría y se iría de vuelta a la sede de la empresa. Pero al ver que bajaba del coche conmigo, me invadió el pánico.
¿Qué se supone que debía decirle a la familia de Nao? "Hola, es mi jefe peligroso y un psicopata que me espía en potencia, ¡que bien que me acompañe!"
Aunque, mi mayor problema en aquel momento no era Sicheng. Al menos eso pensaba.
No había tomado consciencia de que Nao realmente estaba muerta. Ya está. Ella ya no estaba. No volvería a verla reír, o llorar por un drama absurdo, o quejarse de que en internet los zapatos no llevan su talla. No volvería a hablar con ella por teléfono, o no volvería a oler la cocina a comidas experimentales raras que le gustaba probar. No volvería a quejarme de que sus zapatos siempre estaban por todas partes, o no volvería a verle llorar porque otro chico le había roto el corazón. Ya estaba, aquí acababa todo.
Simplemente, la existencia de Nao se había borrado. Ya no quedaba nada de ella, solo recuerdos.Sentí como se me oprimía el pecho, como si me acabara de dar cuenta de que lo que necesitaba era llorar desconsoladamente.
Pero a pesar de eso, no lloré.No lloré cuando la madre de Nao me contó lo que había pasado, que su padre murió la misma noche que Nao, y que ella lo había hecho por eso.
No lloré cuando vi el cuerpo de Nao en el ataúd, ni cuando sentí que, aunque estaba muerta, sonreía y brillaba como cuando estaba viva.
No lloré cuando en su funeral, su madre lloró desconsoladamente, diciendo todo lo bueno que Nao nos había dejado.
No lloré cuando Sicheng me pregunto si estaba bien, ni cuando me ofreció unos días libres hasta que estuviera mejor.
Tampoco lo hice cuando la madre de Nao me pidió permiso para venir a mi piso y recoger las cosas de su hija.No lo hice.
Pero por dentro, estaba chillando.
En aquel momento no me lo planteé, porque no era lo más importante. No era lo que necesitaba.
Pero debí hacerlo. Debí preguntarme si yo acabaría de la misma manera por culpa de un hombre con el apellido Dong.