Censurado

Capitulo 40

No hago mejorías tras los golpes, de hecho, no creo que siquiera llegue a mover el saco, lo cual resultaría vergonzoso si no estuviera tan distraída por el cuerpo de Chris pegado a mi espalda llenando todo de calor, y cuando digo todo, me refiero a todo.
—Esto es una causa perdida —resoplo.
—No lo creo —contradice hablándome cerca de mi oreja—, de hecho, es bastante cómodo.
—Ya lo creo.
Doy un respingo cuando siento los labios húmedos de Chris comenzar a presionar y deslizarse por mi cuello. Esto ha iniciado.
Mientras sus labios besan mi cuello, retirando mi cabello a su paso, sus manos van descendiendo por mis brazos hasta llegar a mis manos liberándome de los enormes guantes. Me hace dar la vuelta y
cuando me tiene frente a él, me sonríe brevemente antes de que sus manos capturen mi rostro y comience a besarme.
No hay tanteo o timidez, no, su lengua delinea mi labio inferior antes de abrirse paso en mi boca y explorarla. Cierro mis ojos y me dejo llevar mientras sus labios tentadores y deliciosos se mueven sobre los míos de una manera increíble que me tiene suspirando en medio del beso.
Sus manos liberan mi rostro para tomarme por la cintura y pegar cada centímetro de mi cuerpo al suyo, donde puedo notar una
evidente erección que no hace más que crecer. Desde luego, según lo que se presiona en mi cadera, Chris no tiene la dificultad que presenta Zabdiel.
Mis manos, siendo conocidas por ser codiciosas y deseosas, comienzan a tantear cada músculo en sus brazos y abdomen, maravillada por la manera en la que se siente bajo mi tacto. Incluso, mis manos deciden ir más allá y se adentran bajo su camisa, razón por la cual me encuentra agarrándome a su espalda desnuda, que si se me permite decir, es una gran espalda.
Ahora, no se puede decir que mis manos sean las únicas codiciosas, pronto las suyas se encuentran en mi trasero
presionándome contra él y minutos después, mientras sus labios comienzan a deslizarse por mi barbilla, sus manos pasan a la parte delantera de mi short desabrochando aquellos botones que al ser liberados hacen que mi short caiga.
Chris realmente está en ello, en ir más allá.
Como puedo y algo atontada, saco mis pies del short dejándolo en algún lugar del piso, mis bragas negras quedan expuestas y son

cubiertas por cada una de sus manos en mi trasero, acariciándolo lentamente mientras besa con pasión y ganas mi cuello.
Lo admito, yo no puedo evitar gemir.
Como puedo, me encargo que su camisa desaparezca dejando a la vista un excelente torso y abdomen que por un momento me deja flechada, pero luego él atrapa mi boca en la suya una vez más,
teniendo absolutamente toda mi atención.
En medio de tantos besos, logro respirar mientras mis manos mágicamente logran deshacer el botón de su jean que aún se
mantiene en su cuerpo, sus manos también se deshacen de cada uno de los botones de mi camisa, por lo que mi sujetador queda a la vista y él suspira con deleite.
—Ese es un estupendo cuerpo para presumir, muñeca —murmura trazando con sus dedos los bordes de mi sujetador—. ¿Es esto ir muy rápido?
—No lo sé, pero a estas alturas no me importa correr.
Mi respuesta parece gustarle, puesto que me sonríe antes de alzarme, obligándome a atenazarlo con mis piernas a la vez que nos besamos y me lleva hacia su gran cama.
No hace lo típico de arrojar a la chica, no, él se sienta dejándome a horcajadas sobre su cuerpo mientras sus manos se deslizan por mis costados hasta acunar mis pechos sobre la tela de encaje y
acariciarlos suavemente, mis manos tiran de su cabello mientras separo nuestras bocas para respirar lo necesario antes de volver al ataque.
Me remuevo sobre él de tal manera que se crea una fricción que nos hace gemir a ambos. Sin soltarme, Chris se desliza hacia atrás en la cama hasta dejar caer su cabeza sobre la almohada; estando
totalmente acostado conmigo a horcajadas de su cuerpo.
Abre sus piernas ocasionando que yo caiga entre ellas y estire mis piernas. Nuestros besos se tornan más lentos y duraderos mientras sus manos se deslizan por mi espalda, bajo la camisa abierta que
aún se mantiene en mí.
Siento mis labios increíblemente calientes y palpitantes, pero de una buena manera, mientras mis partes bajas se encuentran tan necesitadas de la misma manera en la que su erección presionándose contra mí, me da entender que se encuentra él.