Capitulo 108

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No entiendo cómo es que no puedo recordar todos los momentos de alguien tan hermoso como Analise, esa nostalgia en mi pecho y tristeza me hace saber que fue importante para mí. Siento infinitas ganas de llorar por su muerte.
Lo siento tanto, no sé cómo lo hice, cómo sucedió, pero lamento tanto haber acabado con su vida. Duele mucho, creo que yo la amaba.
—Era hermosa —la voz ronca de mamá me sobresalta, me doy la vuelta y alzo la vista encontrándola con su cabello húmedo y..., y corto, un poco más arriba de su barbilla. ¡Oh, mierda!
Solo puedo verla. Lleva un vestido demasiado formal para estar en casa y le queda algo flojo porque está más delgada, incluso su rostro se ha vuelto más angosto debido a lo delgada que está. Puedo ver la
marca de los huesos bajo su garganta.
No tiene un mal corte de cabello, pero su cabello solía ser tan largo que solo puedo observarla.
—Ella te amaba con locura..., yo nunca pude cumplirle una promesa. Iré al infierno.
—¿Uh? —es todo lo que puedo decir sin salir de mi impacto de su apariencia física. No está bien.
—Prometí que cuando ella cumpliera 18 años la traería a vivir con nosotros, y ella no pudo lograrlo...
Parpadeo, viendo como comienza a caer fuera de sí, comienza a sollozar y llorar con fuerza. Sus ojos van de mí hacia el suelo, con una rapidez que asusta.
Por favor, que alguien me diga que no ha enloquecido. Por favor, no permitas que esté loca.
La veo sentarse en el centro de la cama y abrazar sus rodillas, hay moretones en sus muñecas. Tiene unas ojeras terribles, por primera vez luce realmente mayor e infeliz.
—¿Mamá?
—No soy mamá, no soy hermana. No soy mamá —murmura y doy un respingo poniéndome de pie, sin importarme mi adolorido muslo tras la pequeña cortada.
—Por favor, mamá, por favor no —pido sentándome frente a ella y tomando su rostro en mis manos—, mírame, si eres mamá, si eres hermana. Eres hermana de tía Katerina.
—Me tocó. Bebé muerto. Analise. Lago. Me tocó. Años —murmura yendo del ruso al inglés. Siento un sudor frío recorrer mi frente, no quiero aceptar que esto está ocurriendo.
—Mami, por favor, mami, háblame. Mami te necesito aquí, mírame.
No sé qué efecto tienen mis palabras para que ella me vea de inmediato. Sus ojos iguales a los míos se abren mucho mientras sus labios tiemblan. Sus manos acarician mi rostro, noto que tiemblan.

—Mi Tn.
—Soy yo, tu Tn. Tu niña desobediente decepción rusa. Soy yo.
—¡Oh, Tn!
La abrazo con fuerzas, aún puede volver. No está loca, ella está bien. Me lo repito una y otra vez porque necesito creerlo.
—No digas que me odias —pide llorando—, no lo digas —musita en ruso.
—No te odio.
—No lo digas de nuevo, no lo hagas —repite una y otra vez. Quiero llorar, ella está divagando, no ha vuelto.
—Por favor, vuelve. Vuelve.
—No vayas con él, no hables con extraños, puede llevarte de mí. Mami lo hace por tu bien. No te vayas con Analise.
—Mamá, por favor...
Ella se separa de mí, me observa pero es como si no me viera realmente. Ella no está perdida, ella va a volver. Va a hacerlo.
—No vayas al agua, Tn, no puedes entrar, cariño, al menos que papi te vea —comienza con seriedad. Quiero detenerla pero sus palabras suenan tan conocidas—, nada de pucheros. Analise y Kattia tampoco irán. Siéntate y juega.
—Mami... —joder, siento que interpreto el diálogo de una historia que conozco pero no recuerdo.
—Nada de mami. Solo no lo hagas.
Ambas nos mantenemos en silencio, ella juega con sus dedos, luego se inclina hacia mí.
—No digas que me odias. No hables con extraños, Tn, él puede alejarte...
Ella no está perdida, va a volver. Ella está bien, no está loca.
Aprieto mis labios para no llorar, no voy a admitirlo, voy a negarme, ella está bien. Tiene que estarlo.
—Cuido de ustedes. Cuido de mis niñas. No desobedezcan. Jueguen pero siempre aquí —murmura—, no hables con extraños Tn, no te vayas con Analise.
Voy a romper a llorar pero entonces la puerta de la habitación se abre y Kattia con su mal corte de cabello y la ausencia de cejas aparece. Doy un respingo viéndola acercarse a mí con rapidez.
—Sal de aquí, la abuela ha llegado. Sal —murmura con rapidez apremiándome a salir. Veo a mamá verme ir sin decir nada.
—¡No! Ella va a perderse si me voy.
—No grites, la abuela va a escucharte. Sal, Tn, sal ahora. Es por tu bien —dice Kattia en ruso.
Estoy demasiado abrumada por la situación de mamá como para darme cuenta de ella ayudándome a salir para preguntarme por qué me ayuda.

Creo que me guía hacia la puerta trasera, salgo y me doy la vuelta para observarla.
—No vuelvas nunca. No perteneces aquí.
—¡Tu perra miserable! —rujo con fuerza viendo su sonrisa extenderse.
—Nunca te ayudaría. Nunca lo haría.
La observo con detenimiento, mirándola con nuevos ojos.
Mirándola a través de borrones en mi memoria.
—Jamás te ayudaría.
—Nunca lo hiciste —murmuro—, no me ayudaste.
—No lo hice.
Cuando ella dice eso cierra la puerta. Quiero llorar, pero tiene razón en algo: Calena ha vuelto.
Noto que no tengo mi bolso, paso mis manos por mi rostro que se encuentra húmedo, estoy llorando y ni siquiera me di cuenta.
Tengo que irme, pero voy a volver. Mamá, ella está bien, ella no está loca.
—Tn —escucho un llamado débil, alzo la vista y mamá arroja mi bolso. Doy una sonrisa temblorosa. Ella está bien, ella no está loca.
—No hables con extraños, Tn, no te vayas con Analise.
Tragándome mis sollozos me doy la vuelta. No puedo atrasarlo más. Es el momento de acelerar las cosas.
Ya no solo se trata de saber el pasado, ahora también se trata de salvar a mi madre y recordar a Analise. Ella merece ser recordada, fue importante. No merece ser un borrón en mi memoria, se lo debo.

CensuradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora