Capitulo 49

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Todo su cuerpo está caliente, literalmente, mientras mis dedos acarician sus costados haciéndola temblar. Luego guío mis manos hacia el lugar al que realmente quieren ir, hacia el sur.
Primero paso por su estómago plano, mientras la miro con fijeza y ella abre un poco sus labios en un profundo suspiro, luego mi mano continua por su vientre hasta comenzar a llegar a su destino y comenzar a repartir caricias y toques que no tardan en hacerla retorcer y gemir. Sus manos se aprietan en mi espalda.
Para hacerlo más intenso, mientras la acaricio con mis dedos vuelvo a besar uno de sus senos. Realmente estoy en eso de darle tanto placer como me permita.
Cuando tengo mis dedos resbaladizos, muerdo su pezón y ella gime con fuerza haciéndome saber que ha alcanzado un orgasmo que parece disfrutar, no puedo evitar sonreír, principalmente porque sus ojos se mantienen en los míos.
Nos mantenemos en silencio mientras retiro mi mano, ella hace largas respiraciones.
—Entonces, muñeca, ¿qué es lo siguiente?
—Tú, sin ropa, sobre mí. Eso es lo siguiente.
Respiro hondo porque sinceramente si ella hubiese dicho algo como «bueno, gracias por el orgasmo, te puedes ir» no sé qué hubiese hecho. Me pongo de pie y bajo su mirada comienzo a sacar mis jeans, mi bóxer y me causa gracia que ella lance un silbido mientras muerde su labio superior.
—Joder, Chris... —dice, viendo hacia mi pene muy despierto—, madre mía, es grande.
—¿Cuántos penes has visto en tu vida?
—¿Sin contar las películas porno?
—Sin contarlas —digo, riendo mientras tomo del bolsillo de mi pantalón un preservativo.
—Unos tres, uno de ellos fue diminuto y los otros normales —dice sin dejar de ver mi pene que crece más ante su mirada—, pero el tuyo los supera, debería estar aterrada de que quieras meter eso en mí.
—¿Es eso un halago? —pregunto, deslizando el preservativo por mi miembro.
—Mierda, esa soy yo diciéndote cuán orgullosa estoy de tu pene.
No puedo evitar reír mientras subo sobre ella, tal parece que en estos momentos ella tendrá algo que decir.
—Entonces, es algo bueno que estés orgullosa de mi pene.
—Corrección: de tu gran y enorme pene —me interrumpe.
—Sabes cómo mimar el ego de un hombre —murmuro y beso su barbilla acomodándome mejor entre sus piernas.

Deslizo mi mano por su muslo antes de tomar su pierna y engancharla a mi cintura, cierro los ojos porque el ángulo hace que la roce de una manera que acabará por hacerme perder los nervios.
Me balanceo solo un poco y ella gime enredando sus dedos en mi cabello.
—Por cierto, Chris —murmura—. Soy virgen.
—¡¿Qué?! —detengo mis balanceos, ella me da una sonrisa que me hace girar los ojos.
—Solo bromeaba.
—Bonito momento para bromear.
Creo que ella va a decir algo, pero la callo adentrándome en su cuerpo de un solo movimiento. Se siente delicioso.
—¡Oh, cielos! —gime aferrándose a mi espalda.
No tengo pensamientos para nada más que no sea Tn y sentirla. Por ello comienzo a moverme dentro y fuera de su cuerpo, en un continuo vaivén, sosteniendo su pierna con una de mis manos y con la otra sosteniendo mi cuerpo sobre el suyo para que todo mi
peso no recaiga en ella.
Cada vez siento que me deslizo con más facilidad y más profundidad haciendo más amplio y grande nuestro placer. Por
supuesto que ella comienza a alzar sus caderas encontrando mis embestidas, haciendo, incluso, que la sensación sea mucho más placentera.
En algún punto ya no sé dónde empieza su sudor ni dónde termina el mío, mucho menos reconozco cuáles son sus jadeos y cuáles vienen de mí.
Es algo bueno que su habitación esté en el ala alejada de la habitación de sus padres, de manera que si resultamos muy
ruidosos ellos no vayan a despertarse.
En ningún momento dejo de mirarla, incluso cuando comenzamos a besarnos nos mantenemos con los ojos medianamente abiertos.
Me alegra que su cama no sea de esas que suenan por cada movimiento, porque mentiría si digo que no estamos haciendo
movimientos que cada vez se vuelven más profundos y fuertes.
Entonces siento luego de unos minutos, como se contrae y su cuerpo se tensa, de tal manera que su orgasmo acaba por traerme al mío, haciéndonos caer en el éxtasis.
Doy un gran jadeo dejándome caer sobre su cuerpo con mi rostro en su cuello. Mierda, eso ha sido demasiado intenso.
El mejor sexo de toda mi vida.
—Tener un pene grande es algo por lo que sentirse orgulloso, Chris—murmura después de un largo silencio —, pero tener un gran pene y saber moverse, bueno, eso debería hacerte sentir un gran rey.

Esta vez mis carcajadas son fuertes ante sus palabras, como puede me hace caer sobre mi espalda, mientras su cuerpo queda parcialmente sobre el mío, guía una de sus manos a mi boca.
—Cállate, van a escucharte mis padres —dice con una gran sonrisa.
Paso la lengua por su mano haciéndola reír y que la retire de mi boca, beso sus labios brevemente.
—Es tu culpa por hacerme reír —le recuerdo mientras, estratégicamente, me doy cuenta que la sábanas cubren la mitad de nuestros cuerpos.
Bueno, también me doy cuenta que sigo dentro de ella, por lo que, con cuidado, salgo haciéndola jadear y me doy la vuelta retirando el preservativo y arrojándolo a la papelera.
Vuelvo a mi posición y la traigo de nuevo sobre mi cuerpo. Ella lleva sus manos a mi cuello y acaricia con su rostro el mío, no puedo evitar sonreír.
—Así que eres una chica dulce después de hacerlo —murmuro.
—¿Te das cuenta que solo llevamos un mes y medio de conocernos? —pregunta en mi oído.
—Me doy cuenta.
Por un momento su cuerpo parece tenso mientras mantiene su rostro contra el mío y su mano en mi cuello. Con una de mis manos agarro su brazo para sostenerla cerca de mí.
—Un mes y medio —susurra—..., y creo que ya te quiero.

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