Capitulo 11

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TN

Cuando la clase de salsa con Jaime termina estoy sudorosa y jadeando como un pequeño cerdito, pero no soy la única.
Inmediatamente me dirijo al bebedero y con un gemido exagerado comienzo a saciar mi sed. En principio, la clase había relajado mi cuerpo, pero ver a Chris y descubrir que mis fotos acabaron en sus manos, hizo que además de estar tensa estuviera caliente.
Debería de darme vergüenza calentarme de este modo por un chico, pero ¡oye!, los hombres tienen continuamente erecciones y debido a que todos ahora parecen apoyar la igualdad de géneros, entonces diré que las mujeres tenemos el mismo derecho de excitarnos continuamente tal cual lo hacen los hombres.
Seco mi sudor con una toalla mientras respiro hondo, estoy agotada. Totalmente agotada y acabada.
Siento que alguien toca mi espalda y al darme la vuelta me encuentro con Melanie, quien no sé cómo lo hace, pero una vez limpió su sudor ahora está maquillándose. Lo encuentro tan
asqueroso y poco higiénico que no puedo evitar hacer una mueca de desagrado con mis labios.
—¿Por qué esa mueca, Rusa? —pregunta Melanie, pasando continuamente el corrector bajo sus parpados.
—Nada, es solo que... ¿cómo puedes maquillarte después de haber sudado como una cerda?
Ella me observa con sorpresa, si hay algo que yo no puedo evitar es ser franca y directa, constantemente estoy diciendo lo que pienso, es como si no tuviera un filtro entre mi mente y mi boca.
—No me importa, solo sé que los hijos del dueño de esta academia están aquí, tú los vistes, son increíblemente calientes y yo debo atrapar a alguno de ellos, aún no me decido por cuál.
Solo la observo y creo que lo hago con desagrado, es como si quisiera gritar «yo lo vi primero», claro, refiriéndome a Chris.
Christopher es muy impactante e increíble, es de esos chicos que debes tener como platónicos y no considerarlos reales, y seré la perra egoísta que de ninguna manera concibe la idea de Melanie con Chris.
—Aunque él último que llegó..., él tiene un aura que me excita, necesito a ese hombre.
—No lo creo —digo antes de siquiera pensarlo, Melanie frunce el ceño.
—¿Por qué no?
—Porque... no —digo encogiéndome de hombros—. Él no es para ti... —¿Entonces es para ti por qué le mostraste tus tetas? —pregunta y por un momento creo que ella realmente está cabreada y me da miedo puesto que no sé pelear.

—No le mostré mis pechos —digo—, tú no sabes lo que sucedió realmente.
—Entonces, ¿nadie más puede verlo porque tú lo quieres para ti? No me importa tu ascendencia rusa, la pelea tiene que ser justa.
—¿Qué pelea?
—Quiero al chico y punto.
—Pero ni siquiera sabes su nombre, además, yo vi su pene, él vio mis tetas y listo. Es para mí.
Ante mis palabras ambas nos sorprendemos, ella por el hecho de mi revelación, aunque bueno, realmente no vi su pene, solo la erección que se apreciaba tras la tela; la sorpresa para mí se encuentra en el hecho de «es para mí», me siento codiciosa y la idea de Christopher siendo para mí hace que la adrenalina me recorra.
Melanie aprieta sus labios y sigue su camino, incluso ella choca contra mi hombro. No sé qué tiene Chris, pero las chicas como que enloquecen a su alrededor, incluyéndome.
Me encojo de hombros y recojo mi pequeño bolso mientras saco una barra nutritiva para recuperar energías. Las últimas chicas salen y Jaime se detiene en la puerta esperando por mí.
—Excelente baile el de hoy, Rusa —me felicita cerrando la puerta tras de mí, al sonreír, un hoyuelo aparece en su barbilla, es atractivo pero lastimosamente gay.
—Gracias, Jaime, estaré ansiosa de saber cuál será tu próxima clase.
Él me sonríe mientras camina a mi lado, una vez más me encuentro muy tentada a gritar «¿quieres ser mi amigo gay?», pero
entonces me contengo, camino emocionada a su lado, como si de alguna forma Jaime fuera una celebridad y yo una grupie hambrienta.
—¿Con quién tendrás clases mañana?
—Con la dictadora —Jaime enarca una de sus cejas y yo abro mis ojos, estoy acostumbrada a llamarla por el apodo que alguien le otorgó—, perdón, quise decir con la señorita Lara, ya sabes, clase de
ballet.
—No sabía que te gustara el ballet, Rusa.
—Me gustan casi todos los tipos de música, de hecho, estuve investigando por Internet. ¿Sabías que en América y España hay un baile llamado reggaetón?
—Soy latino, Rusa, conozco esa música.
—Yo creo que los hombres después de bailarlo tienen una erección—digo pensativa y Jaime ríe—, me gustaría bailarlo algún día, a ver qué tal es.

—Prepararé una clase, entonces, para que lo conozcas —palmea mi hombro.
Le sonrío con ganas y, ¡cielos!, me entran ganas de abrazarlo, que patética, quiero mendigar su amistad.
—Eso sería genial y...
—Jaime, ¿podrías reunirte un momento con Landon y conmigo?
Ante el sonido de la voz tras de mí tengo que sostener bien mis bragas, porque, ¡mierda!, él tiene una voz rasposa y ronca, pensé que ese tipo de voces eran una leyenda urbana, ¿pero adivinen qué?
Christopher tiene ese tipo de voz.
Jaime y yo nos damos la vuelta, Jaime porque Chris le habló y yo porque soy chismosa. Landon está recostado a un lado de la pared concentrado en su celular, los padres de estos dos chicos sí que saben crear niños.
—Estás sudada —me dice Chris enarcando una de sus cejas y quiero decir «¿en serio?», pero en cambio digo otra cosa.
—Parezco una cerdita —y para comprobar lo que he dicho hago sonidos de cerdito haciendo a Christopher reír, Landon quita la atención de su celular y me sonríe.
Yo de verdad no debo tener ningún tipo de vergüenza en mí, y eso me preocupa.
—Te ves bien sudada —me dice jugando con los papeles entre sus manos mientras me observa con sus ojos.
—Me veo bien de muchas formas.
—Créeme, lo he notado —me asegura Christopher guiñándome un ojo y creo que la temperatura comienza a subir.
Jaime aclara su garganta mientras rasca su barbilla, Chris inmediatamente lo observa.
—Dijiste que Landon y tu necesitan hablar conmigo.
—Oh, sí, solo esperemos a la dictadora —dice Christopher, luego se corrige—. Quiero decir, a la señorita Lara.
Como si la invocara, la dictadora aparece acompañada de una delgada, menuda y preciosa morena que bebe, babea y desvive por la presencia de Chris.
Ese es el problema de los chicos atractivos: todas lo desean.
¿Y cuán fastidioso ha de ser tener un hombre que todas desean?
Sí, ha de ser agotador, pero tener a Christopher creo que lo compensaría.
—Gretta, debes practicar un poco más, trabaja en tus vueltas, por favor —le dice la dictadora a una embelesada Gretta—, ya puedes retirarte.

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