Capitulo 74

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Las fotos comienzan a hacerse algo escasas y algunas parecen recortadas o reducidas. Frunzo el ceño porque hay una donde se supone que cantamos cumpleaños a una niña a la que solo se le ve la mitad del cuerpo.
Las fotos de mi segundo añito son algo raras, todas ellas parecen modificadas, pero mis padres lucen felices.
Voy pasando a través de las fotos hasta llegar a los 6 años, todas las fotos tienen descripciones bonitas de Anastasia sobre esos momentos, eso sí, en ninguna foto donde aparezca la abuela esta sonríe, de hecho, no hay ni una sola en donde me cargue.
—Mira, pero si es Kattia —digo, riendo y veo a una niña de quizás ocho años llevando anteojos de fórmula y frenillos—, así que eso te ayudó a ser hermosa hoy en día prima.
Me extraña de que cada una de las fotos no tenga algún recuerdo, entiendo que estaba pequeña, pero sería lindo recordar alguno de esos momentos. No ubico esos momentos en mi cabeza.
Tomo una foto donde parece que tengo aún 6 o 7 años y salgo en un rincón abrazando mis piernas llorando.
—Así que mamá también me tomaba fotos llorando —murmuro divertida, doy vuelta a la imagen para leer.
«Hoy quitaste mi felicidad. Ya no eres mi Tn, ya no eres mi niña, arrancaste parte de mi corazón. No puedo verte con los mismos ojos.
¿Por qué tú? ¿Por qué Tn?
Tú debías ser luz, tú no deberías ser oscuridad.
No eres lo que quería, nunca serás lo que quiero.
No puedo verte del modo en el que te veía, me quito la venda de los ojos y enmarco esta imagen donde tus lágrimas no representan ni un poco el dolor que llevo.
No eres mi niña rusa, no eres mi Tn».
Dejo caer la imagen de mis manos mientras siento mi corazón latir con fuerza, por alguna razón que no comprendo comienzo a derramar lágrimas. Mierda, eso suena a mucho resentimiento. Mi garganta quema conteniendo sollozos ante el trasfondo de esa fotografía tomada por Anastasia, se lee tanto odio en sus palabras, son muy diferentes a las palabras dulces de las fotos anteriores.
Tomo la foto con manos temblorosas dándome cuenta de que la fecha anuncia que fue el abril del año en el que tenía 7 años. Mi madre me odia desde que tengo 7 años, todos esos malos sentimientos hacia mí los tiene desde hace años.

Aturdida, comienzo a guardar las imágenes y en mi desespero por borrar las palabras de mi cabeza acabo por arrojar el cajón al suelo.
—Mierda —digo con un nudo en la garganta, quiero llorar.
Me agacho a recogerlo, dispuesta a arrojar cada fotografía, pero los bordes del cajón se han abierto y tres fotos han salido.
La primera es mía, quizás tengo 2 años y tapo mi boca con un mechón de cabello rubio perteneciente a alguien que no se ve.
La segunda es mamá besando mis pequeños pies de bebé y acariciando con su mano los pies de una persona más grande, seguro que de Kattia, desde entonces ya la quería.
La última son tres niñas, logro reconocerme al igual que a la sonriente Kattia, hay una niña rubia haciendo una mueca.
Escucho el auto de mamá estacionarse y con rapidez comienzo a guardar las fotos, si me descubre me mata y no quiero verla después de leer cómo se sentía conmigo cuando yo solo tenía 7 años.
Guardo como puedo el cajón y la puerta se abre, me doy la vuelta con rapidez viendo a la abuela de pie, escondo mis manos tras de mí, no guardé la fotografía, mierda. Introduzco la foto en el bolsillo de mi pantalón, arrugándola para que no se vea.
—¿Qué haces aquí? ¿Buscas dinero para comprar tu droga? — cuestiona la vieja odiosa.
Me pongo de pie, todavía siento el nudo en mi garganta, sin decir nada la rodeo para salir, pero en el último momento decido responderle.
—La única droga a la que soy adicta me la da mi novio gratis —le digo, ella voltea a verme, le doy una sonrisa arrogante—, y a esa droga se le llama sexo.
Alcanzo a ver la expresión de su rostro antes de darme la vuelta y caminar hacia mi habitación. Cierro la puerta y aprieto mis labios con fuerza.
—Mi mamá realmente me odia —murmuro en voz baja comenzando a derramar lágrimas.

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