Déjame ayudarte

1.2K 219 116
                                    

El tiempo había pasado y con ello la noche, en el área de enfermería de ese descomunal coliseo estaba Katsuma contemplando a un Izuku todavía durmiente encima de una de las camillas. Había terminado su labor de ayudarle con los golpes y heridas que adquirió en ese último par de días, observaba con curiosidad las extremidades esperando que una vez más volviera a ver aquel fuego verde que emergió debajo de los grilletes de obsidiana, pero no había ni un mínimo rastro por ahora.

Una mano palpó su hombro derecho haciéndole llamar su atención desde su asiento, era Mahoro.

—Vámonos, papá está afuera esperándonos —ordenó tomando la muñeca del menor para jalarlo a la salida. —Ya terminaste con tu tarea aquí, sabes a lo que me refiero, ¿no? —masculló girando en brevedad a observar al peliverde en cama al igual que Katsuma el cual arrastraba sus pies dudoso de irse. —Shinya-san está en el cuarto continuo con Bakugou y ese hombre raro, estará vigilándolos, no te preocupes.

—Mmh... —asintió resignado para acompañar a la niña, sin embargo, al momento en que tomaron la cortina para retinarse de ese cubículo escucharon un quejido con movimiento que les paralizó a ambos niños.

Dieron media vuelta al lugar de procedencia consternados, notaron que el pecoso había abierto los ojos mirando bastante desorientado el techo, llevando una de sus manos a frotar sus ojos y posteriormente tantear el vendaje que rodeaba su frente quejando por el ligero dolor al tacto.

—¿Qué...? —Susurró con extrañeza.

Su voz apenas había salido sin poder terminar su cuestionamiento cuando el par de chicos aproximaron a la cama emocionados.

—¡¡Deku-niichan...!! —Exclamó regocijado en alivio y felicidad.

Su plenitud de acercarse completamente a la cama detuvo con cautela sorpresiva al ver como el peliverde levantaba medio cuerpo quedando sentado en la camilla de forma estrepitosa y frenética, tomando bocanadas de aire con terror llevándolo a toser por la torpeza de su acción.

La mente de Izuku estaba hecha un lío, pero al momento de escuchar ese mote un gran golpe tomó sus pensamientos impulsándolo a recordar muchas cosas. Se llevó su zurda a tocar la garganta buscando tranquilizar su ventilación conmocionada.

—No te precipites —inquirió el pequeño castaño llevando ambas manos encima de la diestra de Izuku. —Trata de tranquilizarte.

Los orbes esmeraldas giraron de reojo más relajados, pero igualmente consternados hacia el sitio donde estaba el tacto notando al niño a su lado. Los recuerdos venideros de algo que estaba haciendo de forma inconsciente todo este tiempo asomaban de forma rota y desordenadas, aun así, una escena del desierto donde estaba el paradero de ese niño en dunas asomó en la mente.

—¿Tú eres... Katsuma-kun...? —Musitó dudoso.

Esas palabras fueron suficientes para que el pequeño con pecas sonriera dichoso de saber que sí lo había estado escuchando todo ese tiempo que había estado hablando sin respuesta, asintió varias veces con la cabeza emocionado.

—¡Sí! ¡Soy yo, gracias por salvarme! Terminaste aquí por esa razón...

La faceta en Izuku era más que confusión por lo declarado, pero no podía preguntar las razones del todo ante un niño que exclamaba todo con tal euforia, por lo que correspondió con una diluida sonrisa extrañado.

—¿De qué hablas Katsuma? Él debería darte las gracias por curarlo, jum —exclamó Mahoro acechante unos pasos atrás cruzando sus brazos. —Ya era hora que despertaras, renegado.

Todo se complicaba más para saber lo que en realidad pasaba, pero juzgando por la forma defensiva que la pequeña de dos coletas le trataba y lo despectivo en que le llamaba... quizás había hecho algo muy malo.

Clan de Lobos [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora