Ciudadela

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Un día nuevo era en el reino, donde el escándalo e incertidumbre todavía no menguaba de la muerte de su soberano y del nuevo heredero que no salía de los muros del castillo la notica inconsistente todavía.

Izuku se encaminaba de nuevo a visitar a su amiga lastimada, ir y hacerle compañía en esa habitación que le tenían bajo supervisión, por no decir que restringida por el cargo de culpa que portaba en hombros la mujer.

Abrió la puerta con unas mantas en mano que Recovery le había pedido que le llevase, esperaba verla en cama reposando o posiblemente dormida, su sorpresa fue otra al verla de pie a mitad de la recamara con un espada de madera portando en mano.

—No, no...Debes sostenerla más firme, como si tu determinación se manifestara en ella —reprochó Mirio quien cruzaba otra arma de igual estilo contra la de Ochako.

—¿Así? —Respondió concentrada elevando el brazo derecho para estar más a la vista del rubio.

—Exacto, sólo baja un poco el pulgar —indicó reacomodando él mismo los dedos de la chica en el mango. —Porque si hay un movimiento rudo podrías luxártelo.

Izuku miraba con la boca abierta al buscar soltar palabras a lo presenciado, sin mencionar que igual se preocupaba por la forma temeraria en que se tomaba su posición malherida Ochako.

—¡¿Qué están haciendo?! ¡Uraraka-san, Mirio-senpai! —Nombró en voz alta cerrando la puerta a su espalda sin apartes la mirada, ambos sujetos tras notar la tercera presencia giraron a verle distantes.

—¡Eh! Buen día Izuku-kun

—Midoriya, te veo algo pálido, ¿estás bien?

El joven negó nervioso la pregunta acercándose para dejar las cosas en mano al borde de la cama.

—¿Por qué están haciendo esto? —resopló con el rostro bañado en preguntas. Togata y Ochako se miraron al escuchar aquello.

—Uraraka me pidió enseñarle el arte de la espada... —señaló a la chica en busca de quitarse cualquier culpa de encima ante la mirada molesta del peliverde.

—En vista de que ya no podré ser una arquera quiero poder ayudar de otra manera, si puedo dominar una espada con el manejo de un brazo sería lo indicado —respondió con firmeza en sus ojos dirigidos a su amigo —por eso...¡Por eso le pedí a Mirio-san que me enseñara! Sé muy bien que a ti te estuvo instruyendo en Erbarn también, así que no puedes reclamar nada.

—¿Eh? —Izuku pestañeó sorprendido puesto que eso lo desconocía cualquiera en Goa.

—No pretendo quedarme atrás tampoco.

—Pero tú continúas malherida como para retomar un entrenamiento Uraraka-san.

—Quizá sea ejecutada —mancilló entre susurro pesaroso —no quiero desperdiciar mi tiempo.

Mirio asintió en brazos cruzados para sí al escuchar aquello.

—Fuertes convicciones de ambos —postró una de sus manos sobre la cabeza de Uraraka —por eso cuando me lo pidieron no pude negarle a ninguno de los dos en adiestrarles.

La puerta se abrió de nuevo en la recamara, esta vez Ochako tomó en la misma mano las dos espadas de madera para dejarlas caer y patearlas debajo de la cama ocultándolas de la vista. Ya se imaginaba la siguiente visita, preocupar a Izuku había sido un error que no quería cometer de nuevo.

Un rostro de forma tímida se adentró entre la puerta y su margen para asomarse por las voces exaltadas que había percibido del otro lado cuando pasaba.

—Ochako-chan, ¿está todo bien? —Formuló Tsuyu examinando la habitación.

—Sí, todo está perfecto —asintió la castaña indicándole que podía pasar —Recovery vino hace unas horas a revisar mis heridas, no hay nada detallado por decir.

Clan de Lobos [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora