Herejes

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Habia amanecido, el viento era intenso y resoplaba con furia a pesar de ser temprano, el cielo estaba lleno de cúmulos de nubes que no dejarían pasar ni un rayo de luz, ese era el aspecto de Erbarn.

Sin su rey, por ahora se encontraban en tranquilidad, mesurando sus clásicas tareas las personas, dejando en claro las ordenes que había dejado el rey Aizawa; la guardia estaba estable.

Kurogiri había llegado hace un par de horas, luego de haber ido a un comedor del centro de la ciudadela, no había llevado mucha provisión para su viaje, fue muy oportuno. Había dejado a Dabi a medio camino para que se adentrara en los bosques.

Tenía en mente su misión en recinto, inspeccionaba con una vista discreta a cada joven del lugar, no encontraba a alguien que encajara con la descripción de Midoriya Izuku, sus expectativas de encontrarlo en Erbarn eran bajas, pero no pretendía volver con las manos vacías, sabía cómo se ponía en esos casos Tomura. 

Luego de dejar su paga a la camarera fue hacia la gran puerta metálica que daba entrada al castillo, sin duda reflejaba desde ese ángulo preponderancia. Sus ojos miraban de arriba abajo aquella entrada cerrada, era de esperarse... Sin el rey, no querían correr riesgos en el castillo, no de nuevo. La puerta solo se abría para casos exclusivos y especiales, no osarían poner en peligro a la reina.

Se quería retirar, continuar su búsqueda en las calles apedreadas de los pueblos bajos, a pesar de ser el mensajero no tendría sentido que un vil joven de Goa estuviera en ese castillo.

—¡Eh, a usted nunca lo había visto! —Exclamó con un tono encantador e imprudente una chica a su espalda. —Usted no es de Erbarn, ¿Qué se le ofrece?

Kurogiri dio media vuelta para encontrarse con una joven de cabello largo y celeste que no le apartaba la vista, por su vestimenta y aquel arco a su espalda consideraba que pertenecía a la guardia real.

—Soy un viajero, solo observaba la grandeza del sitio —respondió.

—¿De veras? ¿No está mintiendo? —Exclamó con ese semblante simpático, parecía que no conocía lo que era espacio personal. Kurogiri asintió. —No lo sé, se ve bastante sospechoso, ¿Tu qué opinas Tamaki? —Dirigió a un chico con cabello largo y oscuro.

—¿Ah? No lo sé Nejire ... —Dio respuesta con tono lúgubre al otro extremo de la gran puerta que estaba siendo cuidada como porteros por ellos. —Mirio sabría juzgarlo, pero él no está.

—Es por eso que nos toca hacerlo. —Después de reprocharlo giró con el sujeto extraño —señor, ¿Buscaba algo específico del Rey? Porque ahorita está ocupadísimo y no lo atenderá a menos que sea algo de urgencia.

—El señor Aizawa está en Goa, no tienen que ocultarlo.

Al escuchar esa respuesta, Hado y Amajiki se miraron de reojo desde el mismo lugar para luego observar al sujeto, él conocía la situación.

—¿Y viene a ver a la reina entonces?

—Bueno... de hecho estoy buscando a alguien —respondió sin más, luego de razonarlo no le vio el problema de acudir a Erbarn, no estaba cometiendo algún delito. Sacó de su bolso un papel con el dibujo del rostro de Izuku. —¿Han visto a este chico? Está causando algunos problemas el no saber su paradero.

Ambos jóvenes se acercaron a ver el boceto en manos de Kurogiri para observarle mejor.

—Oye Nejire, ¿Ese no es Midoriya? —Cuestionó tomando el papel en sus manos.

—¿Midoriya? —Secundó posando un dedo en su mentón mirando el dibujo.

—Sí, el chico de Goa, trabaja como mensajero.

Clan de Lobos [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora