Noble sacrificio

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Una vez que llegaron a ese terreno inhóspito, a pesar de que el clima había cesado a ser una grácil nevada que caía entre las ruinas de ese castillo.

Los dragones arribaron en un punto de reunión que usualmente tuvieron cuando vivieron ahí, una vez que descendieron volvieron a su aspecto humanoide observando hacía el hueco del enorme bastión, miradas llenas de nostalgia y apego a ese sitio surgieron en cada uno de ellos, recordando esos viejos tiempos donde eran comandados por alguien más e incluso con la ironía de llamar dulce hogar a ese entorno tan deteriorado.

Tomaron la decisión de formar dos equipos, uno de ellos iba liderado por Pixie, aquella mujer con el poder de encadenar cualquier alma vinculándolos para así poder rastrearlos, ella era la respuesta para dar con Eri, seguida por Nighteye, Kaoroku, Ragdoll y Taiger, guiados por el rastro que era un hilo de colores azul neón que solo la rubia podía ver. Ya había asumido donde se encontraba la menor.

—Ella está en los calabozos... —comentó extrañada.

La última vez que habían tenido que pisar ese escabroso lugar fue cuando tuvieron a un cautivo, que era el lobo de pelaje dorado.

—Este lugar está inusualmente solitario, ¿por qué no hay nadie cuidando a su rehén? —Mencionó con cautela Taiger, el cual merodeaba sin bajar la guardia.

Continuaron su andar por ese lugar, descendiendo escalones hacia la planta más baja donde residían los calabozos oxidados del reino, no podían evitar pensar en esa mala sensación de que nadie buscaba detenerlos. Era demasiado extraño.

—¿Saben? Cuando Hawks nos atacó el venía solo con Todoroki-kun, no había otro compañero con él —recordó Pixie.

—¿Dónde estarán el resto de los grifos? —Susurró la peliverde de grandes ojos ámbar curiosa.

Un silencio perduró ante esa pregunta, nadie conocía del todo esa respuesta ya que habían pasado largas décadas desde la última vez que alguno tuvo contacto con esa raza de grandes alas emplumadas.

Llegaron a la entrada del calabozo y de forma dudosa pero una vez decidida la rubia empujó esa puerta de madera al borde de colapsar por su mal estado, al tratarse del piso más bajo del castillo era un sitio frío al tacto sencillo, las ventanas se encontraban en lo alto al límite con el techo dando pequeñas iluminación debido al cúmulo de nieve que se arrinconaba en ellas por tratarse de un escape de aire en el suelo de los patios del castillo.

Al ver que todavía en el largo pasillo de ese lugar no se veía ningún alma evitaron la cautela y caminaron con más libertad.

—¡Eri-chan! —Llamó Kaoroku mirando por cada celda que pasaban sin ninguna respuesta.

—Está al fondo —señaló Pixie casi al final del pasillo.

Aproximaron su paso estrepitosamente para llegar al lugar concordado, con un alivio pero al tiempo que un estrés los llevó al ver que la pequeña albina de ojos carmesíes estaba encerrada con un objeto de metal amordazando su boca, sus manos y pies descalzos yacían envueltos en congelantes grilletes del mismo material.

—¿Qué es eso? —Preguntó en horror Ragdoll cubriendo su boca abierta por la sorpresa con una de sus manos.

Al otro lado, frente a la celda de Eri yacía un cuerpo en condiciones similares colgado en cadenas desde los brazos que lucían más como ramada de madera seca que se había envuelto en ellos, era como un gran árbol que había sido arrancado y colgado ahí, debajo de todo ese montón de madera seca e infértil se podía ver un rostro bañado en profundo sueño mientras unos copos que se infiltraban de la ventana encima de él descendían en melancolía.

Clan de Lobos [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora