Decisiones precipitadas

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Por fin, luego de una larga travesía llegó Pix, Eri e Izuku habían pisado la entrada de esa caverna, caminando con cautela con sus sentidos completamente activados ante cualquier situación inesperada con el objetivo de encontrar a los lobos.

—Entonces... —susurró Midoriya.

—Sí, no hay duda, Bakugou y el resto de su clan se encuentran al fondo de este sitio —dijo Pix volviendo a su apariencia humanoide para adentrarse con más facilidad a esa caverna.

Con cada pasó que se aproximaban se sentía una humedad más expectante con el goteo de los cristales color aguamarina que se hacían de mayor tamaño conforme se adentraban

Por alguna razón todo esto le daba un mal presentimiento, sentía que todo estaba enlazado a lo que recientemente habían sentido en su trayectoria hacia allí, aquella energía que hizo incomodar a las dragonas en pleno vuelo desde otra dirección.

—Este lugar... —dijo para sí Pix entendiéndolo todo. —Entonces fueron los druidas.

—¿Druidas?

—Hace varios años nosotros el Clan de dragones vinimos a este lugar que es conocido como el Santuario de la Vida, todo con el fin de revivir al ser que mantenía un cuidado con todas las razas del continente —Pix miró de reojo a Eri donde posteriormente acarició su cabeza mientras andaban —eras más joven como para recordar eso —rió entre dientes.

—¿Revivir? ¿De eso se trató todo este secuestro? —Exclamó Eri sorprendida.

—De hecho no era nuestro turno en ese entonces pero Ryukyu fue muy paciente con Enji —respondió nostálgica con un leve tono burlón —ese lobo era tan orgulloso y evidentemente odiaba al fénix. Supongo que no les parecía justo a las druidas que ese turno se saltase de nuevo y querían forzarlos, que estrictos...

Izuku escuchaba atento y en silencio procurando entender todo lo mencionado por Pix, aquella rubia siempre contaba todo tan a la ligera por más minucioso y cuidadoso tema se tratase.

Conforme iban acercándose hacia el fondo donde yacían los principales pilares de cristal escucharon un grito femenino alertándolos.

—¿De verdad piensas que haré lo que me digas? ¡No me hagas reír! Ese poder que te sacaste de la manga con tu viaje a Kinluh no me hará ceder.

Esa voz... Sí, definitivamente la reconocía Izuku, se trataba de la princesa de Eilein: Ibara Shiozaki.

—¿Ella también está aquí? Todos ellos... —corrió enseguida para aproximarse al lugar.

En su marcha a toda prisa sabía claramente que estaba hablando con él, discutía sin miedo ni titubeante hacia el otro alfa, definitivamente era a Katsuki a quien le reclamaba, ¿por qué? ¿Por qué en un momento así se dividen sus ideales? Era lo que daba vueltas en la mente de Izuku.

La mirada del chico quedó en blanco al ver múltiples pilares en aquel lugar, cada uno de ellos con uno del clan, todos estaban allí y Shiozaki frente a uno de ellos el cual comenzaba cristalizarse desde la base poco a poco. Su piel se puso tan pálida al igual que sudó frío al darse cuenta que dentro de ello estaba Bakugou comenzando a inmovilizarse sus piernas por el cristal que emergía poco a poco.

—Calla de una vez vidente maldita, más te vale que estés equivocada —exclamó el rubio con un malhumor por lo dicho hace unos momentos.

—Tú eres el idiota —refutó con ira en su reacción intensa mientras unas lágrimas se acumulaban, posteriormente descendieron por su rostro sin apartarlo de él todavía colérica de la decisión.

Ambos estaban tan centrados en su discusión que tardaron en darse cuenta que había nuevos visitantes en aquel santuario.

—¡Kacchan! —Gritó Izuku haciendo un eco en el lugar.

Clan de Lobos [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora