Bestia imprudente

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Bakugou había salido del coliseo en dirección del hogar de ese par de niños, antes de poner en acción lo que tenía en mente debía corroborar un par de cosas, entre eso era ir a interrogar a ese chico llamado Katsuma, tal parece conocía algo más por encima del forastero renegado como definían los guerreros de Naboto al peliverde.

A pesar de que ya era de noche, los callejones del oasis estaban concurridos en personas, tal parece y ese sitio avivaba más desde la tarde-noche a causa de la disminución de temperatura. Las antorchas iban en sendero entre cada esquina de los pequeños hogares, los mercados ambulantes eran menos pero ahí permanecían como si de un festival eterno se tratase.

Que gente tan rara.

Era lo que consideraba Bakugou, el modo de vivir de esas personas era muy en contraste a los reinos que había pisado.

En su trayecto se pudo percatar de algo, el aroma que había familiarizado de esa pequeña de dos coletas estaba alejado de donde se suponía que era su hogar, acompañada del otro niño. Algo no estaba bien, el olor se iba alejando de la zona céntrica de Naboto, conforme avanza sus pasos se estaba encaminando a los bordes de esa civilización, ignorando a cualquier intrépido transeúnte que le ofrecía cualquier mercancía llamativa.

El rubio detuvo al margen del oasis, quedando en una de las salidas que dirigía al desierto, bajó sus carmesíes a observar el rastro de arena de unos pies pequeños que estaba desvaneciendo con el grácil movimiento del viento.

—Esos mocosos... —repudió con molestia, no era su cargo ni nada parecido, pero realmente le cabreaba la idea de que ese par tan inexperto saliera como cualquier día de campo a esas arenas peligrosas que anidaban monstruos, sobre todo que tenía un gran interrogatorio para el menor de mirar tímido.

Recordó la advertencia de Stain respecto a no hacer locuras fuera del desierto, sin embargo, tras la indignante verdad que había estado ocultando el druida no tenía el por qué obedecerlo desde ahora, se había decidido a continuar con su propio ritmo para recuperar a Izuku.

Fue así como trasformó en su naturaleza tal cual, un lobo de pelaje dorado para avanzar rápidamente sobre las marcas y aroma que aun permanecía en la arena.

En un par de kilómetros del oasis se asomaba una cordillera donde abundaban unas ruinas similares a la arquitectura que manejaba en Naboto, La bestia de mirada austera disminuyó la velocidad observando con cautela los rincones de ese establecimiento, lucía deshabitado y maltrecho, el aroma de los pequeños abundaba en ese sitio, más no eran los únicos, algo más se había adueñado de ese lugar oscilando un hedor consumado en algo que últimamente había adquirido en el desierto.

Un ruido atormentado resonó entre las paredes que apenas sostenían, una bestia de mediana altura asomaba desde el fondo de las ruinas cojeando con ese extraño sonido salir de sus fauces. La piel del lobo tensó ante la posición defensiva que dio lugar, algo no estaba bien con ese ser, estaba seguro que se trataba de uno de esos monstruos llamados noumus, pero su apariencia no era completa, la mitad del rostro asomaba una persona con parte de esa materia oscura que tomaba su cuello, pecho y una pierna.

El lobo espetó un gruñido amenazante mostrando sus colmillos para que dejara de acercarse, de ser así no dudaría en atacar con total agresividad, después de todo ese mirar descompuesto que dirigía ese ser era inquietante.

—¡Por favor no lo lastimes! —Exclamó Katsuma asomando desde uno de sus escondites para ponerse frente al noumu tambaleante, extendiendo sus brazos a sus lados con intención de protegerlo.

Las fauces de Katsuki escondieron relajando su agresividad al tener al infante frente a él.

—¡Aléjate de él! —Amenazó una voz femenina que reconoció, se trataba de Mahoro que se interpuso frente al lobo con una madera seca oportunista que tomó del suelo sosteniéndolo como defensa. —¡Vete! ¡No hay nada para ti!

Clan de Lobos [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora