Clan de Lobos [BkDk]

Iniciativa recíproca

Tras aquel fuerte acontecimiento el clima en las ruinas de Kinluh había cambiado, las fuertes nevadas que cubrían una barrera en el reino destruido ahora solo eran una suave nevada que caía con una sublime gracia en los escombros y cualquier perímetro del entorno.

Dos días habían transcurrido, el refugio idóneo había sido continuar en el castillo, si bien, éste desde fuera lucía lo más despechado y destruido, por dentro aún conservaba la elegancia y cuidado que una vez tuvo en el próspero reino entre los picos nevados.

El tiempo necesario para hacer unos cambios en el lugar, después de todo la mujer que dictaba y regia a los dragones del sitio había muerto, al igual que otros más que tuvieron la osadía de enfrentarlos.

Hubo discusiones aglomeradas respecto a la decisión al igual por ausencia que tuvo Nighteye gran parte del tiempo, la disputa de su tardanza, tanto como el haberse reservado a decirles la visión que había tenido de la muerte de Ryukyu tuvo consecuencia de desconfianza en los demás. Él se encontraba con su conciencia limpia a su hecho y es que, tras una reprimenda que tuvo entre pena y dolor, solo ajustaba sus gafas tras levantarse y recordaba lo dicho por la mujer de ojos dorados.

Nighteye le había contado con bastante antelación que ella sería asesinada por uno de los dragones que había exiliado hace tiempo, a pesar de ello Ryukyu dejó ceder el destino sin problema. No estaba resignada a la muerte, tampoco aterrada, simplemente creyó correcto ceder el lugar a alguien más, confesándole a su compañero peliverde que estaba cansada de que estuvieran restringidos y refugiados del mundo.

Una revolución, un cambio del estilo sigiloso y entre las sombras era lo que ameritaba a los dragones y con su muerte desecharía esa restricción. Algo que solo confesó a Nighteye.

Ahora en estos momentos lo único que lamentaba ese regio hombre era el error de cálculo debido a esa visita inesperada que, al igual que los humanos que cuidó este tiempo estuvieron sorprendidos. Jamás esperaron que el joven soberano de Goa fuese a las tierras inhabilitadas del norte en busca de respuestas.

El hombre de gafas residía en un asiento en una de las esquinas de aquella alcoba, con su espalda corva y entrelazando sus dedos encima del resguardo de sus muslos. Observaba con detenimiento la bestia albina que residía encima de la cama, su respiración débil y movimientos nulos eran de preocupar, pero más que nada le sorprendía que continuara con vida tras aquellas contundentes palabras que sin la voluntad y/o conocimiento de su poder Eri lo manifestó.

Caerían muchos problemas con la desaparición del monarca, levantaría sospechas de esa extraña tierra en manto laguno por la nieve, lo mejor sería no atraer atenciones a los humanos curiosos de este lugar, por no decir que tampoco quería dejar sin rey una vez más a Goa.

Nighteye ajustó sus gafas a su nariz para levantar enseguida de su lugar, llamando la atención del par de lobos que residían al lado de la cama esperando que al menos Todoroki hablara por fin. Miró con desdén el vendaje que tenía Kaoroku debido al arrancamiento que tuvo de su antebrazo, que a pesar de ello la mujer no le tomaba tal relevancia.

—Debemos hacer que Mandalay regrese ya —habló claro observando hacia el lobo —ya fueron dos días, comenzará a alarmar no saber nada de su rey.

Aquello sorprendió a la morena levemente.

—¿Y qué pasará? Después de todo Ryukyu era la que doblegaba aquel poder.

—Sólo por esta vez, que Mandalay lo use con normalidad...

—Si es así, que ignore mi lesión, ¡yo estoy bien! Incluso Pixie anoche despertó, por ahora son Midoriya y ese lobo los que ocupan ayuda.

Kaminari tras escuchar esa conversación de fondo, solo giró nuevamente hacia la bestia en cama y enseguida giró de reojo a Yaoyorozu, contemplando de perfil aquella gran cicatriz que residía en el cuello; recordó ese día de tormento donde se sintió tan inútil sin saber qué hacer con un compañero moribundo, en estos momentos no era diferente. Cerró sus ojos fuertemente al igual que apuñó sus manos.