El circo de los inadaptados

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El tiempo que había transcurrido era incierto pero conforme avanzaron los segundos más adelante empezó a retomar sus sentidos iniciando por el tacto, la sensación y forma de que estaba sentado en el suelo recargado en alguna especie de muro arcano, a pesar de la imposición de recargar plenamente su espalda a causa de tener sus manos atrás unidas por alguna cuerda de origen vegetal.

Lo siguiente fue su oído, escuchaba voces distorsionadas adjuntas del fuego quebrar madera de algunas antorchas a una distancia prudente de donde estaba, no lograba reconocer ninguna de ellas.

Por último fue su olfato, olores nuevos y extraños era lo que le rodeaba, tanto pestilentes como dulces y exóticos que desorientan en demasía. El aroma de Izuku había desaparecido, no estaba con él.

Había intentado abrir sus ojos pero algo se encontraba encima de su visión que lo interfería, un trozo de tela que ataba en su nuca.
Su garganta carraspeó un poco procurando llamar la atención de quien estuviera a unos cuantos metros de él, podía sentirlo bastante cerca.

—Hey  —llamó austero Katsuki. —¿Qué carajos hago aquí?

El ser que aparentemente le estuvo haciendo guardia respingó al escuchar esa gruesa voz a su espalda por lo que giró a corroborar el estado de aquel rubio que tenían inmovilizado a una de las raíces salidas de un gran tronco.

—¡Kinoko! ¡Él ya despertó! —voceó con volumen alto llamando la atención de otros seres que estaban alrededor. —¡¿Vas a volverlo a dormir?!

Ante aquello Bakugou frunció el ceño adjunto de una mueca tediosa al haberse dado cuenta que fue movilizado de esa manera, no había esperado algo como eso, por lo que procuró forzar a romper el nudo que ataba sus manos atrás, pero conforme forzaba aquella cuerda extendía a ser más gruesa y recorrer más terreno en sus antebrazos.

—No, Kamakiri espera —exclamó una voz femenina que Bakugou sintió aproximarse de forma prudente hacia él. —Debemos aprovechar que despertó para que pueda confesar sus verdaderas intenciones.

—Oh vamos, Setsuna no bajes la guardia, él no es como los otros y la última vez que vino un alfa ya sabes lo que pasó... —reiteró el chico.

—Pero ahora está inmovilizado con las raíces del árbol mayor, no va dejarle trasformar mientras esté ahí, tenemos más a favor.

—¿Estás segura? —Bufó Katsuki desde su posición, a pesar de carecer de su vista y mantenerse atado tuvo la osadía de mencionar algo así.

—Entonces... ¿Qué continúe despierto? —manifestó dudosa la chica castaña de pelo corto y estatura menor que acercó al ser llamada inicialmente por su amigo.

—Está fanfarroneando, no se preocupen —respondió Setsuna al relajarse segundos después por la visible amenaza del rubio. —No tiene idea de la posición que se encuentra.

—Sí, pero antes que todo este evento de mierda empiece quiero saber una cosa... ¿Dónde está Deku? —su voz que inicialmente había sido sarcástica e indiferente cambió de forma precipitada y hostil ante la última pregunta.

Las entidades alrededor pudieron darse cuenta de lo peligroso que era y esa frenética oposición que surgió, pudieron hacer que fuese mínimo cubriendo su mirada pero aun así era muy desbordante, verdaderamente peligroso.

—¿Deku? ¿Qué nombre es ese? —Susurró Setsuna.

—Creo que se refiere al chico que estaba en la entrada con la ofrenda —mencionó dudosa Kinoko, no encontraba que más podría tratarse. —Los otros no se llaman así, pero como era solo un humano lo dejamos ahí.

Los hombros en Katsuki relajaron al escuchar de forma no intencional eso, tal parece Izuku no tendría nada que ver en esto y al no sentir alguna incomodidad ajena que el peliverde usualmente llegaba a desbordar podía asumir que estaba bien, no obstante hubo algo más en ese comentario que le generó ruido en su mente.

Clan de Lobos [BkDk]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora