Malcolm se dio cuenta de que era una muchacha a quien tenía agarrada por el cuello. Llevaba el cabello muy corto y por eso, al principio, le había parecido un chiquillo.
De todos modos, de haber sido un muchacho, tampoco justificaba esa demostración de fuerza.
Afortunadamente, solo estaba desmayada, él sabía dosificar su fuerza. Pero es que se había sentido vulnerable por un momento, tirado en el suelo e inconsciente, y despertando con alguien sobre él. ¿No quería algo digno de ver? Pues ahí estaba el carro ese enorme al que iba a embestir con su espada, y que lo había derribado de un buen golpe.
Se sentó en el suelo y comprobó que se había hecho daño en el hombro. Ni siquiera podía mover el brazo ya que el dolor le hacía rechinar los dientes. Además, le dolía la cadera de cuando había golpeado el suelo. ¿Se estaba haciendo demasiado mayor para la guerra? Apenas había cumplido los treinta años.
—Mm —Oyó un quejido salir de los labios de la muchacha. Ella levantó la cabeza y lo miró— ¿Quién cojones eres tú?
—Malcolm MacCunn a tus pies.
El guerrero se puso en pie y tendió la mano del brazo bueno para ayudarla a incorporarse. Ella aceptó la oferta, a pesar de lo desconfiada que parecía. La vio sacudirse su extraño atuendo y después, dar un paso atrás, cuando se dio cuenta de que estaba demasiado cerca.
—¿Qué es ese extraño atuendo que llevas puesto?
Y la muchacha se rio, con ganas, una buena carcajada.
—¿Pero tú te has visto?
Malcolm se miró, no estaba enseñando sus partes nobles, iba tal y como se había vestido esa misma mañana.
—No sé a qué te refieres.
—¿De qué set de rodaje te has escapado?
Y de pronto, se dio cuenta de que le recordaba a otra persona. Entonces, sonrió, las mujeres de aquí eran de armas tomar.
—¿Qué es eso tan gracioso?
—Te pareces a alguien que conozco.
—Vaya, no me digas.
La chica lo rodeó y se dirigió al extraño carromato, de donde sacó una especie de saca.
—¿Quieres un poco? —Y vio que le ofrecía un raro recipiente que parecía contener agua.
—¿Qué es?
—¿Qué va a ser? Agua. No tengo nada mejor, y parece que la necesitas. Tienes pinta de desplomarte de un momento a otro.
—¿Yo?... Imposible —respondió con socarronería, y al instante, el suelo bajo sus pies se inclinó y soltó un grito de agonía cuando se golpeó el brazo inutilizado contra el carro.
—Deja que te ayude.
Dee-Dee se colocó a su otro lado y logró ayudarlo a llegar hasta la puerta abierta del coche.
—¿Qué ocurre con tu brazo?
—Creo que me he dislocado el hombro —respondió el gigante con ese acento tan marcado.
—Bueno, creo que has encontrado a la persona adecuada para ayudarte con eso.
—¿En serio?
Dee-Dee sonrió mientras se colocaba frente a él y le agarraba con cuidado la mano con la suya, con la otra, le sujetó el codo.
—¿Estás segura de esto? —preguntó receloso.
—¿Tienes miedo? —le espetó ella con suficiencia.
—No, no tengo miedo. Pero me gustaría saber si sabes lo que haces.
Lo soltó y se alejó un paso, se puso las manos en la cintura en actitud de espera.
—Tú mismo. Soy nueva aquí y no conozco a nadie. Estamos a unas cuantas horas de cualquier población y no te digo de un hospital.
—No sé de qué me hablas —admitió Malcolm con desconfianza, no entendía algunas de las palabras que ella decía y eso lo hacía sentirse desconcertado.
—Puedo ayudarte o dejar que sigas sintiendo dolor.
Bueno, la disyuntiva era interesante, no le importaba el dolor, puesto que era un guerrero. Pero le molestaba la incapacidad para mover el brazo.
—Está bien. Confío en que sepas lo que haces.
—Solo lo he hecho una vez —respondió ella cuando se aproximaba. Malcolm inclinó la cabeza para mirarla a los ojos—. Oh, vamos. Tampoco es que la gente a mi alrededor vaya dislocándose las extremidades.
La vio poner los ojos en blanco y sonreír, y a él le gustó, parecía un duendecillo. No le importaría...
—¡Oh! ¡Uhhh! ¡Ay! —exclamó Malcolm cuando sintió volver el hueso a su lugar. Se había sentido subyugado por sus encantos y ella había aprovechado para realizar la maniobra.
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Guerreras
General FictionRoberta vive en una época que no le corresponde. Ha dejado atrás todo lo que conoce para adentrarse en una realidad desconocida. ¿Cómo logrará salir adelante cuando ni siquiera en esta época las mujeres tienen libertad para decidir?