97. TOMAR UNA VIDA HUMANA

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Robbie vio marchar a los guerreros MacCunn, no muy convencida aún de lo que se proponía hacer Janick.

El guerrero iba a tomar una vida humana, igual que ella hiciera con el McTavish desdentado, aunque técnicamente... ella no lo hubiera hecho, aunque había sido su mano la que empuñaba la espada.

No le había dado tiempo a asimilar su muerte debido al montón de cosas que le había ocurrido después. Pero lamentaba mucho que eso hubiera pasado. No estaba en su naturaleza acaba con la vida de nadie, ni siquiera, con la vida de un animal.

Supuso que para Janick no era tan difícil, él era un guerrero y debía enfrentar una serie de peligros, defender su vida y su clan. Igual que un soldado o un policía de su tiempo.

—No os atormentéis, milady. Hace tiempo que el laird McTavish perdió el norte.

¿Cómo sabía este guerrero lo que estaba pensando?

—Estáis inusualmente callada, algo debe estar rondando por vuestra cabeza. No sois una chiquilla atolondrada.

—La verdad es que he visto cosas para toda una vida. —Y no solo se refería a muertes, sino a todo por lo que había pasado, además del viaje en el tiempo, los bastardos MacKenzie, la mazmorra...

—Sois una dama muy peculiar.

—Que soy rara, ¿no?

—No dije eso —respondió Gavin con una carcajada.

Cabalgaron en silencio un buen rato, aún faltaba mucho tiempo hasta que llegasen a tierras MacCunn. A casa. Estaba deseando volver a ver a Malcolm, a Connor, a su prima... parecía que había estado alejada del clan durante un siglo.

Se detuvieron más tarde a descansar. Los soldados hicieron una pequeña hoguera donde ella se arrimó par a calentarse un poco. Estaba aún muy dolorida de sus lesiones y sus movimientos se habían vuelto demasiado lentos, además, el estómago le gruñía de manera vergonzosa. Se vio en varias ocasiones carraspeando para disimular el maullido del gatito que vivía dentro de su estómago, pero es que en las últimas horas, más que maullido, había sido un estridente sonido de tripas que parecían estar borboteando.

Gavin puso un tartán sobre sus hombros, gesto que agradeció con un asentimiento. Alguien más le ofreció un poco de queso, pan y cecina de venado, supuso. Levantó la mirada y le dio las gracias.

Desde luego, estaba agradecida por todo lo que estaban haciendo por ella, aún sin conocerla.

—¿Qué crees que pasará? —preguntó Robbie una vez Gavin tomó asiento cerca de ella.

—¿Entre el laird y Janick? Lo más probable es que vuestro esposo lo rete a duelo.

—Si Janick lo mata, ¿puede ir a prisión?

—En las Highlands hacemos las cosas a nuestra manera.

Lo que venía a decir, «lo que pasa en las Highlands se queda en las Highlands».

—¿Qué posibilidad hay de que Janick venza?

Es una cuestión que no hacía más que pasear por su mente. Estaba preocupada por su guerrero, sabía que era un gran luchador, pero jamás lo había visto en un combate real,

—En un combate, apostaría por él.

Después de saciar su sed con un poco de hidromiel, se arrellanó al calor del fuego y sin darse cuenta, se quedó dormida.

Gavin la observó mientras dormía, la muchacha debía estar cansada después del cautiverio y el rescate. Al día siguiente estarían pisando tierras MacCunn y la entregaría sana y salva a su clan.

Se permitió pensar en su futuro inmediato. Podría volver con los McTavish puesto que Ethan lo iba a recibir en buenos términos, él no era como su padre. Y una vez que éste muriera, no había impedimento para que regresara con su gente.

Pero ya no sentía el clan como su hogar, y sus hombres confiaban en él plenamente. Habían vivido multitud de aventuras, momentos duros, tragedias, eran guerreros curtidos y lo seguirían allá donde fuese. Estaba seguro de que confiarían en su criterio para proporcionarles un buen hogar, donde encontrar una buena mujer y formar una familia.

...Su tío Jamie alojó la espada en las entrañas de Janick, y éste cayó al suelo de rodillas mientras un buen chorro de sangre salía de su cuerpo al extraer la espada el laird.

Un grito espantoso escapó de la garganta de Robbie y se incorporó de golpe mirando a su alrededor con ojos desorbitados.

Gavin acudió a su encuentro y se acuclilló a su lado.

—Muchacha, ¿qué ocurre?

—Janick —sollozó con voz temblorosa—. Mi tío lo ha matado, lo ha atravesado con su espada.

La imagen aún seguía muy viva en su mente, tan real como si la estuviera viendo ahora mismo.

—Solo ha sido un sueño —la tranquilizó el guerrero que le sirvió un poco de hidromiel.

Una vez pasado el terror inicial, Robbie se dio cuenta de que había sufrido la más cruel de las pesadillas.

Se recostó y se dejó arropar por el guerrero del cabello plateado.

—Parecía muy real. ¿Y si es un sueño premonitorio?

—Eso que has visto en sueños no va a pasar jamás —la apaciguó Gavin con voz ronca y sedante—. Janick es el mejor guerrero que conozco, incluso superior a mí. Además —sonrió como si recordara algo divertido—, se sabe todos los trucos sucios. —Se acomodó en el suelo cerca de ella, envuelta con el tartán y se cruzó de brazos—. Duerme un rato más, aún quedan unas cuantas horas hasta el amanecer.

De modo que Robbie volvió a acurrucarse en el duro suelo y se quedó contemplando las llamas de la pequeña hoguera.

Las atroces imágenes ya se estaban desvaneciendo de sus recuerdos, esperaba que pronto desaparecieran por completo, y con ellas, el terror que había experimentado.

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