Gavin se detuvo, junto a sus hombres, en un claro del bosque.
Cuando desencadenó a la muchacha y la cargó fuera de la mazmorra, los soldados que podrían haber dado la voz de alarma, todos, le eran leales a él antes que al laird.
Echó a la chica en el suelo, sobre uno de los tartanes del clan, y la envolvió con otro que le facilitó uno de los guerreros.
Encendieron una pequeña hoguera y algunos hombres se disponían a internarse en la espesura para vigilar el perímetro cuando él se puso en pie y llamó la atención de todos.
—No soy un hombre de discursos, solo soy un guerrero. —Cuando tuvo la atención del grupo, continuó—. Os agradezco vuestra lealtad y soy consciente del riesgo que corréis al poneros de mi lado. Si alguno lo ha pensado mejor y quiere volver, es libre de hacerlo y no le guardaré ningún rencor.
Como respuesta a su declaración, los guerreros asintieron y volvieron a sus quehaceres. Se veía que tampoco eran hombres de discursos.
—Janick me va a matar —murmuró cuando se arrodilló junto a la dama para atender sus heridas. Le limpió la sangre del rostro y la observó con atención. Ella podría ser su hija, debía tener menos de veinticinco años, la edad que tendría Ivy si hubiera sobrevivido a su nacimiento. Pero tanto el bebé como la madre habían fallecido poco después de ese momento.
Él tenía cuarenta y cinco años, treinta de los cuales llevaba al servicio del laird de los Campbell. Había sido un muchachillo grande y fuerte a esa edad tan temprana, cuando comenzó a adiestrarse con el resto de los guerreros.
Siempre pensó que más pronto que tarde llegaría el momento de retirarse y dejar sitio para los guerreros más jóvenes y ágiles.
El momento había llegado, y no se retiraba con honores, porque para los demás sería un traidor, pero su conciencia estaba tranquila, y eso era mucho más importante que su honor y su buen nombre.
La muchacha abrió los ojos un instante y miró alrededor, esperaba que al ver que estaba en el bosque la hiciera sentir tranquila y a salvo. Ella volvió a cerrar los ojos y siguió durmiendo.
—Oh, señor —murmuró Gavin—. Janick me va a matar.
Éste iba a ser su mantra mientras esperaba el temido encuentro.
—¿Qué vamos a hacer, mi señor?
Uno de los soldados más jóvenes se arrodilló junto al fuego y se dispuso a preparar algunas viandas.
—Al amanecer, si todo va bien, nos pondremos en camino hacia la tierra de los MacCunn.
Mientras tanto, Janick y sus hombres seguían apostados en el patio de los McTavish esperando a que el laird los honrara con su presencia.
Todos habían desmontado y sus caballos eran atendidos por los mozos de cuadras, pero aún seguían a su lado por si necesitaban de una rápida partida.
No quería pensar demasiado en cómo estaría Roberta, porque eso haría que se derrumbara y pudiera cometer cualquier error. De modo que se sustentaba con la rabia, que lo mantenía en guardia y a la defensiva, confiando en sus instintos de guerrero bien adiestrado.
Esta espera infructuosa a la que le estaba sometiendo el laird iba a terminar de una forma u otra.
Finalmente, después de unas pocas horas de agónica espera, Jamie McTavish salió de su madriguera acompañado de un malhumorado Ethan.
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Guerreras
قصص عامةRoberta vive en una época que no le corresponde. Ha dejado atrás todo lo que conoce para adentrarse en una realidad desconocida. ¿Cómo logrará salir adelante cuando ni siquiera en esta época las mujeres tienen libertad para decidir?