10. COMO UN CENCERRO

491 58 1
                                    

-Estás como un cencerro -le dijo Bridget nada más enterarse de sus planes.- ¿De qué conoces a ese bruto grandullón? ¿Su esposa?

Bien, Robbie se dio cuenta de que no había ido tan mal. Su amiga estaba furiosa pero no había problema. Ella no era una jovencita cándida de esta época que jamás hubiera visto a un hombre desnudo y desconocedora de lo que ocurría entre un hombre y una mujer. No era virgen, ya habían "deshojado su margarita", de modo que no tenía nada que temer. Ya se le ocurriría alguna idea para evitar la intimidad con Janick.

-No creo que sea una buena idea. Liam tendrá algo que decir al respecto.
-¿Qué?
-Ya verás.

Bridget se marchó dejándola sola en el corredor de la torre. Las demás chicas se habían mostrado complacidas. Ella misma, no había querido pensar demasiado en el tema. Estaba hablando de matrimonio, pero no lo veía como algo real. Solo un modo de lograr dar con el anillo para salir de allí.

¿Estaba tan ansiosa por abandonar este tiempo que no le pertenecía? Por supuesto: ni paracetamol, ni compresas, ni bikinis o chanclas, desodorantes, geles de baño, agua corriente, ¡duchas!...había sido estupendo como una aventura inolvidable e increíble, pero echaba de menos su hogar, su tiempo, su vida.

Alguien tiró de ella y acabó atrapada entre la pared de piedra y un recio torso. Liam estaba a un palmo de distancia y la miraba muy seriamente.

-De todas las locuras que se te ocurren, esta es la peor de todas.

A continuación, la besó, un beso salvaje y tierno a la vez, queriéndolo decir todo con un solo gesto.

-No te vayas, Roberta.

Robbie no podía pensar con coherencia, creyó que se derretiría allí mismo, víctima de un ataque de lujuria. Bien podría haber pasado esto un poco antes y le hubiera dado qué pensar.

-Liam, no me puedo creer que ahora me vengas con esto -le recriminó cuando por fin pudo coordinar palabras con sentido.- Pensé que me odiabas.
-Pues no es así. Me aturdes y me haces decir disparates. Pero jamás te he odiado.
-Pues lo que es seguro que tampoco me amas. Te has vuelto loco y me estás confundiendo.
-Es que no quiero que te vayas. Si para ello tengo que comprometerte, lo haré.

Robbie se sintió halagada, y ella que pensaba que solo era una carga para toda aquella gente, y mira las muestras de cariño que estaba recibiendo. Como la noticia de su partida había corrido como la pólvora, así como el motivo de su marcha, ya se había cruzado con unos cuantos conocidos que la habían instado a que se lo pensase.

-No puedes comprometerme. No estás destinado a estar conmigo y esa no es la manera de hacerme cambiar de opinión.

Lo empujó ligeramente y lo obligó a apartarse un poco, no podía negar que era un buen ejemplar, y que ese beso la había desarmado, pero sabía que no llegaría a más, y además, había dado su palabra al guerrero.

-Esto es algo que debo hacer por mi propio bien. Pero vendré de visita en cuanto me sea posible.

GuerrerasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora