La mañana recibió a Robbie en brazos de su amado esposo. Abrió los ojos y descubrió que él ya estaba despierto y la estaba observando.
—¿Qué estás pensando?
—Trato de imaginarte con la tripa hinchada albergando a nuestro bebé.
Robbie sonrió ante la idea.
—Estaré enorme.
—Estarás hermosa. Más que ahora, si es que eso es posible. —La besó en la sien y se rebujó más entre la ropa de cama—. Nunca me ha gustado remolonear, pero de buena gana no saldría de aquí en todo el día.
—No lo hagas. Te lo mereces, estás convaleciente.
Janick la besó en los labios y apartó el cobertor para salir de la cama. Le ofreció un fascinante espectáculo de su trasero desnudo, se volvió de frente y balanceó juguetonamente su miembro impresionante y dispuesto incluso en reposo.
—Un guerrero jamás debe dar muestra de indefensión y debilidad. —Miró alrededor—. ¿Dónde está esa cosa que llevaba puesta anoche? ¿Cómo dijiste que se llamaba?
—Ah, un bóxer, un calzoncillo.
Robbie salió del cálido lecho y le proporcionó la prenda interior. El aprovisionamiento de suministros del futuro también incluía ropa interior para los dos y algunas cosas de higiene femenina.
Se vistió con el calzoncillo, se puso la blusa y procedió a colocarse el feileadh mor, siempre era un placer verlo maniobrar y le sorprendía el grado de detalle que un hombre de este tiempo podía poner en vestir esta prenda.
—¿Quieres dejar de mirarme? Me inflamas la sangre solo con que pongas tus ojos en mí.
—Vale, ya dejo de mirar. Ve tranquilo —se rindió cerrando los ojos y acomodándose en el lecho. No le apetecía levantarse y ser recibida por la fría mañana.
Janick la besó en los labios y fue hacia la puerta donde se volvió antes de marcharse.
—Te veré luego. —Después, cerró la puerta y escuchó sus pasos en el corredor mientras se alejaba. Llevaba el calzado del siglo XXI, unas botas de montaña de nobuck hidrofugado con suela de caucho antideslizante y cierre acordonado, según indicaba el vendedor.
Trataría de desecharlas en su tiempo cuando ya no sirvieran, porque no estaría bien que un historiador las encontrara con el paso de los siglos. Podría volverse loco.
Se colocó de lado y se cubrió hasta la barbilla con el cálido cobertor.
Se acordó de Janick en los primeros tiempos, recién se encontraron en el otro clan. Ni imaginaba que ese gigante tan rudo iba a convertirse en su esposo y que lo iba a amar sobre todos y sobre todo.
Y mucho menos, hubiera soñado con que se quedaría en esta época y crearía aquí un hogar.
No era tonta y sabía que no era normal en ella tanto llanto, esas intensas emociones que habían amenazado con desbordarla. De modo que había conseguido una prueba de embarazo que le había facilitado una de las enfermeras el mismo día que se disponían a abandonar el hospital.
Le había costado horrores guardar el secreto hasta encontrar el momento adecuado. Y le había encantado la reacción de Janick, ansiaba que llegara el momento de verlo interactuar con el bebé. Se iba a derretir de placer de verlo en su papel de padre.
Janick bajó al salón donde encontró a sus amigos, Connor parecía bastante feliz, sin duda, la pequeña dama había llegado para complementarlo. Estaba seguro de que próximamente habría otra boda en el clan.
Malcolm estaba como siempre, bromista y burlón, necesitaba una mujer que lo centrara y calentara su lecho todas las noches. Así dejaría de dormir en el salón junto al hogar.
Y ahí estaba él hablando bien del matrimonio, como un experto, cuando hace poco renegaba del contacto humano. Había cambiado, ya no era el rudo guerrero gigante que no sabía más que dar instrucciones a los soldados y no era capaz de mantener una conversación con una mujer.
—Aquí llega el hombre del año —anunció Malcolm que se puso en pie y fue a su encuentro. Lo atrapó en un breve abrazo de oso y lo acompañó hasta el lugar donde Connor estaba sentado.
El laird, igualmente, lo abrazó brevemente y los tres tomaron asiento.
—Abandonaste a tu dama en el lecho —acicateó Malcolm burlón.
Janick sonrió, a pesar de que no era algo propio de su carácter, sobre todo, fuera del lecho conyugal. Él solía lucir un fabuloso ceño fruncido que atemorizaba al enemigo y a los guerreros que comandaba.
—Y además está sonriendo —añadió Malcolm, aprovechando que el otro estaba de buen humor. Aunque jamás el estado de ánimo de su amigo le había detenido a la hora de hacer una pequeña broma.
—Te tendrás que conseguir una dama para lucir una sonrisa similar —apuntó Connor a Malcolm.
—Quería que fueseis los primeros en saberlo, puesto que os considero como mis hermanos de sangre.
—Janick hoy está solemne.
Malcolm, como siempre, tenía que añadir alguna pulla para aligerar la seriedad del momento.
—No me digas que os vais a trasladar al futuro de manera definitiva.
Era algo que Connor temía muy en el fondo de su corazón. Sabía que realmente estarían a un paso, pero no se hacía a la idea de prescindir de uno de sus dos amigos. Se habían criado juntos, habían luchado juntos los tres, no era posible que se pudieran separar.
—Vamos a viajar con frecuencia al tiempo de Roberta, pero nos vamos a quedar aquí. —Connor respiró aliviado y fue palmeado en el hombro por Malcolm, que se ve que había pensado lo mismo.
—Vamos a tener un bebé.
Los dos hombres se miraron maravillados y se volvieron de cara al guerrero.
—¿Un bebé? —preguntó Connor.
—¿Un pequeño Janick? —terció Malcolm.
—O una pequeña Roberta —añadió el aludido.
Malcolm se santiguó.
—Que dios nos pille confesados.
Y de pronto, Connor y Malcolm estallaron en felicitaciones y expresiones de júbilo.
—Buen dios, Janick. Qué maravillosa noticia. —Fue palmeado en la espalda por sus amigos, tan contentos como él por la feliz noticia.
—Esto hay que celebrarlo con un banquete —anunció Connor feliz de organizar un evento dedicado a tan grato anuncio.
Estaba deseando comunicárselo a Dee-Dee, si es que aún no lo sabía de boca de su prima. Su bella mujercita se encargaría de organizar semejante celebración, sin duda, era la señora del castillo, lo haría estupendamente.
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Guerreras
Ficción GeneralRoberta vive en una época que no le corresponde. Ha dejado atrás todo lo que conoce para adentrarse en una realidad desconocida. ¿Cómo logrará salir adelante cuando ni siquiera en esta época las mujeres tienen libertad para decidir?