98. NO HABÍA SALIDA

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Jamie paseaba inquieto por la mazmorra donde hacía poco había estado cautiva su sobrina.

Había intentado huir con el anillo -que siempre llevaba encima-, para descubrir que en su tiempo no había salida, puesto que esa parte del castillo estaba derruida

Debería haber apresurado las obras de restauración de esta zona, pero había estado ocupado sacando partido al resto de la fortaleza. Los sótanos y algunas otras partes habían quedado relegadas al olvido, pendientes de que se acordara de ellos.

Bueno, ahora se acordaba.

—Maldita sea —gruñó dando un golpe a la pared de piedra.

Ese maldito hijo suyo al que debió asfixiar nada más nacer. Qué ingrato, después de todo lo que había hecho por él, y lo rico que sería cuando él muriera.

Pero, puñetas, tenía pensado morir dentro de muchos años, en su cama, cuando ya fuese un viejo decrépito. No ahora. Estaba en la flor de la vida, y ese guerrero MacCunn tenía fama de despiadado y de invencible.

Si tan solo pudiera ir un instante a su alcoba, allí podría conseguir algo que hiciera cambiar las tornas. Una pequeña ventaja a su favor, lo merecía, había trabajado muy duro para llegar donde estaba, en su época de nacimiento y en ésta.

Estaba seguro de que sería algo decisivo a la hora de enfrentarse con el guerrero gigante. Y Gavin...

Oh, cabrón, hijo de puta, no pararía hasta verlo colgado del cuello, no sin antes despellejarlo a latigazos.

Y el imbécil de su hijo... a ese le enseñaría a no desobedecer, a no insubordinarse... a no ser capaz de levantar una espada jamás en la vida. Se lo iba a pasar en grande ideando maneras de hacerle pagar esta traición.

Su hijo del futuro sí estaba capacitado para ser su digno sucesor, aunque eso implicara tener que contarle todos sus secretos, bueno, casi todos. Había cosas que era mejor que no supiera

Brodick dirigía sus negocios en su tiempo, y era un genio de las finanzas, convirtiendo en oro todo lo que pasaba por sus manos, despiadado, como él, un futuro gran laird para este clan.

*

Ethan recibió a los guerreros MacCunn en el patio. Sabía a lo que venían, en realidad, los estaba esperando.

—Imagino que encontraste a la muchacha.

Janick permaneció sobre su montura, al igual que el resto de hombres que lo acompañaban.

—Mi esposa está a salvo gracias a varios de tus guerreros. Tendrán mi eterno agradecimiento.

Ethan asintió, él también agradecía que Gavin hubiera liberado a la muchacha que estaba cautiva injustamente.

—¿Dónde está el viejo laird?

—Enseguida le verás. ¿Qué piensas hacer? —No sabía ni para qué preguntaba, él mismo, en su lugar, haría las cosas del mismo modo.

—Solucionar el asunto a la manera de las Highlands.

—Enviaré por él.

Ethan ordenó a uno de sus soldados que fuera en busca del viejo laird, los guerreros MacCunn desmontaron y se colocaron custodiando a Janick.

Un instante después, el mismo soldado a quien diera la orden, regresó con una extraña petición por parte de su padre.

—El señor exige acudir a su alcoba y cambiar su vestimenta.

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