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El lunes más horrible de la historia de los lunes. Tengo una resaca impresionante y parece que las incidencias técnicas no paran. ¿He dicho ya que odio mi trabajo? Me están martilleando el cerebro con tanta llamada de problemas. Casi siempre trabajamos con servicios informáticos de empresas y, cada cual, tiene menos educación que el anterior. Entiendo que, si los ordenadores de una fábrica se van a la mierda, te enfadas. Pero también entiende que soy un puto ser humano cogiéndote el teléfono. Hoy soy medio ser humano, porque me noto el cuerpo bastante maltrecho. No voy a prometer eso de "ya no bebo nunca más" porque sé que es una mentira universal, pero, sí que debo recordar beber más agua, comer antes de emborracharme y, sobre todo, tener una caja de ibuprofeno en casa.

Ya he hablado con Alex de lo que pasó con el camarero, me ha estado contando hazañas del Robertito y menos mal que me sacó de allí. El chico es todo un prenda. No le importa absolutamente nada, va rompiendo corazones, como bien me dijo Alex a todo el que se encuentra. Chicos, chicas... le falta asustar a abuelitas. Tengo mucha suerte de contar con Alex, que cuando a mí me falla la razón, él tiene por los dos. Él es el primero que va de flor en flor, pero siempre hace las cosas con mucho sentido común.

Asier me ha estado hablando todo el día, es bastante agradable hablar con él. Le he contado que ayer me fui de copas y volví a casa bastante perjudicada. Obviamente he omitido el casi encuentro con Roberto, no necesita todos los detalles, pero le he dado carta blanca para que se burle un poquito de mi resaca. Me río mucho con él y me ha vuelto a soltar sutilmente que nos veamos esta semana. Como el martes es mi último día de trabajo porque empiezan mis vacaciones de invierno, me pienso si darle una oportunidad. No había caído en la cuenta, pero, intento buscarlo en Facebook e Instagram para cotillear un poco sobre él. No consigo encontrarlo, puesto que no sé sus apellidos. Por último, entro en la opción de filtrar por información y ya sí. Encuentro un Asier Díaz. Tiene la localización en Sevilla y pone que está estudiando en la escuela gastronómica de Bilbao. De momento, la información que me ha dado es real. La foto de perfil me hace sonreír. Aparece con otro chico, pelirrojo. Ambos están sonriendo a la cámara y llevan unas chaquetillas de cocinero azul marino con el nombre bordado en blanco encima del pecho. Es guapo, sí. Su perfil es privado, no puedo ver más fotos, pero como consigo abrir la del perfil veo que el chico pelirrojo lleno de pecas se llama Callum. Como la rastreadora de redes sociales que soy, entro en el perfil de este tal Callum y ¡bingo! Está abierto y todo en inglés. Es irlandés y también estudia en Bilbao. Tiene algunas fotos más de la escuela y en casi todas ellas sale Asier. Junto con éste, se repiten dos caras más: una chica de piel clara y pelo oscuro que no está etiquetada y un chico, Andrea, menudo y de pelo negro rizado. Parece que los cuatro son amigos. Paso un rato más navegando entre perfiles de Facebook conectados. Indago un poco, pero no encuentro más información sobre Asier. Igualmente, ya he decidido que sí quiero quedar con él. Se lo diré pronto. Quizás mañana.

Hola Asier.

La impaciente que llevo dentro no me ha dado ni 24 horas para meditar, como no me ha hablado durante toda la mañana decido tomar las riendas yo. Debo decir que todos estos días ha tomado él la iniciativa de hablar conmigo, yo seguía un poco insegura, pero después del estudio que hice de sus redes sociales, lo tengo claro. Tarda más de lo normal en responderme.

                                                                                            Holaaa!

Hoy es mi último día de trabajo antes de las vacaciones.

¡Qué bien!

¿Y vas a viajar o algo?

Qué va, ojalá pudiera, pero no va a ser posible.

Tengo pocos planes, ¿cómo tienes la semana?

Pues hoy y mañana estoy bastante liado, pero a partir del jueves no tengo casi nada que hacer.

¿Y te apetece quedar?

Claro, te lo pensaba proponer, pero no estaba seguro...

¿Y eso?

No sé, quizás no te apetecía.

¡Anda ya! Claro que me apetece.

¿El jueves?

Sí, el jueves.

Oye, ¿nos damos los números de teléfono y hablamos por WhatsApp?

Ahora soy yo la que tarda en responder, estaba en medio de una llamada intensa. Mi compañera me ha llamado porque hay una incidencia en nuestro sistema de comunicación y estábamos reportándolo a los jefazos. He tenido que llamar a tres personas para poder dar con el indicado. Más de una hora hemos estado sin comunicación y la cola de clientes insatisfechos ha aumentado mucho. Una hora de inactividad puede ser un caos para nosotros. Como sigo ocupada le dejo directamente el número de teléfono y una carita sonriente. No tengo nada que perder por hablar con Asier por otra aplicación de chat. Si vamos a vernos, tener el número puede resultar útil frente a imprevistos. Desde que lee mi mensaje tarda pocos segundos en salirme la notificación de un numero desconocido que me habla. Guardo el teléfono y le mando un mensaje de audio.

- Hola Asier, ya he guardado tu número. Estoy un poquito liada en el curro, hablamos más tarde. – Él responde con un mensaje escrito.

Sin problema, suerte en el trabajo.

Hasta luego.

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